Káos

El fracaso es lo real del amor

El fracaso es lo real del amor

Junio 13, 2023 / Por Antonio Bello Quiroz

Portada: René Magritte, Los amantes, 1928.

 

“El amor ciertamente hace señas, y siempre es

           recíproco[...] porque el amor pide amor. Lo pide sin cesar. Lo pide...aun.

Jacques Lacan. (seminario XX, Aun)

 

El psicoanálisis, esa hermosa invención de Sigmund Freud, tiene plena vigencia en los tiempos que corren. Se puede casi sentir esa vigencia cada vez que (y es lo recomendable), se relee ese portentoso texto de 1930, El malestar en la cultura. Ahí, Freud plantea que hay tres fuentes de sufrimiento para los seres humanos. Frente a ellas poco se puede hacer, y lo que se haga viene acompañado del fracaso. La cultura, definida en el malestar como una defensa contra la muerte, se ve maniatada para contener y menos aún eliminar esas fuentes de sufrimiento: las fuerzas del exterior, los dolores del cuerpo y la relación con los demás. Dentro de ellas, la tercera es la más compleja de todas, dice Freud. Para mediar la tensión agresiva que se instaura en toda relación entre los seres humanos, la cultura inventó el amor, sin embargo, señala el doctor vienés que, paradójicamente, cuanto más se aplica el antídoto más se agrava el sufrimiento. De esta manera adquiere sustancia aquella repetida fórmula freudiana: Si no amas enfermas, si amas sufres.

Ocurre entonces que entre los seres humanos el amor es un conflicto ineludible, o casi. Como lo señala Colette Soler, en su libro La maldición del sexo: “algo no anda entre los sexos”, esa es la novedad insoportable que nos revela Freud y el psicoanálisis. Sin duda, como sostiene Soler, entre los sexos, algo no anda desde siempre; aunque no siempre nos hemos quejado de eso, o quizá había queja pero no había alguien que escuchara los desgarres, los dolores, los alaridos y los sufrimientos que acompañan al amor. En todo caso, desde Freud nos quejamos, quizá mejor dicho, desde Freud se escucha la queja de lo que no anda en el amor desde lo singular.

Jacques Lacan decía que en el dispositivo analítico “se habla de coger y se dice que la cosa no va”, de tal manera que parece que el problema entre los sexos es el amor. ¡Vaya cosa! Si algo entre los sexos no anda es por el nudo del amor. El problema es anudar el goce a otro, a otro semejante, a otro sexuado, aunque justo ahí está la cuestión, por ser con otro sexuado, ya no es semejante. Por ello, el goce no se comparte, lo que quiere decir que en el amor uno siempre goza solo, y además no se goza del otro. Que se goce solo, nos dice Soler, no es un problema en prácticamente ningún ámbito de la vida. Ahora mismo experimento el goce de la escritura en soledad y eso no es en absoluto un conflicto. Que cada uno goce solo deviene como problema en el amor, en tanto que ahí se aspira al Uno de la fusión.

Volviendo a El malestar en la cultura Freud, haciendo un análisis de la vida amorosa, la respuesta a la tercera fuente de sufrimiento, la más compleja, llega a la conclusión de que la perturbación amorosa es casi inevitable, la decepción amorosa, por ejemplo, está presente en todos los casos, resulta curioso que no haya una historia de amor feliz en la historia de la literatura universal. Además, Freud ya nos había advertido, desde 1923, que hay algo desfasado también entre el amor del hombre y el amor de la mujer. Sin embargo, en la expresión de Freud “la perturbación amorosa es casi inevitable”, destacamos el valor del casi dado que el casi nos permite que la cuestión del amor se intente hacer funcionar, insista, no cese de no escribirse, porque sin duda, entre los sexos podemos encontrarnos en el amor aunque los goces no se encuentren.

Pero, ¿dónde radica esta condición de decepción o fracaso que es un componente casi inevitable del vínculo amoroso? ¿Será en la moralización, socialización, educación, etc., largo del sujeto? Sin duda, esos factores modulan el fracaso en el vínculo amoroso. Pero no lo configuran. Más allá de ello, Lacan sostiene que la condición del fracaso o decepción en el vínculo amoroso radica en que se vinculan dos inconscientes, dos que, por ser sexuados, por haber atravesado el Edipo, han perdido la brújula del amor. Se ama con la brújula extraviada. En el fracaso o la decepción se vive lo real del amor, esa vivencia, sin embargo, eventualmente posibilita ir más allá. Al amor después del amor narcisista. Lacan habla de los desastres del amor cuando al amor se le sueña y vive parecido a una fusión milagrosa de dos que hacen Uno.

Sabemos que Jacques Lacan recurre a tres registros (real, simbólico e imaginario) para analizar la subjetividad, en este caso, lo que de ella se juega la vida amorosa. Así, el fracaso muestra lo real del amor, pero no podría ocurrir sin los otros dos registros: simbólico e imaginario. Los vínculos amorosos están constituidos también por palabras, por pactos, por historias, en las coordenadas de una época, etc., es decir, desde lo simbólico. La Rochefoucauld decía al respecto: “alguien podrá decir algo del amor sino hubiese escuchado hablar del amor”. Por el otro lado, el amor se amarra de inicio en el registro imaginario, en las potencias de la imagen de los cuerpos, de las pasiones que de esa imagen se desprenden y desatan.

Si en algún lugar de la enseñanza de Lacan podemos encontrarnos con la dimensión de lo real del amor es en el seminario XX llamado Encore, Aun. Justo de inicio el primer capítulo se titula Del Goce, y lo define: “el goce es lo que no sirve para nada”. Y justo para hablar del goce, propone una imagen a la audiencia, se los imagina en una cama, “una cama de pleno empleo, una cama para dos”. La cuestión es lo que ocurre en una cama: abrazarse, conocerse bibilicamente, como se dice. Pero en ese abrazo “será siempre imposible escribir como tal la relación sexual”. Aunque, y eh ahí el valor del casi, ante la imposibilidad de que se goce del Otro, ante la imposibilidad de escribir la relación sexual, Lacan dirá que el amor, ciertamente hace señas, y es siempre recíproco. Y Lacan mismo se pregunta si en verdad siempre es recíproco, y vale mucho la pena citar su respuesta: “¡Pues claro, claro que sí! Por eso hasta inventaron el inconsciente para percatarse de que el deseo del hombre es el deseo del Otro, y que el amor, aunque se trate de una pasión que puede ser la ignorancia del deseo, no por ello es capaz de privarlo de su alcance. Cuando se mira de cerca se pueden ver sus estragos”.

Pero ¿por qué causa estragos el amor?, justo porque no puede inscribirse, porque el amor pide amor, siempre pide más, aún, lo pide sin cesar. Lo pide...aun. El amor no cesa de no inscribirse, y en ese sentido el amor adquiere otra característica señalada por Lacan, dirá que el amor es impotente. Dice el psicoanalista francés: “el amor es impotente, aunque sea recíproco, porque ignora que no es más que el deseo de ser Uno, lo cual nos conduce a la imposibilidad de establecer una relación de ellos. ¿La relación de ellos, quienes? -dos sexos”.

Si como vemos, el goce es siempre del Uno (el Uno de la soledad, el Uno que no hace lazo social), al Otro le corresponde ser lugar de la palabra, donde se juega la relación con el deseo, la cuestión entonces es entender cómo el goce Uno puede llegar a relacionarse con el deseo del Otro, entre ambos hay lo real del amor, y es ahí donde el amor opera como una suplencia, suple la no-relación entre los sexos, suple la no complementariedad entre los sexos.

El amor, como la contingencia que es, surge cuando dos hablantes se reconocen en sus síntomas (es decir, en una dimensión inconsciente), en sus afectos, en sus fallas, en todo aquello que marca la huella de su exilio de la relación sexual. Lacan otorga al amor, en sus tres registros, la dignidad de la valentía, de la hazaña, frente al fatal destino de los Unos solos.

Antonio Bello Quiroz

Psicoanalista. Miembro fundador de la Escuela de la Letra Psicoanalítica. Miembro fundador de la Fundación Social del Psicoanálisis. Ha sido Director fundador de la Maestría en Psicoanálisis y Cultura de la Escuela Libre de Psicología. Ha sido Director de la Revista *Erinias*. Es autor de los libros *Ficciones sobre la muerte*; *Pasionario: ensayos sobre el crimen* y *Resonancias del deseo*. Es docente invitado de diversas universidades del país y atiende clínica en práctica privada en Puebla.

Antonio Bello Quiroz
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