Káos

La Nuda vita o el degradante uso de los cuerpos

La Nuda vita o el degradante uso de los cuerpos

Febrero 13, 2024 / Por Antonio Bello Quiroz

[Se entiende por] nuda vida: La de ser una vida a la que cualquiera puede dar muerte impunemente y, al mismo tiempo, la de no poder ser sacrificada de acuerdo con los rituales establecidos; es decir, la vida uccidibile e insacrificabile del homo sacer y de las figuras análogas a él.

Giorgio Agamben

 

Sin duda, una de las condiciones más atroces que puede vivir un ser humano es la condición de desaparecido y la que quizás sea su figura más siniestra: el secuestro. Alguien súbitamente es despojado de su contexto, es arrancado sin aviso de su anclaje subjetivo. La palabra levantón, utilizada en esas cuestiones no puede ser más ilustrativa. Sin embargo, es más atroz aun cuando la desaparición busca arrebatar no sólo sus bienes sino desaparecer su nombre y su memoria, que son los anclajes subjetivos de todo sujeto y de todo pueblo, lo mismo que los andamios del lazo social. El núcleo siniestro y cruel de la cuestión es que, al ser despojado de lo que sostiene su subjetividad, el cuerpo se reduce a la pura carne.

Sin duda alguna, es en los campos de exterminio donde el ser humano ha sido sometido a las mayores degradaciones posibles, humillaciones, trabajos extenuantes, estados de hambre que les impida pensar más allá de lo inmediato, hasta dejar al cuerpo en la pura carne, piel sobre huesos, carne sin sueños. El cuerpo desvestido de sus anclajes subjetivos y sociales es tratado como simple cosa.

Es, sin duda, en los campos de concentración y exterminio del nazismo (lo mismo que en los Gulag rusos o los campos de concentración japoneses de la Segunda Guerra Mundial) donde los prisioneros fueron sometidos a las más inefables degradaciones y humillaciones. El cuerpo ahí fue desnudado, vejado, lacerado, torturado, convertido en puro deshecho, y después en cadáver, y más aún, en ceniza. También en esos campos el cuerpo fue sometido a experimentaciones higienistas, el cuerpo es visto como simple organismo vivo para experimentar. Para ser tratado como pura cosa, el cuerpo fue previamente despojado de sus revestimientos subjetivos o civiles.

Aunque la historia nos ha traído ya muchas muestras del odio que se juega en las sociedades, como ocurre con las desapariciones y hacer que el cuerpo experimente la Nuda vida (o Nuda Vita), no hemos aprendido mucho y “la sombra de esta experiencia” se encuentra en el horizonte de nuestro tiempo. Así se puede apreciar, a nivel de las relaciones intersubjetivas contemporáneas, con un muy doloroso ejemplo, que reproduce como calca lo sucedido en el nazismo, se trata del fenómeno de la violencia doméstica, la violencia en la pareja en particular, donde alguien (una mujer por lo general) es despojado de sus revestimientos subjetivos y civiles, al descalificarlo y limitarlo constantemente ese alguien es hecho puro cuerpo y así, eventualmente, terminar en la muerte.

El filósofo italiano Giorgio Agamben ha dedicado buena parte de sus esfuerzos reflexivos a explorar la experiencia del exterminio nazi. Piensa la negra experiencia como un producto de las relaciones de poder en la modernidad y un peligro latente en la política contemporánea. Propone a la experiencia de la Shoah nazi como la oscura sombra de lo humano, de la cual, sin embargo, no hay que dejar de hablar, como lo recomendaban algunos sobrevivientes (Primo Levi, Elie Wiesel), y hay que hacer, propone Agamben, un análisis profundo para conjurar el peligro siempre latente de que se repitan los mecanismos del poder que conduce al exterminio del otro, la aniquilación de lo diferente. Quizás suene incluso utópica la pretensión del pensador italiano, sin embargo, creo que la propuesta vale para poder darle al odio que nos habita como sujetos y como sociedad otro destino que la destrucción.

El trabajo de Agamben, en particular el desarrollado en su serie de libros conocida como Homo Sacer, permite repensar algunas de las categorías propias de la política contemporánea y sus prácticas de desconocimiento persistente de lo diferente. Uno de los conceptos fundamentales de este pensador es el de “biopolítica”. Se trata de lo que está en el horizonte de la política en occidente, no sólo desde la modernidad como quiere Foucault sino desde siempre. La biopolitica se sostiene en el modelo Soberano del poder, es decir, donde el Soberano emite un bando donde se anulan los derechos, incluso la vida de los otros, los del otro bando, y esto “legítimamente”. Para él, la forma de hacer política en occidente se desliza sobre el concepto de “nuda vida”, escribe Agamben en Homo Sacer I: “[...] el espacio de la nuda vida que estaba situada originariamente al margen del orden jurídico, va coincidiendo de manera progresiva con el espacio político, de forma que exclusión e inclusión, externo e interno, bíos y zoé, derecho y hecho, entran en una zona de irreductible indiferenciación”. En pocas palabras, la Nuda vida es incluida por exclusión de la vida política. Quizás sea resultado de lo que, como dice Slavoj Zizek, la suspención política de la ética.

Su concepto base de Nuda vida recorre los nueve libros que componen el proyecto Homo Sacer. Esta empresa de escritura toma su nombre de una figura del derecho romano arcaico. Se refiere a que un individuo, tras haber cometido un delito, era excluido de la comunidad y quedaba expuesto a la muerte, es decir, cualquier ciudadano podía matarlo sin que el acto fuera considerado como un homicidio. Homo Sacer puede tomarse como “la cifra secreta para comprender la biopolítica contemporánea”. Esto es, su vida, tras el crimen o delito cometido, quedaba reducida al puro cuerpo biológico sin las investiduras jurídicas y subjetivas que le humanizan. Se decretaba así, sin los derroteros simbólicos del juicio, un “estado de excepción” de sus derechos, y esto es tomado por Agamben como el núcleo de la política en occidente que se despliega en la “máquina antropológica” y se sostiene lo humano en una lógica binaria: animal/hombre, sujeto/objeto, público/privado, potencia/acto, etc. Su propuesta de análisis tendría la finalidad de hacer inoperantes (inoperosas dice) estas divisiones que son las que caracterizan el pensamiento occidental.

Este oscuro referente del derecho romano alude entonces a una vida de la que se puede disponer sin que eso se reconozca como homicidio, una absoluta y “legal” impunidad en tanto que la vida que se arrebata es nula, vacía de implicaciones jurídicas y sociales. En definitiva, una vida expuesta a la muerte y no sacrificable, por ello es que el exterminio no podría ser visto como un sacrificio. Se dispone de una vida sacer. Es decir, una vida separada de todo contexto, una vida que es mera vida y no forma de vida, sólo incluida en el ordenamiento jurídico para ser excluida.

En México, como en muchas otras partes del mundo, las muestras de estas vidas condenadas a ser nulas, son legión: las mujeres con las que se cometen feminicidios, trata, explotación, etc., sin consecuencias, los jóvenes que pueden ser desaparecidos, los niños que pueden ser violentados, quemados, abusados, o los que al ser a priori señalados como delincuentes pueden ser torturados o asesinados sin mayores investigaciones. Los hombres y mujeres que quedan reducidos, excluidos, invisibles, si no cumplen con el ideal de éxito de la época, centrada fundamentalmente en el poder de consumo.

En fin, parece que nuestra oprobiosa actualidad nos hace sentir que cada cual está convocado para hacer del otro nuda vita y homo sacer, o bien, en el otro extremo, estamos expuestos a vivir la terrible experiencia de impunidad absoluta, amenazados de entrar en esa zona gris de la Nuda vida.

La lectura de la experiencia del nazismo nos muestra, en los campos de concentración, la figura del Musulman que es a lo que quedaban reducidos los presos en el campo de concentración. Un mero viviente. Una vida sin vida, una vida condenada a la sobrevivencia inmediata, una vida sin sueños. Un hombre viviente separado de su habla y de todo lo que lo humanizaba.

Giorgio Agamben nos previene sobre la permanencia de los mecanismos utilizados para reducir la vida a la Nuda vita. Mecanismos que se valen de la ilusión (los campos de concentración se hacían pasar por fábricas) de prosperidad, grandeza, progreso, etc., y que ha sido utilizado por el soberano o el pensamiento político (que operan como un bando, una mafia diríamos) para imponer y perpetuar su dominio. Lo humano no es nunca mera vida, sino siempre forma-de-vida, inseparable de su historia, su cultura, y sus sueños.

Antonio Bello Quiroz

Psicoanalista. Miembro fundador de la Escuela de la Letra Psicoanalítica. Miembro fundador de la Fundación Social del Psicoanálisis. Ha sido Director fundador de la Maestría en Psicoanálisis y Cultura de la Escuela Libre de Psicología. Ha sido Director de la Revista *Erinias*. Es autor de los libros *Ficciones sobre la muerte*; *Pasionario: ensayos sobre el crimen* y *Resonancias del deseo*. Es docente invitado de diversas universidades del país y atiende clínica en práctica privada en Puebla.

Antonio Bello Quiroz
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