Tinta insomne

De Ernaux a la Marea Verde poblana

De Ernaux a la Marea Verde poblana

Julio 19, 2024 / Por Fabiola Morales Gasca

El 15 de julio del 2024, el Pleno de la LXI Legislatura del Congreso del Estado de Puebla aprobó reformas al Código Penal para establecer el reconocimiento legal a la interrupción del embarazo después de la décimo segunda semana de gestación.

En una de las entidades más conservadoras de la República Mexicana, se aprobó esta reforma, con 29 votos a favor, siete en contra y cuatro abstenciones, y sumarse a la lista de los 14 los estados con aborto legal, seguro y gratuito.

Annie Ernaux, premio Nobel de Literatura 2022, en su libro El acontecimiento, escribe una experiencia personal sobre el aborto. La autora nos narra que, siendo estudiante de Filología, en octubre de 1963, descubre que está embarazada. En una sociedad de restricción y que penaliza el aborto con prisión y multa, Ernaux toma la valiente decisión de no continuar su embarazo. La narración de soledad, desamparo y discriminación nos hace reflexionar sobre las sociedades que dan la espalda a las mujeres que optan por abortar de forma clandestina. Cuando una mujer se encuentra abandonada o sola, no tiene muchas opciones.

 

Pero la mejor solución era encontrar un médico “clandestino” o una de esas mujeres a las que se conoció por el nombre de “aborteras”. Sabía que ambos cobraban mucho, pero no tenía la menor idea de cuáles eran sus tarifas. El año anterior, una joven divorciada me había contado que un médico de Estrasburgo la había ayudado a abortar. No me dio ningún detalle, solo me dijo que le había dolido tanto que había tenido que agarrarse al lavabo. Yo también estaba dispuesta a agarrarme al lavabo. No se me ocurriría que pudiera llegar a morir.

 

La forma en que Annie Ernaux describe la historia, nos llena de su propia desesperación al verse cada vez más sola con su decisión. Los compañeros de estudio, médicos e inclusive la pareja que la embaraza la dejan resolver “su problema” sin ayuda ni intervención alguna, obligándola a un aborto clandestino. El prejuicio de la sociedad tiende, como lo menciona Ernaux, a clasificar a las “chicas buenas” de las “chicas malas” en el momento exacto en que una mujer se apropia de su cuerpo, como lo hacen los varones. Aunque la experiencia de la escritora Ernaux llega a su término, las secuelas sicológicas y sociales que sufren las mujeres que pasaron por lo mismo continúan años después, pues el señalamiento y la acusación moral caen sobre las mujeres.

 

“Empecé a perder sangre. Al principio no hice caso, porque pensé que todo había terminado. La sangre brotaba de forma irregular del cordón cortado. Estaba tendida en la cama sin moverme y O. me pasaba toallas de baño que se empapaban rápidamente. No quería ver a ningún médico, hasta el momento me las había arreglado sin ellos. Quise levantarme, solo vi centelleos. Pensé que iba a morirme de una hemorragia. Grité a O. que necesitaba un médico de inmediato. Bajó a llamar al portero. No respondía. Después se oyeron voces. Estaba segura de que había perdido demasiada sangre. Con la entrada en escena del médico de guardia comienza la segunda parte de la noche. De ser una experiencia pura de vida y muerte, se convirtió en una de exposición y juicio.”

 

Y aunque “el acontecimiento”, como le llama Annie Ernaux a esta terrible experiencia, fue escrito varios años después, como parte de un proceso de sanación y escritura ante lo sucedido, volver a expresar los hechos hace que, además de mantenernos con un nudo en el estómago, identifiquemos lo que no tenía nombre en aquellas décadas: la violencia obstétrica, así como una violencia estructural hacia las mujeres frente a la obstinada moralidad de la época.

 

Me colocaron en una cama con ruedas en el vestíbulo, frente al ascensor, en medio de las idas y venidas de la gente. Nadie acudía a atenderme. Llegó una joven con un vientre enorme, acompañada por otra mujer que debía de ser su madre. Dijo que iba a dar a luz. La enfermera le regañó, le contestó que todavía le faltaba mucho. La chica quería quedarse. Se produjo una discusión y la chica se volvió a irse con su acompañante. La enfermera alzó los hombros y exclamó: «¡Nos la lleva jugando desde hace quince días!». Comprendí que se trataba de una chica de unos veinte años que no tenía marido. Había decidido dar a luz, pero no la trataban mejor que a mí. La joven que había abortado y la madre soltera de uno de los barrios pobres de Ruan nos encontramos en la misma situación. Quizás a ella la despreciaran todavía más que a mí.

Recuerdo la sala de operaciones: me encontraba desnuda bajo una luz violenta, con las piernas abiertas y los pies sujetos con unas correas. No comprendía por qué me tenían que operar si ya no había nada que sacarme del vientre. Supliqué al joven cirujano que me dijera lo que me iba a hacer. De pie, delante de mis muslos separados, gritó: «¡Yo no soy el fontanero!». Son las últimas palabras que oí antes de caer bajo los efectos de la anestesia. (Ernaux)

 

En Francia, país natal de Ernaux, el derecho al aborto está consagrado por ley desde 1975 y se han tenido reformas constantes en beneficio de las mujeres. En contraste, en nuestro país todavía se trabaja por ello. Es importante recordar que en México el movimiento para despenalizar el aborto ha sido un proceso arduo y de muchos años. En 2007, la Ciudad de México fue la primera entidad en despenalizar el aborto hasta las 12 semanas de gestación marcando un precedente importante en la legislación mexicana. Se ha continuado con esta lucha en varios estados de la República. En Puebla, es un paso trascendental de empoderamiento, de decisión sobre el futuro y el propio cuerpo femenino sin arriesgarse a morir en clínicas clandestinas. Hoy, en Puebla, las feministas deben de celebrar este triunfo para todas las mujeres del estado.

Corresponde a cada mujer la toma de decisiones sobre su destino. Todas deben tener el resguardo del Estado, desde las mujeres muy jóvenes que carecen de experiencia, hasta las mujeres de bajos recursos; desde las mujeres casadas hasta las madres solteras o divorciadas que no desean tener más hijos para evitar caer en sitios y en manos inexpertas que cobraban miles de pesos. En un mundo cada vez más adverso, la elección de traer o no un hijo al mundo debe ser hecha con plena consciencia. Para toda mujer, la elección de la maternidad debe ser libre, como parte esencial de nuestra humanidad. La maternidad debe ser anhelada tal como Ernaux señala al cierre de su narración “Hoy sé que debía pasar por esa prueba y ese sacrificio para desear tener niños. Para aceptar la violencia de la reproducción dentro de mi cuerpo y convertirme, a mi vez, en lugar de paso para las generaciones futuras.”

En un estado tan conservador como Puebla ––ciudad que aún tiene escuelas de monjas, señoritas reprimidas por duros padres y asociaciones Provida, metrópoli con sexualidad contenida–– lograr este tipo de leyes que protegen a las mujeres sólo es posible por el arduo trabajo e insistencia de colectivos feministas, legisladoras y legisladores tenaces, féminas de pañuelos verdes que no cedieron.  Gracias a todos ellos. Aunque se ha dado un primer paso, el camino continúa. Falta garantizar una buena atención no sólo gratuita sino humana y bien preparada para aceptar el reto de las nuevas generaciones de mujeres conscientes y responsables que luchan por un mejor mundo. Felicidades poblanas.

¡Viva Puebla! ¡Vivan sus fuertes mujeres!

Fabiola Morales Gasca

Fabiola Morales Gasca Licenciada en Informática por el Instituto Tecnológico de Puebla. Egresada de talleres literarios en la Casa del Escritor y la Escuela de Escritores. Terminó el Diplomado en Creación Literaria en la SOGEM-IMACP de Puebla. Maestra en Literatura Aplicada por la Universidad Iberoamericana. Autora de los poemarios “Para tardes de Lluvia y de Nostalgia” 2014 y “Crónicas sobre Mar, Tierra y Aire” 2016 Editorial BUAP. Libros infantiles “Frasquito de cuentos” y “Confeti” 2017, BUAP y Libro de minificciones “El mar a través del caracol” Editorial El puente 2017. El niño que le encantaban los colores y no le gustaban las letras 2018. Luciérnagas 2020. Participante de varias antologías en España, Paraguay, Chile, Colombia y México. Lectora voraz y escritora incansable.

Fabiola Morales Gasca
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