Tinta insomne
Abril 19, 2024 / Por Fabiola Morales Gasca
Durante días pasados en “Tinta Insomne” tuvimos la oportunidad de disfrutar la exposición fotográfica Pasos sobrevivientes, de la artista plástica Ángela González Hernández. La fotógrafa, escritora, poeta, activista social y persona solidaria con el colectivo Voz de los Desaparecidos, es originaria de la ciudad de Puebla. Su amplia formación y trayectoria le han permitido realizar diversas narrativas pictóricas sobre óleo, acrílico, encausto, mixta, texturizado, pastel, carbón, escultura, grabado en hoja de metal y fotografía.
“Tinta Insomne” aprovechó la oportunidad de realizarle una para hablar más sobre su trayectoria y reciente exposición.
—Ángela, platícanos un poco sobre tu trabajo ¿Cómo llegaste a interesarte en el arte? ¿Cuáles fueron tus primeros acercamientos?
—Mi acercamiento e interés en el arte se da a través de la religión. Acudí al catecismo en los años setenta en la parroquia de San José, ubicada en la calle 2 Norte y avenida 18 Oriente, en el centro histórico de Puebla. Fue a través de los enormes lienzos que contemplé las representaciones artísticas que trasmiten mensajes e historias bíblicas. Me recreaba en la observación de las esculturas de los santos, seduciéndome su perfección. Y además, los complicados retablos barrocos y capillas, así como las naves de una belleza armónica en su arquitectura monumental.
—A partir de ese primer interés por el arte ¿Cuáles fueron las instituciones en las que te formaste? ¿Quiénes fueron tus maestros?
—Tuve la fortuna de pertenecer a una generación, cuando la SEP, en los años sesenta y setenta, en la educación básica del plan de estudios y programas incluía la materia de educación artística. Así que desarrollé el dibujo y perspectiva desde entonces.
Más tarde evolucioné mis habilidades en talleres artísticos de Universidad Autónoma del Estado de Puebla, Talleres artísticos de la Casa de Cultura del Estado de Puebla, Talleres artísticos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, en el Barrio del Artista, con el maestro Faustino Salazar, pintor y muralista. Asistí al Centro Cultural Stella Fusé, en Buenos Aires, Argentina, también tuve talleres particulares de los maestros Stella Maris Fusé, Felipe, Fernando Castellanos Centurión, Jaime Vélez, José Luis Ayala Mejía entre otros.
—¿Qué es el arte para ti?
—El arte es conocimiento y representa mi versión en mi interpretación a través de la forma o complejidad, creando el contexto.
—¿Cuál ha sido tu mayor desafío como artista plástico?
—Luchar por encontrar galerías y espacios que permitan exponer obra.
—Tu más reciente exposición, Pasos sobrevivientes, se presentó durante los meses de febrero y marzo en San Pedro Museo de Arte: una serie de fotos sobre pies. Cuéntanos, ¿cómo surge la idea de retratar pies? ¿Por qué los pies y no otra parte del cuerpo?
—La gran variedad de huaraches artesanales tipo pata de gallo con tiras de piel largas para anudar el tobillo llamó poderosamente mi atención; ahí surge la idea de retratar los pies.
Para hacer fotos de pies, se requiere aproximación al protagonista en un lugar donde se debe respetar a la persona y su cultura. No es fácil, requiere de creatividad, habilidad y ser discreto. Pero, sobre todo no perder de vista la técnica fotográfica. Dispara buscando el ángulo, la luz, el encuadre, e buen foco y un sinfín. En muchas ocasiones, no salían y otras más me asombraba.
Lo manejé como mecánica de la marcha.
En esos pies desnudos, otros cobijados por huaraches y unos más por algún artefacto reciclado, cuando caminan, no solamente entran en contacto con el suelo: habrá un movimiento en todo el cuerpo que se va adaptar a la forma de apoyar en la marcha.
—¿En dónde fueron tomadas las fotos?
—La captura de las imágenes la realice en Cuetzalan del Progreso, Puebla,
—¿Por qué elegiste a Cuetzalan para hacer este tipo de fotografía?
—Porque es un lugar donde cultura y tradición es identidad. Se erigió alrededor de año 220 a.C. Además, tiene un conjunto de elementos que lo definen como su cosmovisión indígena trasmitida de generación en generación. Su población es mayoritariamente indígena, ocupa el segundo lugar con hablantes en su lengua originaria, el totonaco, solo por abajo del náhuatl. Cuenta con el 82% de población indígena, lo que refleja la riqueza y diversidad de sus tradiciones ancestrales. Hay gran biodiversidad en flora y fauna.
—¿Cómo está compuesta esta serie fotográfica? ¿Cuál fue la técnica fotográfica utilizada?
—La serie fotográfica consta de 33 imágenes, el número está basado en la anatomía ósea: asómbrate, cada pie es una obra maestra formada por 33 articulaciones. Y desde esa perspectiva asumí el número.
Y sobre la técnica, es blanco y negro en modo manual, de ahí que en algunas imágenes es evidente la profundidad de campo, haciendo que destaque más el primer plano.
—¿Cuánto tiempo te llevó tomar las fotos?
—El proyecto se hizo mediante trabajo de campo y me llevó varios meses. Las imágenes datan del 2014 al 2016. Me llevé alrededor de dos años, pues llegaba por un tiempo en estadía y regresaba a Puebla a hacer la revisión y selección en computadora, luego enmarcar, etc. Disfruto lo que hago. Además, todo ello me lleva al conocimiento, como del bagaje cultural de esa zona y otras.
—Tomando en cuenta que cada foto es una historia ¿Qué foto es la más significativa para ti en su historia personal?
—No tengo predilección por alguna; todas y cada una lleva mi propia esencia.
—¿Puedes comentar si tuviste alguna complicación al hacer este tipo de fotografías?
—Sí, tuve varias, y te comentaré algunas trascendentes:
En una de ellas, en la número 33, tuve que hacer una persecución por varios minutos, hasta que logré captarla de una forma espectacular.
En otra, recuerdo que aquel día mi cámara y yo salimos. Pronto descubrí unos pies con huaraches de forma muy peculiar. Me acerqué lenta y discretamente con el índice en el disparador, apenas cercana, quizás un par de metros cuando su mirada se cruzó con la mía, deteniéndola sobre cámara y furioso avanzó hacia mí. En un giro corrí sin rumbo, varios metros, en persecución hasta hacer casi colisión con otra persona —amigo mío— quien con ambas manos detuvo el choque, al mismo tiempo que preguntó “¿qué pasa?”, mirando a mi posible agresor. Este lo saludó con reverencia y amabilidad, retirándose.
“Existe la creencia que los fotógrafos roban el alma” y es por eso su capacidad de mostrar la esencia de la fotografía.
Otro referente es sobre doña Lupita. Ella tenía una cocina económica frente a Casa de Cultura. Un día, instigada, me preguntó: “¿Usted a qué se dedica y para qué carga eso todos los días y a todas horas?”, señalando mi cámara. Le respondí: “hago fotos de pies. Quiere, le hago una”. Y me respondió: “No, tengo unos pies feos y gordos”. Así pasaron varias semanas. Un día me dijo: “hoy boleé mis huaraches y sí quiero que me retrate mis pies”, con una emoción a punto de las lágrimas. “¿Podré ver mis pies en la exposición y luego me puede regalar mi fotito?” Le dije: “no solo la fotito de sus pies. También le haré un retrato de su persona, cuando vuelva se lo traigo hasta enmarcado para colgar”, le dije. Emocionada, me abrazó y me dio un beso en la frente. A mi retorno a Cuetzalán llegué con lo prometido. Ya no la encontré. Había un moño negro en su negocio.
—¿Qué mensaje intentas trasmitir a los observadores de esta exposición?
—Compartir una expresión auténtica de los pueblos originarios. A través de ello, permite descubrir otra realidad en realidad sensible, mostrando las andanzas de ese rincón del mundo. Inspirada en nuestras raíces y el paso de la historia
—¿Cuáles son tus siguientes proyectos? ¿Seguirá siendo fotografías o qué otro elemento podemos esperar?
Estoy trabajando un proyecto sobre escultura en barro con el tema de los desaparecidos en el país.
—“Tinta Insomne” estuvo muy complacida de haber asistido a tu exposición Pasos sobrevivientes. Estoy segura que muchas personas también disfrutaron tu trabajo. ¿Puedes dejar algunas palabras para motivar a la gente a ir a este tipo de exposiciones?
—Cada artista tiene una expresión única y significativa. Y el arte permite conectar con nuestras emociones a través de las representaciones, tener el privilegio de la contemplación, la observación y, ¿por qué no?, la crítica. De esa manera nos hacemos del conocimiento como espectadores del arte o del no arte.
Agradecemos el tiempo y espacio de Ángela González Hernández para esta extraordinaria charla informal. No se pierdan de vista el trabajo de esta artista y activista poblana. Le auguramos mucho éxito en sus siguientes trabajos.
A nuestros lectores les exhortamos a visitar los museos y exposiciones que la ciudad ofrece ¡Muchas gracias!
Fabiola Morales Gasca Licenciada en Informática por el Instituto Tecnológico de Puebla. Egresada de talleres literarios en la Casa del Escritor y la Escuela de Escritores. Terminó el Diplomado en Creación Literaria en la SOGEM-IMACP de Puebla. Maestra en Literatura Aplicada por la Universidad Iberoamericana. Autora de los poemarios “Para tardes de Lluvia y de Nostalgia” 2014 y “Crónicas sobre Mar, Tierra y Aire” 2016 Editorial BUAP. Libros infantiles “Frasquito de cuentos” y “Confeti” 2017, BUAP y Libro de minificciones “El mar a través del caracol” Editorial El puente 2017. El niño que le encantaban los colores y no le gustaban las letras 2018. Luciérnagas 2020. Participante de varias antologías en España, Paraguay, Chile, Colombia y México. Lectora voraz y escritora incansable.
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