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De gusanos planos y escarabajos liverpulianos

De gusanos planos y escarabajos liverpulianos

Octubre 22, 2021 / Por Alejandro Hernández Daniel

Portada: Jaume Baguñà, Catedrático Emérito de la Universidad de Barcelona. / Portada de la revista Science del 19 de Marzo de 1999, donde se publicó un importante trabajo del profesor Baguñà. / Portada de un número especial de la revista The International Journal of Developmental Biology dedicado al tema de evolución y desarrollo, donde el profesor Baguñà y su colega Jordi García Fernández fueron editores invitados. Imagen cortesía de Jaume Baguñà.

 

En este tiempo de dedicarme a la pluma es gratificante enterarme que al menos algo de lo que escribo está siendo leído en diferentes lugares; y más satisfactorio aún cuando este público te lo hace saber. Incluso, de vez en cuando sucede que estos lectores, a los cuales aprecio mucho por tomarse la molestia de leer mis líneas, llegan a sugerir, consciente o inconscientemente, algunas pistas a las cuales dirigir mi atención e interrogantes.

Una de esas ocasiones ocurrió tras haber realizado una entrevista a una antigua profesora que impartió las asignaturas de Embriología Animal y Biología del Desarrollo (véase: CTS, Una pionera de la Biología del Desarrollo en la ENEPI: Elsa Aurora Calleja Quevedo). Supe que uno de los exalumnos de esta profesora mencionó los libros que solían utilizar durante estos cursos, y llamó mi atención que el título y el autor de uno de aquellos textos me eran desconocidos hasta entonces. Se trataba de Embriología de Charles Houillon.[1]

Fiel a mi costumbre, decidí buscar aquel libro, pues considero que tener el material de primera mano posibilita poder notar algunos detalles que pueden pasar desapercibidos para la mirada de alguien más, y éste fue uno de esos casos. Terminé encontrando dos puntos importantes. En primer lugar, que el autor del libro es o fue (tendría actualmente 97 años) un profesor y catedrático francés que trabajó en el Laboratorio de Biología Animal de la Universidad Pierre y Marie Curie, en París, cuya tesis doctoral fue dirigida por Louis Gallien, quien junto a Étienne Wolff, fueron figuras prominentes de la Embriología Experimental en Francia en la década de los cincuenta.[2] Segundo, que la versión castellana había sido traducida por alguien llamado Jaume Baguñà i Monjo.

Como en otras ocasión he escrito, considero que los traductores de textos juegan un papel importante en el complejo proceso de movilidad del conocimiento científico que se materializa en los libros, es decir, son parte importante de la infraestructura de una ciencia (véase: CTS Primera época, Un rostro y experiencias en la traducción de textos científicos), por lo que no dudé en contactar al doctor Baguñà —quien es profesor emérito del Departamento de Genética en la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona y actualmente se encuentra retirado— para preguntarle sobre su trabajo de traducción en el libro de Charles Houillon y su trayectoria profesional.

Justo antes de escribirle, me enteré de que Jaume ha publicado en distinguidas revistas internacionales como Science, en revistas especializadas en Embriología y Biología del Desarrollo, fue pionero, en España, en las investigaciones sobre regeneración en gusanos planos.[3] Tuvo encuentro personal con destacadas personalidades del campo en su país, como Pere Alberch y Antonio García-Bellido,[4] así como del extranjero. Ha sido editor invitado de la reconocida revista The International Journal of Developmental Biology. Es miembro fundador de la Sociedad Española de Biología del Desarrollo y, además de todo eso, un admirador de la banda británica The Beatles, uno de mis grupos musicales predilectos. Al recibir su respuesta, Jaume compartió:

 

Estimado Sr Alejandro Hernández,

Gracias por su mensaje y su propuesta para saber sobre mi trayectoria y mi experiencia en traducir el Houillon. Me sorprendió mucho, después de casi 50 años, ver mencionado de nuevo a Houillon y su libro. Ignoraba que se hubiera utilizado tanto en México. En Barcelona, y en España, en general, se usó bastante más, en los años setenta y ochenta. El Houillon tuvo cierto prestigio, no en vano llegó a la 6ª edición. Aunque desde la década de los noventa el Scott F Gilbert, sobre Biología del Desarrollo, y también el Developmental Biology, de Lewis Wolpert, una vez traducidos tomaron el relevo (ahora con las ediciones inglesas es suficiente).

Comencé la licenciatura en Biología en la Universidad de Barcelona en 1961. Escogí esta ciencia porque, de niño, siempre me habían gustado la Historia Natural y los animales. Dentro de la licenciatura, me parecieron fascinantes el desarrollo embrionario (Embriología) y una de sus principales consecuencias: la diferenciación celular. Sin embargo, para 1962, la embriología era aún bastante descriptiva, y a nivel experimental se habían deducido muy pocas reglas o procesos generales. En España, el trabajo en la disciplina de la Embriología era muy limitado, con apenas un puñado de laboratorios activos, no muy buenos por cierto, que se ubicaban en su mayoría en Facultades de Medicina. Por aquellos años, se postulaba que la diferenciación celular se debía a la actividad génica diferencial, pero no había aún prueba alguna.

En el otoño-invierno de 1964, conseguí un contrato de trabajo por tres meses como oficinista en Londres. La oficina estaba en Oxford Street, pegada al Soho y Carnaby Street. La locura de los Beatles estaba en su apogeo; en aquel momento tenían cinco canciones entre las 10 primeras. No les conocía hasta entonces, pero al oírles quedé anonadado y al instante me hice un fan total. Hoy en día lo sigo siendo. Considero, de manera personal, que su música es un prodigio, muy por delante de lo que hacían e hicieron después otros grupos o bandas. Salvando las distancias (que las hay, y muchas) es como cohabitar y escuchar en vivo a Bach y Beethoven. Por cierto, los tres empiezan con B.

Para 1965 tomé Genética General en el cuarto curso de Biología, que estaba a cargo del doctor Antoni Prevosti Pelegrín, quien fue el primer catedrático de Genética de España al obtener por oposición, en 1963, la Cátedra de Genética por la Universidad de Barcelona. Quedé perplejo y maravillado cuando el doctor Prevosti explicó la estructura del DNA, el código genético, y en especial, los experimentos de los franceses François Jacob y Jacques Monod, que dieron lugar al modelo del operón Lac bacteriano [véase: Ismael Ledesma Mateos, Ubú Primera época, François Jacob y su estatua interior]. Comparado con las asignaturas de Zoologías, Botánicas, y Fisiologías al uso, aquello parecía Física cuántica. Es por ello que decidí pedirle al doctor Prevosti entrar en su Departamento de Genética, cosa que logré en 1967.

Como desgraciadamente no había nadie en España que hiciera buena Embriología, en el Departamento de Genética, decidí realizar mi tesis en un tema relacionado con Embriología y no con Genética: la regeneración de planarias (también conocidos gusanos planos o Platelmintos). El acercamiento a estos modelos animales fue totalmente el azar. Una vez que el doctor Prevosti supo sobre mi decisión de abordar la regeneración animal, me advirtió que de esto él no sabía nada y que me habría de dirigir a mí mismo. Aunque auto-dirigirse es muy poco recomendable, así lo hice. Dicho y hecho. Había varios modelos animales para estudiar regeneración: hidra, planarias, anélidos, cucarachas, estrellas de mar, anfibios, así que poco después hablé con el doctor Ramón Margalef, uno de los mejores ecólogos del mundo, a la sazón director del recientemente creado Departamento de Ecología de la Universidad de Barcelona. Comentando el tema con él, me dijo: “en el pantano de la Foixarda[5] hay montones de planarias”. Fui allí; era cierto. Había muchas, eran fáciles de mantener en el laboratorio, desde 1900 existía una extensa bibliografía, y con ellas se podían hacer montones de experimentos.

La propuesta para traducir el libro de Embriología de Charles Houillon, me llegó a través de un colega de la licenciatura, Jaume Terradas, que se dedicó a la ecología, y que entre 1969 y 1970 trabajaba para la Editorial Omega de Barcelona. Sólo participé en la primera edición, publicada, creo, en 1972. La razón es que la traducción del libro se me hizo bastante pesada. Su francés era alambicado, difícil de traducir. Por ello tardé en acabarlo y sólo después de varios ultimatums por parte de la editorial, logré finalizar. Ni qué decir tiene que decliné en participar en las sucesivas ediciones, seis según me parece. Es curioso, pero a pesar de que traduje el libro del doctor Houillon, nunca le conocí en persona.

Por otra parte, sinceramente desconocía la anotación y referencia a que Louis Gallien había dirigido la tesis de doctorado de Houillon que mencionas. Es la primera vez que oigo hablar de Gallien y no conozco ni he leído ninguno de sus trabajos. La escuela que sí conocí fue la Escuela Francesa de embriología, de Étienne Wolff y Françoise Dubois. En especial a Françoise y sus discípulos, que fueron investigadores muy conocidos en regeneración de planarias en las décadas de 1940-1970. Actualmente, no queda ya nada de esta Escuela.

Después del arduo trabajo de traducción que representó el libro de Houillon, tuve varias propuestas más para traducir obras al castellano y al catalán, pero no acepté ninguna. Juré no volver traducir nada más. Sin embargo, en mi experiencia personal, si tuviera que recomendarle a alguien que se iniciara en esta actividad, le diría que en primer lugar se intente dominar a fondo el idioma del libro a traducir. Considero que esto es clave. En segundo lugar, que tu especialidad científica sea lo más cercana posible al tema del libro. El tercer punto, es que el libro a traducir te interese, sea ameno, y esté bien escrito. Y en último lugar, una buena dosis de perseverancia y paciencia.

También tuve una estancia en el Epigenetics Research Building, que fue una experiencia muy interesante, a la par que extraña. Era un edificio anexo perteneciente al entonces, y aun ahora, famoso Institute of Animal Genetics de la Universidad de Edimburgo. El director del edificio y del grupo era Conrad Hal Waddington, uno de los mejores biólogos dedicados a la embriología del mundo, por aquel entonces ya en declive. Sólo conversé con él una vez; hablamos más sobre arte, socialismo y comunismo que de otra cosa. La parte extraña se debe a que pude continuar mis estudios en regeneración de planarias sin entrar en un proyecto de biología molecular del cristalino del pollo, que era una de las investigaciones focales de la institución. Sinceramente, eso me interesaba más bien poco. Había grupos pioneros en Biología Molecular muy interesantes. Técnicamente, aprendí mucho.

Al no haber trabajado nunca con embriones, no me considero alguien que se dedique a la embriología. El vocablo me parece ya un mucho anticuado y el término Biología del Desarrollo lo engloba, lo amplía, y es el término de uso hoy en día. De hecho, la investigación en regeneración es una parte, un tanto excéntrica si se quiere, de la Biología del Desarrollo. Por otra parte, mi tránsito en la investigación sobre la regeneración a la Biología del Desarrollo fue gratificante y aunque suene un tanto pedante, nuestro grupo de investigación en regeneración de planarias en Barcelona fue considerado el mejor del mundo entre 1970-1990. Después irrumpieron investigadores estadounidenses y alemanes, mejor financiados y ciertamente brillantes, que desplazaron el centro de gravedad, básicamente a Estados Unidos. Respecto a la Evo-Devo,[6] me introduje en ella en la década de los noventa al usar técnicas moleculares (secuenciación de DNA ribosómico) en filogenia animal para determinar la posición filogenética del filo Platelmintos. Tuvimos resultados muy interesantes que nos llevaron a estudiar la evolución de la simetría bilateral y otros temas como la biogeografía local y mundial de planarias de aguas dulces.

En lo concerniente a Pere Alberch, lo conocí a mediados de los ochenta en algunos simposios de la Fundación March en Madrid, cuando él era ya muy conocido por sus trabajos con Stephen Jay Gould y David Wake. Era 10 años más joven que yo, muy brillante, buen polemista, empático, un poco fanfarrón y mujeriego. Cuando por razones varias dejó Harvard y vino a Madrid, como director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, nos vimos algunas veces más. Más tarde su estrella se fue apagando. Su prematura muerte, a las puertas de introducir técnicas moleculares en su investigación, lo interrumpió todo. Una lástima.

A Antonio García-Bellido, le conocí en Córdoba, en otoño de 1976, en un simposio sobre la Enseñanza de la Genética. Más tarde, le visité numerosas veces en el Centro de Biología Molecular en la Universidad Autónoma de Madrid, y en los noventa llevamos a cabo un proyecto de colaboración sobre mutantes morfogenéticos en Drosophila. Antonio y Ramón Margalef son los mejores biólogos españoles de la segunda mitad del siglo XX. Una persona muy culta e interesante. Con respecto a colegas de otros países, tuve la oportunidad de conocer a Eric H Davidson, Ruddy Raff, Mark Martindale, Edward B Lewis, Sean B Carroll, Lewis Wolpert, Michael Akam, Nicole Le Douarin, Hans Meinhardt, etc. Tal vez me haya olvidado de alguien. Por otra parte, a lo largo de mi carrera científica (1968-2014), no supe de ningún científico mexicano interesado en el tema de regeneración, y aún menos en planarias. Sólo muy tangencialmente (Evolución, Origen de la Vida) conocí vagamente a Antonio Lazcano, quien preparaba una serie de charlas en la UNAM a finales de la década de 2010 que, creo, no se concretaron.

En cuanto a mi experiencia y relación como invitado especial de la revista The International Journal of Developmental Biology (IJDB), conocí a Juan Aréchaga en mi calidad de miembro del Consejo Editorial de la IJDB desde 1989 a 1994, revista que él impulsó a partir de una publicación previa denominada, si no mal recuerdo, Anales de Embriología. Al doctor David Fogarty quien es editor en jefe del IJDB, le conocí más tarde, en especial a partir de 2001-2002, ya que fui co-editor invitado, junto con Jordi García-Fernández, también del Departamento de Genética de la Universidad de Barcelona, del Volumen Especial (Volumen 47 del año 2003) dedicado a Evolución y Desarrollo (Evo-Devo), que fue un gran éxito de participación y consulta. David Fogarty era el experto en corregir nuestro aun defectuoso inglés y en darnos útiles consejos de cómo presentar papers, pósters y más tarde Power Points. Una persona encantadora.

Más tarde, en el Primer Congreso fundacional de la Sociedad Española de Biología del Desarrollo en Leioa, País Vasco, fui uno de los socios fundadores de esta Sociedad, de la que él fue secretario (el presidente era Antonio García-Bellido) y más tarde presidente. Formé parte de la SEBD, como socio fundador, desde el primer congreso en 1996 y fui vocal de su Junta Directiva desde 1996 a 2006. Participé en todos los congresos de la SEBD, desde 1996 hasta principios de la década de 2010. Al jubilarme en 2014, dejé de asistir. En 1999 organizamos en Barcelona el segundo congreso de la SEBD, todo en lengua inglesa, que fue un gran éxito. Creo que todavía pertenezco a la sociedad, a no ser que por impago de cuotas me hayan echado.

Finalmente, creo que la divulgación y el periodismo científico habrían de estar más presentes en el día a día de la gente.

Reciba un cordial saludo,

Jaume Baguñà

Catedrático Emérito de Genètica,

Universitat de Barcelona

 

Esta colaboración está dedicada a la memoria de mi hermano mayor, quien me inició en la música de John, Paul, George y Ringo. A unos días de cumplirse dos años de que no estás con nosotros, te seguimos recordando.

 

 

[1] Charles Houillon, Embriología, Ediciones Omega, quinta edición, 1980.

[2] Jean-Claude Beetschen, “On the present situation of Developmental Biology in France” en The International Journal of Developmental Biology, 34: 25-31, 1990.

[3] Las planarias o gusanos planos poseen una asombrosa capacidad de regenerar todo un individuo completo a partir de una pequeña parte de su cuerpo. Han sido ampliamente investigadas debido a sus potenciales aplicaciones clínicas y biotecnológicas.

[4] Jaume Baguñà, “A history of Evo-Devo research in Spain” en The International Journal of Developmental Biology, 53: 1205-1217, 2009.

[5] Es, en realidad, un lago artificial que está cerca de la montaña de Montjuïc, en la misma Barcelona.

[6] Biología Evolutiva del Desarrollo o Evolutionary Developmental Biology (Evo-Devo).

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