De color humano
Octubre 28, 2022 / Por Eliana Soza Martínez
Niños y niñas disfrazados caminan por las calles de la ciudad, asisten a fiestas de disfraces, animadas por payasos donde les regalan dulces. Otros, a su vez, rezan en los hogares donde han armado una mesa para un familiar muerto en el último año, reciben un pedazo de torta y galletas hechas en casa. ¿Cuál de estas tradiciones se debe practicar? ¿Qué tomar en cuenta al explicar a nuestros hijos sobre ambas celebraciones?
Desde hace unos años, a partir de la globalización y el acceso a la tecnología, tenemos la oportunidad de conocer cientos de costumbres a través del mundo entero. Además de las películas en cines y la televisión, así como toda clase de publicidad referente al tema, en diferentes medios se ha ido introduciendo la costumbre de Halloween, festividad celebrada la noche del 31 de octubre, de origen celta y que se festeja un día antes de la fiesta cristiana. Significa “fin del verano”, al finalizar la época de cosechas en Irlanda. En el caso particular de Bolivia, tenemos la tradición de “Todos Santos” y “Difuntos”, celebrada el 1 y 2 noviembre, días en los que recordamos a los seres queridos que partieron al más allá.
En este artículo quiero que me acompañen a reflexionar sobre si debiera haber o no una disputa entre estas dos festividades. Las críticas más recurrentes son las que dicen que Halloween es una conmemoración extranjera, por lo que no debería celebrarse en nuestra región. Pero siendo sinceros, muchas más lo son, como el Día de San Valentín y la misma Navidad, que fueron introducidas sin pertenecer a una cultura autóctona.
No es que quiera defender la celebración extranjera. Lo que pasa es que soy realista. La televisión, desde principios de octubre, bombardea con programas infantiles, películas y publicidad sobre este acontecimiento. Entonces, la mayoría de los niños esperan ilusionados tener la posibilidad de disfrazarse y pedir dulces a final del mes. A esto se suma que las calles de las ciudades se llenan de disfraces y accesorios para decorar las casas, sin olvidar que todos los comercios están ambientados con las imágenes de calaveras, arañas y calabazas. Así mismo, las fiestas para niños y adultos se reproducen cada año, ofreciendo todo tipo de actividades celebrando Halloween.
“Todos Santos”, hasta donde sé, tampoco ha ido disminuyendo. Todavía una gran parte de las familias bolivianas prepara una mesa para sus difuntos y las instituciones públicas, como los gobiernos municipales y gobernaciones, fomentan esta actividad armando mesas públicas.
También es cierto que hay emprendedores avispados que ofrecen lo mejor de estas dos festividades. Por ejemplo, vi un evento para niños en el que enseñaría a preparar tantawawas a los pequeños y a armar mesas tradicionales de “Todos Santos”, pero además tendrían una fiesta con música, dulces y disfraces.
Por esto, pensándolo bien, el 31 de octubre de alguna forma es un acontecimiento más amigable para los niños. No es que celebren a Satanás, sino que les ilusiona vestirse como lo hacen sus personajes favoritos, bailar y recibir dulces. Por lo menos eso veo en mis dos hijos.
Me pongo a pensar y recordar cuando iba a visitar “las tumbas” con mi mamá y mi abuelo, en las que no solo invitan galletas y torta sino, por otra parte, bebidas alcohólicas y que en muchos casos los mayores se quedan a beber. ¿Cuál sería el espacio para los niños allí, en una celebración adulta con consumo de bebidas alcohólicas?
No digo que reemplacemos una actividad por otra, sino que busquemos la forma para que los niños disfruten de una sana diversión y que a su vez les enseñemos las tradiciones regionales. Porque “Todos Santos” tiene, para mí, un trasfondo espiritual muy lindo, ya que es una de las mejores formas de vivir y cerrar el luto por la pérdida de un ser amado. No solo recordándolo, sino estando seguros de que puede venir a visitarnos una vez al año y compartir con los vivos.
Lo importante es rescatar lo mejor de ambas celebraciones, siempre hablando y explicando a los más pequeños para no confundirlos y tampoco enseñarles a hacer las cosas solo porque otros hacen o porque lo vieron en la televisión. Es una excusa perfecta para hablarles sobre un tema tan delicado como lo es la muerte desde una perspectiva diferente. Buscando, primero, la apertura de sus mentes para conocer otras formas de pensar, respetar las dos, aunque no estén de acuerdo y crear su propia identidad basada en las creencias de ellos o de la familia, pero estando conscientes de lo que significa cada una.
Eliana Soza Martínez (Potosí, Bolivia) Autora de Seres sin Sombra (2018). 2da. Edición (2020) Ed. Electrodependiente, Bolivia. Junto a Ramiro Jordán libro de microficción y poesía: Encuentros/Desencuentros (2019). Antología Iberoamericana de Microcuento (2017), compilador Carvalho; Escritoras bolivianas contemporáneas (2019) compiladoras: Caballero, Decker y Batista, Ed. Kipus. Bestiarios (2019), Ed. Sherezade, Chile. El día que regresamos: Reportes futuros después de la pandemia (2020), Ed. Pandemonium, Perú. Brevirus, (2020), Brevilla, Chile. Pequeficciones: piñata de historias mínimas (2020) Parafernalia, Nicaragua. Historias Mínimas (2020), Dendro Editorial, Perú. Microbios, antología de los Minificcionistas Pandémicos (2020), Dendro Editorial, Perú. Caspa de Ángel: cuentos, crónicas y testimonios del narcotráfico, Carvalho y Batista. Umbrales, Antología de ciencia ficción Latinoamericana (2020), Ediciones FUNDAJAU, Venezuela. https://www.facebook.com/letrasenrojo Instagram: @Eliana.Soza https://www.youtube.com/channel/UCJC8RtYxDvq0JVrb2ZIioeg
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