Desde el Sur

Despropósito

Despropósito

Septiembre 03, 2024 / Por Márcia Batista Ramos

Parece que los pájaros en bandada son más rápidos. Pero es apenas una impresión, algo de lo cual nadie tiene certeza. Como tantas cosas, que nadie tiene convicción y piensa que son, cuando realmente no lo son. Nadie pregunta nada, es una manera de ser, por lo menos, un poco delicadito. Después, piensan que debieron hacer preguntas, por lo menos algunas, en voz baja y tímidamente. Total, se percatan de que lo que no fue ya no tendrá oportunidad de ser.

En la mente del condenado hablan sus diversas personalidades, en una pelea interna sin precedentes. Uno se arrepiente de todo lo que no fue, mientras el otro le dice que por lo menos fueron felices y es interrumpido por otros convivientes que estuvieron callados, medio melancólicos, de manera que la bulla se instaura en la cabeza del hombre que decía que era feliz y otras cosas más. Todo pasa en los días viernes, ellos tienen una pelea campal. Es uno sólo, pero parece un club de hombres ebrios, todos se refieren a la misma mujer amada. Algunos la defienden, otros la acusan. No logran consenso. La discusión dura toda la noche. Cuando canta el primer gallo, el condenado no puede oírlo, tal es la bulla que hace eco en su única mente de múltiples personalidades.

Al levantarse de su cama, el condenado está con los pocos cabellos, literalmente, erizados. La fatiga y el cansancio hacen que sus ojos se vean más oscuros, especialmente los párpados arrugados, que recuerdan los de un ebrio fumatérico.

Las hormigas diminutas, forman una caravana en el desierto del piso del baño, suben por el porcelanato de la pared y salen por una imperceptible fisura en la ventana, seguramente, camino a La Meca. Antes, las hormigas, al igual que los perros, vivían en el jardín o en el patio. Ahora las hormigas, en fila india, invaden las casas desafiando los productos de limpieza que desinfectan y dan brillo a los pisos y paredes. Tampoco temen al aerosol que puede fulminarlas en un instante, antes de que vuelvan y sean millones, como dijo alguien por ahí.

Nadie sabe si el condenado es huérfano o fantasma, ya que, por un lado, él siempre evoca la familia, con padre, madre y hermanos –las hermanas no las menciona, no le gustan-; por otro lado, habla de la muerte certera, como si esa ya hubiera llegado y él fuera un fantasma con muchos recuerdos de tiempos ajenos.

El amigo muerto, se sumó a la lista de los amigos muertos y de un sinfín de recuerdos que se amontonaban entre los aros de bicicletas, las zapatillas deportivas, los naranjos en flor, el libro de Karl Marx, la locomotora del metro, el agua del río que se fue hasta el mar y algunas nostalgias interminables que se ahogan en las copas de un bar.

Los pájaros en bandada son más rápidos que los perros en jauría. Pero, una jauría es más feroz y puede destrozar a los que se cruzan por su camino, especialmente si es alguien con diversas personalidades, con sentimientos encontrados sobre perros o amores y que no disfruta del canto del gallo al amanecer. Además, que en las peleas consigo mismo jala los propios pelos hasta dejarlos erizados y prefiere matar a las hormigas aplastándolas con sus manos, como se si tratara del cuello de la mujer amada.

El condenado se victimiza como si fuera un niño huérfano, después, aflora su personalidad sensata y él habla sobre la importancia de la familia, los paseos en bicicleta, el libro de Karl Marx que él se olvidó en el metró. Luego cede paso al hombre frustrado que se mueve como un fantasma por las sombras, que no le gusta los ríos y no conoce el mar.

Nadie sabe lo que pasa. El juez, pregunta si el condenado tiene algo que añadir y él sin tardanza cierra un ojo y habla:

- Viernes, cuando el gallo cantó, vislumbré una bandada en cielo y a lo lejos vi a una jauría. El amigo muerto, paseaba con la mujer amada bajo el naranjo en flor, destruyendo un instante de nuestras vidas que fue hermoso mientras duró. Entonces, le ahorque con los huatos de las zapatillas deportivas, para que él se transforme en fantasma. Después, como si fuera una hormiga, fue la vez de la mujer amada…

Márcia Batista Ramos

Nació en Brasil, en el Estado de Rio Grande do Sul, en mayo de 1964. Es licenciada en Filosofía por la Universidade Federal de Santa María (UFSM)- RS, Brasil. Radica en Bolivia, en la ciudad de Oruro. Es gestora cultural, escritora y crítica literaria. Editora en Conexión Norte Sur Magazzín Internacional, España. Columnista en la Revista Inmediaciones, La Paz, Bolivia y columnista del Periódico Binacional Exilio, Puebla, México, Mandeinleon Magazine, España, Archivo.e-consulta.com, México, Revista Barbante, Brasil, El Mono Gramático, Uruguay. Además, es colaboradora ocasional en revistas culturales en catorce países (Rumania, Bolivia, México, Colombia, Honduras, Argentina, El Salvador, España, Chile, Brasil, Perú, Costa Rica, USA, China, Nepal, Uzbekistán, Paquistán, Arabia Saudita). Publicó: Mi Ángel y Yo (Cuento, 2009); La Muñeca Dolly (Novela, 2010); Consideraciones sobre la vida y los cuernos (Ensayo, 2010); Patty Barrón De Flores: La Mujer Chuquisaqueña Progresista del Siglo XX (Esbozo Biográfico, 2011); Tengo Prisa Por Vivir (Novela Juvenil, 2011 y 2020); Escala de Grises – Primer Movimiento (Crónicas, 2015); Dueto (Drama, 2020); Rostros del Maltrato en Nuestra Sociedad –Violencia Contra la Mujer. (Ensayo, 2020); Universo Instantáneo (Microficción, 2020).

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