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Cenicienta, ¿quiénes fueron su madre y su madrastra?

Cenicienta, ¿quiénes fueron su madre y su madrastra?

Mayo 10, 2023 / Por Maritza Flores Hernández

La maternidad no es un tema menor ni banal. Si bien es innegable el mercantilismo que rodea a la celebración del Día de la Madre —el 10 de mayo en México, el 7 del mismo mes en España y el 15 de octubre en Argentina—, el reconocimiento a la progenitora de nuestros días es indispensable porque implica la admisión de nuestra condición humana. Querido lector, ¿Usted sabe de algún humano que haya sido concebido, engendrado o parido por una piedra, robot o cosa semejante?

El cuento “La Cenicienta”, recogido del folklore popular de Europa en Los cuentos de mamá gansa, de Charles Perrault, publicados en 1667 y posteriormente, en 1812, por los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, da cuenta de la importancia de la madre en la vida de los niños y de los adultos, e incluso de los reinos.

Sin embargo, la versión más popular corresponde a la adaptación que Walt Disney hizo de la obra de Charles Perrault, al transformarla en una película animada estrenada el 15 de febrero de 1950, con el mismo nombre: La Cenicienta, bajo la dirección de Wilfred Jackson, Hamilton Luske y Clyde Geronimi. La mayoría de la gente la recuerda por la riqueza de los dibujos, colores, belleza de la letra y música.

En esta elocuente modificación de la obra de Perrault habrá de encontrarse cómo la oralidad del folklore de los pueblos y las nuevas facetas culturales muestran lo más primordial de la conciencia humana: el nacimiento y muerte. Así, el hecho de ser hijos de una madre y un padre se desvela no sólo de manera connatural, sino intrínseca al pensamiento y al espíritu.

A veces, se desconoce el nombre y rostro de la madre, o se ha olvidado; no obstante, ella ahí está. La identidad y el lazo con los hijos permanece. ¿Sabe Usted, querido lector, el nombre de la madre de Cenicienta o de su Príncipe azul?

En otras ocasiones, la madre acapara la vida de los hijos con el propósito de que ellos triunfen, tengan el éxito que ella desea para ellos y para sí misma. Recuerda, Usted, querido lector, ¿de quién es madre la Madrastra de Cenicienta?

En “La Cenicienta” encontramos dos tipos de madre de las que, generalmente, en el Día de la Madre, se habla poco: la madre difunta, y la otra, la madre ambiciosa.

La película, doblada al español, comienza con una narración:

 

…en un castillo señorial vivía un encumbrado caballero viudo con su pequeña hija Cenicienta.

Aunque él era un padre amable y cariñoso que le daba a su hija toda clase de lujos y comodidades, sentía que le hacía falta el cariño de una madre; así pensando volvió a casarse eligiendo por su segunda esposa a una viuda de buena familia con dos hijas de la misma edad que Cenicienta. Se llamaban Anastasia y Grisela.

Pero con la repentina muerte del bondadoso padre de Cenicienta la perversa madrastra demostró sus verdaderos sentimientos.

Cruel y calculadora y celosa de los encantos de Cenicienta se propuso no cejar hasta no ver los planes que tenía para el futuro de sus hijas…

Toda la fortuna de la familia era derrochada en las dos hermanastras…

Mientras que Cenicienta humillada y maltratada terminó por ser la sirvienta de su propia casa.

A pesar de todo Cenicienta seguía siempre amable y cariñosa porque con cada nuevo amanecer renacía en ella la esperanza de que algún día todos sus hermosos sueños se verían realizados…

 

Desde la introducción queda claro que la madre de Cenicienta ha muerto; empero, no se aclara si la conoció o no. Lo cierto es que, a lo largo del film distintas imágenes y diálogos muestran que Cenicienta tenía presente a su madre, de suerte que la vida de esa mujer influyó de tal manera en su hija que probablemente le habría heredado el carácter.

El cuento de Perrautl precisa:

 

… tenía una hija, cuya dulzura y bondad nadie aventajaba; cualidades que asemejaban las de su difunta madre, que fue buena entre las buenas…

 

En realidad, la producción de Disney traslada estas ideas al señalar que Cenicienta siempre en cada amanecer encontraba el renacimiento de la esperanza; y que, su conducta amable y cariñosa, se mantenía firme desde siempre.

Así podemos creer que hay un eco de la madre muerta en el corazón y pensamiento de la protagonista, un poco como afirmar que ella acude a su origen, a la conciencia de quién es realmente para sobrevivir a la pesadilla de la muerte de su padre y al maltrato cruel de su madrastra.

La madrastra, Lady Tremaine, es madre de Anastasia y Grisela, jóvenes poco agraciadas, envidiosas, egoístas; es decir, son feas por fuera, pero también por dentro. Carentes de sensibilidad y de inteligencia suficiente para comprender la innecesaria lucha que mantienen entre ellas por las cosas más nimias.

Debido a que la madre es controladora, pues para ellas tiene grandes planes de boda con hombres que auxilien a subir otro escalón en la sociedad de la época, que las protejan y que ella misma goce de un estatus mejor, dado que ha derrochado la fortuna de la familia de Cenicienta.

En realidad, vale comentarlo, la madrastra tiene aspiraciones comunes a los padres y madres de la época: casar a sus hijos con un “buen partido”. Visto así, sus intenciones y objetivos son legítimos; lo cuestionable son sus métodos.

Por ejemplo, ha empujado a Cenicienta, heredara legitima del castillo y demás propiedades a vivir en el desván propio de los sirvientes; le impone tareas como levantarse temprano, dar de comer a los animales de corral que tienen; preparar el desayuno, subirlos a las Habitaciones de la madrastra y sus hijas; levantar la ropa sucia, lavarla; ordenar la cocina, cocinar; limpiar las alfombras, ventanales, cortinajes, hall, jardín, terraza, chimeneas, lavar, planchar, y darle un baño a Lucifer, le gato de la madrastra y tormento de los ratones, amigos predilectos de Cenicienta.

La madrastra hace todo esto en contra de Cenicienta porque quiere borrar su identidad, quiere que olvide cuál es su lugar en este mundo, desea que entierre junto con el recuerdo de su madre muerta que, se comprende, era una mujer a la altura de las propiedades, cualquier resquicio que le hagan reclamar sus derechos. Privilegios que quiere para sus propias hijas.

El problema de que las hijas hagan “un buen matrimonio”, como ya se dijo antes, no es exclusivo de Lady Tremaine; sino igualmente del Gran Duque, padre del Príncipe.

Por cierto, el Príncipe y Cenicienta coinciden en que ambos han perdido a sus respectivas madres.

Esto se conoce porque el Duque al preguntarse, ¿cuándo el Príncipe sentará cabeza y le dará nietos?, observa los retratos donde aparecen juntos, desde que su hijo era prácticamente un bebé hasta la edad adulta.

Nadie explica cómo ni cuando falleció la madre del Príncipe como tampoco la madre de Cenicienta, pero de la misma manera se deduce.

En los dos, la figura que los acompaña en la primera y segunda infancia es el padre. La diferencia se presenta, cuando el papá de Cenicienta se casa y fallece, mientras que el Duque sigue ocupado en su hijo y dirigiendo los destinos de su pueblo.

De los nietos del Duque depende, como ya se sabe, la prolongación de esa forma de vida de la nación.

Véase la importancia de la futura esposa del Príncipe: ella será la madre de quien lideree a la siguiente generación. La madre cobra relevancia y trascendencia.

¿La madrastra tendrá conciencia de esto? Seguramente que sí, por ello en cuanto se entera del baile que darán en palacio para que las doncellas casaderas conozcan al Príncipe pone manos en la obra.

Busca los mejores atuendos, los perfumes y cosméticos más de moda; los peinados más “chic”; a fin de que sus hijas destaquen, sean miradas por el Príncipe, al mismo tiempo, las aconseja y anima para que consigan el fabuloso cargo de esposa del Príncipe y futuras gobernantes del reino.

El eco de la madre muerta de Cenicienta continúa susurrando en su memoria, en su actitud, en su comportamiento. Cenicienta se siente invitada puesto que ella es una doncella, en edad casadera, heredera de la casa donde vive; esto es, acude a su madre, a su origen, ya que no ha olvidado que su condición de sirvienta es temporal.

Saca un vestido de su madre difunta para rediseñarlo, porque la madrastra usa el subterfugio: si terminas todos tus quehaceres en término y tienes un vestido apropiado, podrás ir al baile.

La madrastra está consciente, la belleza de Cenicienta equivale a su bondad; su dulce canto y voz armoniosa, sus finos modales, la refinada forma que tiene al caminar; la sonrisa discreta y su alegría definitivamente sacan de la contienda a sus hijas.

Hijas que han recibido clases de canto, flauta, lo cual es muy sofisticado para la época, ropa. Asimismo, ha tratado de que aprendan a contener su carácter, a que procuren los modales antes que sus berrinches; mas todo ha sido inútil

Tienen una conducta grosera, caprichosa, displicente, son perezosas, no hacen nada, ni siquiera montan a caballo; desconocen la prudencia; en fin, son producto de la madre controladora, obsesiva y ambiciosa que tienen.

La Cenicienta comparte dos madres muy distintas, con propósitos diversos, metas y formas de lograrlo totalmente disímiles. Siendo curioso que aún en la muerte la figura de la madre persista dando esperanza e identidad a la hija, quien a su vez llevará este gen de constante renacimiento a las futuras generaciones que, era el tema del Duque, preocupado por su descendencia, sin excluir el tema del amor.

Es posible que se preste poca atención a estas dos mujeres, en su calidad de madres; dado que una es casi el fantasma de un recuerdo, y la otra, funciona como una villana de primer orden. Pese a todo, nos recuerda que, tanto en la ficción como en el folklore de los pueblos, hace falta tener presente nuestra intricada y misteriosa condición humana.

Como siempre querido lector, Usted tiene la última palabra.

Feliz Día de las Madres

Maritza Flores Hernández

Cuentista, ensayista y también abogada. Egresada de Casa Lamm, donde hizo la Maestría en Literatura y Creación Literaria. Considera el arte, la ciencia y la cultura como un todo. Publica dos columnas literarias cada semana, en distintos diarios. Su obra ha formado parte de la antología de cuentos “Cuarentena 2020”.

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