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Fernando Castellanos, catálogo de arte poblano

Fernando Castellanos, catálogo de arte poblano

Abril 04, 2023 / Por Maritza Flores Hernández

El nacimiento del hombre es tan importante como su trayectoria, especialmente si se trata de un artista plástico, cuyo quehacer transita desde la mitad del siglo XX hasta la segunda década del siglo XXI. Querido lector, ¿algún catálogo de arte encuentra lugar en su biblioteca?

La oportunidad siempre es caprichosa, especialmente porque tener un catálogo de arte no requiere tener el carácter coleccionista o vendedor de escultura, pintura, partituras, fotografía, etc. Mucho menos de ser experto, docente o historiador en arte. Basta y sobra con que le guste el arte o los libros o ambas cosas.

Crónicas de Fernando Castellanos es un libro que, sin superar en importancia a la obra del homenajeado Fernando Castellanos Centurión, logra vincular en 83 imágenes de la pintura del artista, asociadas de textos breves, su arte y función estética, social e histórica con el transitar cotidiano de la capital poblana.

La publicación, de tapas blandas, se engalana con la imagen de su obra Autorretrato, acrílico sobre tela, de 2014, misma que ofrece al espectador, desde un punto de vista formal y cronológico, tanto su infancia como madurez personal y su perfeccionado oficio de pintor.

Para ello, basta con observar la inserción de su retrato infantil, consistente en la fotografía de cuando era un niño pequeño, los elementos consustanciales al dibujo y la pintura: lápiz y pinceles, depositados en un vaso de cristal soplado típico de Puebla que, junto con figuras prehispánicas, desvelan la impronta mexicana que lo anima.

De este modo, Castellanos, nos lleva a su mundo interior delatando su constante búsqueda como artista, pues incluye figuras de papel recortado con tijeras, personajes del famoso cómic La familia Burrón, de Gabriel Vargas, un guitarrista y querubines, destacando las influencias que otras ramas del arte, disímiles, y de otras épocas han influido en su quehacer.

Estos personajes lo miran a él, al hombre de edad madura, ocupado en el lienzo, sosteniendo el pincel con el que matiza a un don Quijote de la Mancha que lo señala, uniéndose con el resto al escapar de la ficción-realidad planteada para adentrarse en la realidad del artista.

Mundos originales, propios de su cosmos, que comparte de la misma manera en que el balcón en el cuadro del fondo aparece como una ventana similar a la obra a la que aquí nos referimos.

En este autorretrato de análisis profundo, el artista convoca a sus habilidades y destrezas técnicas, pero también al sentido del humor y a su lucha interna; por ello, con mucha gracia tiene sentado en su hombro izquierdo a un ángel, en tanto que por el oído derecho un diablito le “aconseja”.

De suerte que Castellanos se expone ante sus propios ojos y a la vista del resto, no únicamente como artista, sino en su integridad, como ser humano.

La cubierta, en esta primera parte, es por sí misma la crónica de toda una vida, asumida en la íntima decisión, en la vocación al servicio del arte y en su creatividad. Por lo tanto, apropiada y coherente con la pretensión del libro y el título elegido, Crónicas de Fernando Castellanos.

El título se debe tomar en toda la riqueza lingüística y visual que implica el sustantivo “crónicas”.

En primer lugar, porque Fernando Castellanos ha sido llamado por muchos, “El cronista plástico de Puebla”, ya que a través de su obra narra la vida cotidiana de la ciudad capital, en la que nació en 1937 y en la que reside hasta esta fecha.

A través de su pintura cuenta los sucesos de la vida alrededor de las familias en el contexto de las vecindades, en sus calles, con los oficios y artes de sus habitantes; con los hábitos de los niños y sus juegos; sus inclinaciones religiosas; sus momentos de ocio; de alegría, de pena; cómo las buenas costumbres y otros valores eran protegidos.

En ese sentido, el título advierte al lector con lo que se va a encontrar: Crónicas narradas y elaboradas plásticamente por Fernando Castellanos.

Por ello la mayor parte de las 83 imágenes que componen el libro, a modo de catálogo parcial, están dedicadas a la obra denominada “costumbrista”, urbana. Incluso, están presentes las vicisitudes al transportarse en tren o en el camión dentro de la ciudad.

 

En segundo lugar, el título atañe a toda una vida de obra pictórica, aunque no necesariamente de forma cronológica ni completa, pues como ya se ha dicho, se refiere casi en exclusiva al género “costumbrista” que, desde luego, abarca el camino recorrido por Castellanos desde sus habilidades juveniles, por ejemplo, en la orfebrería, fotografía, hasta las más elaboradas, docencia, que le permiten abordar caminos distintos y variados, formulándose interrogantes anímicas, intelectuales y espirituales de permanente observación de la sociedad, lo que deriva en aportaciones al género que a veces lindan con lo surrealista y lo abstracto, según lo acreditan las imágenes que compone el catálogo.

Citamos, por ejemplo, aquellas obras en las que el espectador mira la vecindad desde una lente de cámara fotográfica, conocida como “ojo de pescado”, dando un efecto curvilíneo propio de la época.

O en “La lucha libre”, en la que identifica elementos de la cultura popular que, a la larga, devendrían en verdaderos sellos de marca de México.

Una más: en la página 178, nos encontramos con “El fotógrafo”, personaje tan común en la Puebla de los Ángeles, que teniendo sentada a la mujer motivo del retrato, llama su atención con un muñequito que sostiene en la mano que alza; la joven aún no mira a la cámara. El fotógrafo insiste. Si el espectador no pone atención, no sabrá por qué el fotógrafo vuela, sino hasta que aprecia que lleva alas en la espalda; sin embargo, no es ángel, sino pájaro contador de historias.

Lo cual es paradójico porque el fotógrafo, frente a sí, tiene la imagen de la Virgen de Guadalupe, en el Tepeyac, patrona de México y de las Américas, que, a su vez, sirve de telón de fondo a la despistada mujer, portadora del sombrero de charro.

¡Qué relatos!

Cada una de estas 83 imágenes transmiten la espectacularidad del colorido vívido de la obra de Castellanos, su alegría e intimidad.

Y, aunque no se trata de un “catálogo razonado” de autor, dirigido a coleccionistas de arte, indudablemente sí es suficiente para explicar la importancia del artista y de su obra, que va desde el arte realista, figurativo, y surrealista al abstracto; de este último, se incluye una muestra interesante.

También, en la obra seleccionada, se aprecian los medios y técnica usados por Castellanos: tela, papel, acrílico, acuarela, óleo, técnicas mixtas.

Igualmente, sabemos cuáles son los temas que le han ocupado: clásicos, paisajes rurales y urbanos, edificios: iglesias, vecindades, tiendas. La tecnología y la tradición. Narra hechos, denotando un cambio de postura frente al mundo que vertiginoso arranca una nueva forma de vivir al paso de cada década, de cada siglo, y de la post-pandemia.

Así, Castellanos consigue la representación contemporánea de elementos presentes en el imaginario popular, pero también en las casas, restaurantes y museos de la ciudad poblana; indicando cómo la evolución social prosigue sin olvidar a la muñeca de celulosa, al vidrio soplado, a la talavera, los dulces típicos; ni a las tunas, ni a la emblemática rebana de sandía, como lo deja ver en “Bodegón poblano”, donde suma los volúmenes exaltados de las figuras de azulejos de talavera, al tiempo reposando en un tibor, los pinceles del artista.

Finalmente, el catálogo, además del ÍNDICE, cuenta con una tabla de IMÁGENES, en la que aparecen todas y cada una de las obras seleccionadas, describiendo, la técnica y medios empleados.

En suma, es un libro para ver, pasar los dedos por la suave textura de sus imágenes, contemplar la quieta mirada del querubín de yeso, protegida por las curvas churriguerescas de alguna iglesia del barroco poblano, encumbrándose con la luz resplandeciente para destacar asombrosamente las cuatro peras. Mística labor que huye del simple costumbrismo, bien aquilatado como aportación a este género por el maestro Castellanos en su obra, “Peras y Querubines”, destacado en las solapas de la cubierta.

El lector podrá disfrutar, igualmente, de fotografías del archivo personal de Castellanos que acompañan la semblanza.

Debido a la naturaleza de este libro, cabe destacar la labor de los autores del libro: Mariano Castellanos Arenas, Isabel Fraile Martin, Manuel Espinosa Torres. Coordinación General: Manuel Espinos Atorres, Javier Gomez Marín (+). Imágenes: Fernando Castellanos Carreto. Fotografía: Josué Saúl Benítez López, Lino Xavier Cantorán Ortíz, José Miguel, Raúl Cortés Pereanes, Fidencio Rodríguez Vásquez. Edición de Fotografías: Lino Xavier Cantorán Ortíz, Fidencio Rodríguez Vásquez. Diseño Editorial: Gerardo Bravo Vargas.

Y la oportunidad, caprichosa y dilatada, se hace presente: el libro es de distribución gratuita, por correr la edición a cargo del Gobierno del Estado de Puebla y la Secretaría de Cultura.

Es una buena manera de comenzar una biblioteca personal.

Como siempre, querido lector, Usted tiene la última palabra.

 

Maritza Flores Hernández

Cuentista, ensayista y también abogada. Egresada de Casa Lamm, donde hizo la Maestría en Literatura y Creación Literaria. Considera el arte, la ciencia y la cultura como un todo. Publica dos columnas literarias cada semana, en distintos diarios. Su obra ha formado parte de la antología de cuentos “Cuarentena 2020”.

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