Tipos de lector, personas afines

Desde 1995, gracias a la Conferencia General de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) de ese mismo año, cada 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor. La intención es rendir homenaje al libro y fomentar la lectura. Querido lector, ¿Usted cuántos libros lee al año?

Esta pregunta suele ser algo comprometedora, porque se cree que de la respuesta dependerá el concepto que el mundo se forje de nosotros.

Y si Usted ha respondido, entonces probablemente deberá enfrentar una cascada de nuevas interrogantes, iniciando la cruenta lucha interior por evitar admitir cosas inconfesables:

¿Cuál fue el último libro que leyó? ¿Por qué y cómo lo eligió?

¿Usted prefiere la novela erótica o la puramente histórica?

¿Cree que los comics también son literatura?

¿Las revistas del corazón le gustan por las imágenes indiscretas de los artistas o por la información?

¿Lee Usted rápido, lento o regular? Y uno se pregunta, ¿en este caso, qué es rápido?

Hay cosas peores, hay quien sospecha: si comete la imprudencia de mencionar sus lecturas, la gente sabrá de inmediato con qué clase de persona se está tratando o por lo menos con qué tipo de lector se está hablando.

Si nos ceñimos a la Roma del siglo I a. C., habría tan sólo tres tipos de lectores:

Uno, profesional que, según Cicerón, sería el que lee obras relacionadas con su trabajo; es decir, la política. Hoy equivaldría a: cocina, arquitectura, astrofísica, mecánica, pintura, derecho, docencia, psiquiatría, psicología, yoga, economía, etc.

Otro, el hedonista, que lee únicamente por placer, lo que le gusta. Actualmente podría corresponder —exceptuando a los lectores profesionales— a quienes encuentra la belleza en las novelas, cuentos, ensayos, filosofía, estética, deportes, comics, etc.

Por último, el lector culto que lee de todo porque juzga importante ser conocedor de la mayor parte de los temas posibles, porque ama el conocimiento, porque quiere saber, porque tiene una infinita curiosidad de las cosas.

Todos estos lectores subsisten en este siglo XXI, a pesar de que las ciencias, las artes y demás intereses han crecido y se han diversificado, tanto como las especies de publicaciones.

Esta clasificación, igual que cualquier otra, tiene la intención de abarcar y entender al lector porque sin éste el libro no existiría.

Las estadísticas, encuestas y análisis que se realizan formalmente tienden a reconocer a la lectura como un proceso complejo, añadiendo otros medios de difusión, divulgación y expresión.

El informe del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de México, sobre los resultados del Módulo de Lectura (MOLEC) de este 20 de abril de 2023, se centra en el comportamiento de los lectores; por ello, además del libro, están contenidos páginas de internet, foros, blogs, revistas; y se preocupa por temas como: por qué se lee y por qué no, la frecuencia y el tiempo de lectura; quiénes leen más, los hombres o las mujeres y por qué.

Cabe recordar que leer es un acto absolutamente libre, voluntario; esto es, no hay modo de que alguien pueda obligar al otro a leer. De suerte que estos informes toman en cuenta únicamente a los mayores de 18 años y no incluyen los libros de textos, puesto que están comprendidos en las tareas escolares.

De este informe, se destaca:

 

En 2023, el porcentaje de la población de 18 años y más, lectora de los materiales considerados por el Módulo sobre Lectura (MOLEC), fue de 68.5 %: 12.3 puntos porcentuales menos que en 2016.

 

También, se debe tomar nota de:

Los libros fueron el principal material de lectura, con un 40.8 % de lectores de 18 años y más, seguido de la lectura de las páginas de Internet, foros o blogs, con 37.7 por ciento.

Para los grupos de 18 a 24 y de 25 a 34 años, la lectura de las páginas de Internet, foros o blogs alcanzó 63.0 y 52.5 % respectivamente, mientras que la lectura de libros fue menor, con 54.2 y 46.8 % respectivamente.

Y es de suma relevancia retener lo siguiente:

La población no lectora presenta una mayor carencia de estímulos para la lectura durante la infancia: 83.0 % declaró que sus padres o tutores no la llevaban a bibliotecas o librerías, 79.7 % dijo que sus padres o tutores no le leían y 68.3 % no veía a sus padres o tutores leer.

Lo anterior desenmascara la verdadera preocupación: en México se lee poco. No hay lectores. En consecuencia, los niños carecen de una influencia en casa que los anime a la lectura.

¿Qué pasaría si se descubre que a uno gusta de leer comics, o suplementos deportivos o libros de autoayuda?

Pues ocurriría que uno sería denominado simplemente Lector.

Y si compartiéramos la lectura con los hijos o los nietos; con los amigos o colegas; correríamos el peligro de coincidir con el escritor y poeta, Jorge Luis Borges, en su disertación “El libro”, dada a los alumnos en la Universidad de Belgrado en la década de los setenta del siglo XX, al señalar:

De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación.

Puede suponer, ¿cuántas personas afines entre sí dejarían de estar solas?, ¿cuántas nadarían en la mar de su propia libertad?, ¿cuánta tranquilidad podríamos hallar?, ¿cuántos niños ya no estarían obnubilados con una pantalla sin sentido?

Como siempre, querido lector, Usted tiene la última palabra