Káos

Anorexia: “Comer Nada”

Anorexia: “Comer Nada”

Agosto 01, 2023 / Por Antonio Bello Quiroz

…y para adoptar otro oficio no sólo era el

ayunador demasiado viejo, sino que estaba

fanáticamente enamorado de su hambre

Franz Kafka

 

La época impone una moda en el ser mujer: estar delgada. Las incertidumbres sobre el ser mujer y la constante oferta de un modelo de serlo se imbrican. El modelo funciona como mandato de un amo tirano que habla la lengua del consumo. En busca de cumplir con este mandato, la boca se llena del placer de nada. Las mujeres que, jóvenes y bellas en su mayoría, eventualmente se ven atrapadas en la exigencia estética de este amo tiránico, son llamadas anoréxicas.

La anorexia bien puede ser en el inicio un juego de desmentida o rechazo de la propia imagen. Sin embargo, eventualmente algunas mujeres se encuentran atrapadas sin salida en ese singular síntoma que es, como todo síntoma, un decir con el cuerpo. Un cuerpo que de pronto muestra rechazo a la comida, una boca que se cierra en torno a nada. A estas jóvenes y bellas mujeres el cuerpo que les muestra su condición sexuada, a partir de la mirada del Otro, les incomoda y hay que ocultarlo, bien con ropas holgadas que oculten sus formas, o bien con una delgadez extrema, mostrando un cuerpo que hace transparente el germen de la muerte que lo habita.

La muerte se hace visible, el síntoma se revela como mensaje que se inscribe para un destinatario anónimo, inconsciente: el cuerpo muestra lo que no se puede decir, el cuerpo se transforma en algo siniestro.

En la anorexia, las dos cuerdas esenciales de la condición humana, la sexualidad y la muerte, se tensan mostrando lo que en realidad es el cuerpo: un campo de batalla. El pasaje por una y otra es lo que configura la vida y deja marcas indelebles en el psiquismo, en la vida interior, en la subjetividad, para decirlo en una palabra. La báscula entre la sexualidad y la muerte no puede ir sino del dolor al placer, los dos únicos polos de lo humano. El dolor y el placer son las caras del síntoma y del goce.

Aún hasta entrado el siglo XIX, los casos de anorexia se multiplicaban, pero tenían una lectura distinta: las anoréxicas eran vistas como santas o como posesas. Su lugar era el convento o el manicomio. La santidad y la posesión diabólica derivaron en enfermedad en el siglo XX. En la actualidad la anorexia es una forma de estar en el mundo. Una forma que busca ceñirse a los dictados de la moda, que proyecta en ciertas características la imagen del éxito y lo popular. La anorexia es vista como un pasaporte hacia la modernidad.

Las santas anoréxicas han llevado a su más alta expresión el sentido de la transgresión. Mismo estatus que detentaron las brujas: la insumisión como divisa. La anorexia no se trata en absoluto, como se piensa y difunde, de un padecimiento actual, aun cuando se muestre ahora ligado al ideal de la delgadez extrema como pase al brillo social. También ha existido una tendencia a la anorexia entre las santas desde el siglo XIII al XIX: Santa Clara de Asís, Santa Teresa de Ávila y, sobre todo, Santa Catalina de Siena.

¿Qué liga hay entre la anorexia y la sexualidad? Catalina de Siena se negó a comer para mostrar su rechazo al matrimonio, se negaba a casarse, lo que constituye la primera muestra de rebeldía, pero también primera liga entre la anorexia y la sexualidad. Catalina de Siena es predecesora de las dietas que hoy inundan el mercado y que desde luego no podían estar alejadas de la iglesia y sus perversiones. Ambas, la anoréxica y la posesa, podían vivir sin alimentos. Catalina de Siena hacía ayunos que impresionaban al mismo Francisco de Asís, quien era, por su parte, un consumado ayunante. Era tal la vocación por el convento en Catalina de Siena que las internas ven a la institución conventual como una forma de escapar del patriarcado severo que reina en su momento: primero monja que sometida. La anorexia era entonces el síntoma del rechazo a un sistema patriarcal que les oprimía.

Pero, ¿qué hay detrás de una anorexia? Evidentemente se juega ahí algo de la relación fundamental de lo humano, bisagra entre lo orgánico y lo psíquico que se afinca en la primera etapa del desarrollo sexual infantil: la oral.

En 1895, cuando Freud aún no era el inventor del psicoanálisis, en el Manuscrito G, sobre la melancolía, hablaba de la anorexia como un padecimiento de la adolescencia, en particular de la pubertad. Escribe: “La tan conocida anorexia nerviosa de la adolescencia me parece representar, tras detenida observación, una melancolía en presencia de una sexualidad rudimentaria.” ¿Qué es una sexualidad rudimentaria? La respuesta es simple, pero no tan obvia: la satisfacción se alcanza en una función parcial del cuerpo, el no comer. Eso pasaba en los siglos XIII al XIX, pero tendríamos que preguntarnos sobre lo que pasa hoy con la anorexia.

En el siglo XVIII las anoréxicas eran vistas como brujas, porque si no comían de día, seguro lo hacían por las noches, en un aquelarre con el demonio. ¿Y cuál era su delito? Muy fácil de descifrar: salir del circuito de la reproducción, es decir, hacer de su cuerpo instrumento de placer y así poner coto a la sexualidad en sus fines “naturales”. Pero las anoréxicas no pueden ser sancionadas, como las brujas, porque hacen de su no comer un signo de redención. Por ello son santas: ofrecen su cuerpo en sacrificio a un dios oscuro. La anoréxica apaga su sexualidad, como en sentido inverso la bruja (o la puta) la enciende. Freud considera a la anorexia como una repulsión a la sexualidad, es una forma de inscripción enigmática en el cuerpo que desafía al orden vital.

Aunque históricamente se ha considerado a la anorexia como una cuestión femenina y las actuales estadísticas van en ese sentido, Freud también habló de la anorexia en los varones. Escribe con respecto a El hombre de los lobos: “En su evolución sexual, lo primero que de él averiguamos es la perturbación de su apetito, interpretándolo, con reservas, como un proceso sexual.” Sabemos que Freud, desde los inicios de sus desarrollos teóricos, hace al hambre y al sexo equivalentes, sobre todo cuando se habla de pulsión. La inhibición de la sexualidad es equivalente a la inhibición de la pulsión de nutrición.

Pero si la anoréxica desafía al orden es porque anhela que algo pase, es decir, que un orden superior se imponga, que un ideal le haga salir del propio cuerpo. Y salir del propio cuerpo es lo propio de lo femenino: la mujer corporiza todo, trata al mundo como si fuera parte de su propio cuerpo, todo lo hace suyo. Pero ese acceso temprano a la falta de apetito podemos considerarlo como una modulación de la instalación de la neurosis. Es decir, la locura ordinaria se expresa en no comer lo que se desea.

¿De qué se alimenta entonces la anoréxica? Se alimenta de Nada. La nada que alimenta es el resultado de la triada vital: necesidad, demanda y deseo. Y, desde luego, la relación entre la madre y la alimentación es lo más vital e inicial en todo humano, es su relación vital y modélica. En el Seminario 4, La relación de objeto, Lacan utiliza por primera vez la expresión “Comer nada” para referirse a la forma en que se alimenta la anoréxica. Lacan relaciona a la anorexia con la frustración y, en ese sentido, se trata esencialmente de destacar que el infans principalmente se alimenta de la madre. Digámoslo con contundencia: la madre es el primer y esencial alimento, el primer modelo de amor. De ahí parte todo, las primeras intermitencias de los objetos de amor fundan ahí su ser: presencia ausencia, cu-cu, alternancia entre el estar y el no estar del objeto. Quizá esto esté en el fondo de la insatisfacción neurótica. La anorexia es entonces una forma de decir no a la excesiva presencia del otro. Es una forma más de decirle: “¡vete a la chingada!”.

Una forma radical de reclamar al Otro un lugar para el deseo.

Antonio Bello Quiroz

Psicoanalista. Miembro fundador de la Escuela de la Letra Psicoanalítica. Miembro fundador de la Fundación Social del Psicoanálisis. Ha sido Director fundador de la Maestría en Psicoanálisis y Cultura de la Escuela Libre de Psicología. Ha sido Director de la Revista *Erinias*. Es autor de los libros *Ficciones sobre la muerte*; *Pasionario: ensayos sobre el crimen* y *Resonancias del deseo*. Es docente invitado de diversas universidades del país y atiende clínica en práctica privada en Puebla.

Antonio Bello Quiroz
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