Tinta insomne
Febrero 15, 2022 / Por Fabiola Morales Gasca
Tomado según las instrucciones, Ubik le depara un
sueño ininterrumpido y un despertar libre de molestias.
Con Ubik, usted se levantará fresco como una rosa y
dispuesto enfrentarse a esos pequeños problemas que le
preocupan. No exceder la dosis recomendada.
Durante días pasados de convalecencia tuve el placer de tener la compañía de un libro extraño, tan extraño como los días que hemos vivido desde el 2020, en esta casi eterna cuarentena, haciendo largas filas para vacunas con sus respectivas reacciones, uso obligatorio de cubrebocas y largas discusiones sobre la vacunación. Al otro extremo de nuestra realidad, Ubik, de Philip K. Dick, se erige como una novela de ciencia ficción que atañe también a la subjetividad, la filosofía, hace crítica al consumismo y, por si eso no bastara, realiza una reflexión sobre lo que hay más allá de los umbrales de la vida. ¡Casi nada!, ¿verdad?
Philip K. Dick es un maestro a la hora de escribir y esboza temas que nos cuestionan la realidad tal y como la conocemos. Ubik fue publicada en 1969 y aunque varios de los temas que trata la novela, como la telepatía, los poderes especiales, los saltos de tiempo y la hibernación, no eran desconocidos, bajo la pluma de K. Dick estas ideas rompen el clásico panorama del género ciencia ficción para replantearlas tanto a una crítica del sistema de consumo y a una visión filosófica sobre la existencia. Ubik tiene el sello personal de su autor igual que El hombre en el castillo o ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Blade Runner): el planteamiento de la realidad.
Los anuncios que inician en cada capítulo y que suelen ser humorísticos y sin sentido van siendo piezas de un enorme rompecabezas que permiten entender el final de la novela. Ubik nos coloca en una realidad alterna en la Tierra, año 1992, bajo un sistema supercapitalista donde todo tiene precio: los protagonistas pagan por abrir las puertas de sus propias casas, ducharse o abrir la nevera. Grandes corporaciones se adueñan del mundo y existen personas con poderes mentales usadas para espiar a los miembros de las estas grandes empresas, con fines económicos. La ciencia ha encontrado la forma de congelar los cuerpos de las personas fallecidas para conversar con ellas cuando sus familiares así lo requieren, claro, a cambio de ese privilegio otorgan fuertes sumas de dinero.
Joe Chip, trabajador de la empresa de Glen Runciter, tiene que viajar a la Luna con un grupo de antipsíquicos para solucionar los problemas de una empresa con telépatas infiltrados. Glen Runciter ––quien se comunica con su “semiviva” esposa Ella para tomar las importantes decisiones de la empresa–– los acompaña a su misión de la Luna. Hay un atentado y el grupo lucha desesperadamente por regresar a la Tierra, donde ahí empiezan a ocurrir eventos extraños y los objetos tienen una misteriosa degradación conforme avanzan las horas. Cuando Joe Chip ve en la pared del baño la frase “Tú y los demás están muertos. Yo estoy vivo”, cuestiona la realidad. ¿Él y su grupo están realmente vivos? ¿Por qué las cosas se ven tan viejas? Philip K. Dick juega con nosotros, lectores que sospechamos extraños saltos de tiempo, pero además el autor nos hace sentir a lo largo de la novela una presencia Todopoderosa, presente en todo momento y lugar, como un ojo de Dios que vigila cada instante de nuestra vida. ¿Qué o quién es Ubik? ¿Qué trata de decirnos? No lo sabemos exactamente y por eso continuamos leyendo hasta la última hoja.
Como Matrioshkas —esas muñecas rusas que se albergan en el interior una tras otra—, así Dick nos lleva a un mundo donde la muerte y la divinidad se entrelazan para minar nuestro sentido de lo que es real y no lo es. Tal y como estos dos últimos años que llevamos sumergidos en la distopía del siglo XXI, cuya crisis desatada por el Covid-19 ha acelerado a ritmo vertiginoso los cambios estructurales que ya se venían realizando desde principios del 2000. Las tendencias futuras indican que habrá recesión económica, cambios educativos, sociales, laborales en perjuicio de los sectores más desfavorecidos. Tal vez terminemos en un entorno similar al de Ubik, donde estemos fichados en una base de datos por no tener ingresos suficientes o deudas ––parecido al buró de crédito actual–– y nos nieguen la venta de un simple café, o paguemos por salir de nuestras propias casas ––espero que nunca.
Ubik es flamante, divertida, nos intriga y nos ofrece una experiencia de lectura tan impredecible como estos tiempos. También nos enseña que, pese a lo absurda que sea la realidad, siempre hay esperanza de vencer lo adverso. Nos regala las ganas de rociar a nuestra desgastada existencia con un spray que deje partículas danzantes de luz alrededor de nosotros para devolvernos un poco de alegría.
“Yo soy Ubik. Antes de que el universo existiera, yo existía. Yo hice los soles y los mundos. Yo creé las vidas y los espacios en los que habitan. Yo las cambio de lugar a mi antojo. Van donde yo dispongo y hacen lo que yo les ordeno. Yo soy el verbo, y mi nombre no puede ser pronunciado. Es el nombre que nadie conoce. Me llaman Ubik, pero Ubik no es mi nombre. Soy. Seré siempre.”
P.D. Sobreviví a la enfermedad. ¡Estoy viva!
Fabiola Morales Gasca Licenciada en Informática por el Instituto Tecnológico de Puebla. Egresada de talleres literarios en la Casa del Escritor y la Escuela de Escritores. Terminó el Diplomado en Creación Literaria en la SOGEM-IMACP de Puebla. Maestra en Literatura Aplicada por la Universidad Iberoamericana. Autora de los poemarios “Para tardes de Lluvia y de Nostalgia” 2014 y “Crónicas sobre Mar, Tierra y Aire” 2016 Editorial BUAP. Libros infantiles “Frasquito de cuentos” y “Confeti” 2017, BUAP y Libro de minificciones “El mar a través del caracol” Editorial El puente 2017. El niño que le encantaban los colores y no le gustaban las letras 2018. Luciérnagas 2020. Participante de varias antologías en España, Paraguay, Chile, Colombia y México. Lectora voraz y escritora incansable.
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