Crónica

Ganarle a Alemania en un mundial de futbol

Ganarle a Alemania en un mundial de futbol

Agosto 23, 2022 / Por Fernando Percino

Imagen portada: México vs Alemania, Mundial Sub 20 FemenilFoto: Twitter @Miseleccionfem

No es algo que pase seguido. La primera ocasión que vi un triunfo así fue en el 2011, aquel partido entre selecciones de categoría sub17. Acabo de volver a ver el resumen de ese partido en Youtube y me ha conmovido hasta las entrañas. Es el único caso en el que he visto que en un mismo partido se anota un gol olímpico y después otro de chilena. Es de los juegos de mundiales, de cualquier categoría, que siempre recordaré con mucho cariño.

La segunda vez que contemplé otro triunfo tricolor sobre la escuadra teutona fue en el 2018. Yo estaba en Cuernavaca, con algunos de mis mejores amigos. Antes les había pronosticado que México iba a ganar. Otro amigo, llamado Alejandro, también le apostó al triunfo de México, que despertaba dudas en su accionar previo a la justa, porque el director técnico de ese momento, Juan Carlos Osorio, hacía muchas rotaciones con la alineación. El partido fue muy trabado. Cabe recordar que Alemania venía de ser campeón del mundo en la justa previa celebrada en Brasil. Cuando “Chucky” Lozano metió el gol, todos en la sala gritamos con euforia. Era increíble. Ese tormento alemán que nos echó en penales en nuestro propio mundial del 86 ahora estaba siendo derrotado por un equipo llenó de jóvenes que estaban compitiendo al más alto nivel contra el cuatro veces campeón del mundo. Mi corazón late con fuerza al recordar ese momento.

El tercer y último triunfo que disfruté fue apenas y llegó por parte de la selección femenil sub20. La cita fue en el mundial de la categoría celebrado en Costa Rica. El partido contra las bávaras fue el tercero para México de la tercera ronda. Yo vi los dos anteriores, el primero contra Nueva Zelanda, que el Tri inició perdiendo y alcanzó a empatar a uno. El segundo fue contra Colombia, otro empate, pero esa vez fue un cero a cero. Los dos primeros juegos fueron de sufrir demasiado. Noté que México fue superior a sus rivales pero no pudo reflejarlo en el marcador. Ese grupo de chicas había perdido de forma reciente a su directora técnica titular por problemas más allá de vestidores y la estratega suplente, Ana Galindo, tuvo que tomar el mando a pocos días de iniciar el mundial. Se notaba cierto desorden del equipo al momento de atacar, pero nunca falta de coraje. Cuando las chicas llegaron al tercer partido contra Alemania no tenían más opción que ganar para pasar a la siguiente ronda. La verdad, yo tenía escepticismo. Le dije a un amigo que el equipo a lo mucho iba a empatar. Estaba el antecedente de que las teutonas nunca habían quedado fuera en primera ronda en los mundiales sub20 femeniles. No estaba en chino, estaba en alienígena sacar adelante ese partido. Qué buena cerradota de hocico me pusieron mis compatriotas.

Fue otro partido que voy a guardar por siempre en mi corazón. Las alemanas salieron al terreno de juego a matar. Dispararon hartas veces con mucha precisión al arco de la guardameta Celeste Espino, quien sacó todo y más; al final fue la jugadora del partido con toda justicia. Yo moría de nervios, quiero mucho al futbol femenil. En la liga local tengo muchas amistades que trabajan ahí o están vinculadas a ella. Jugadoras, familiares de jugadoras, silbantes. He visto crecer a muchas amigas en la liga, también he sido solidario con la forma en cómo padecen los familiares tanto económicamente como en otros aspectos para mantener a sus chicas jugando en los equipos. Siguen faltando los apoyos necesarios para que ellas ganen lo que ganan los hombres. Ese mundial sub20 era la gloria para muchas de esas jugadoras, cabe valorar los esfuerzos individuales y colectivos, los sacrificios que se viven en el deporte amateur de este país para llegar a esas competencias de alto nivel y jugar contra las mejores del mundo.

El primer tiempo del partido finalizó con un empate a cero. Tan cerrado que cualquiera podría ganar. Se olía hasta Cuautlancingo (desde donde yo veía el juego) que iba a ser un partido de un solo gol. Cerca del minuto sesenta se marcó una falta en favor de México a una distancia considerable del marco rival. Las verdes cobraron con un centro al área de Alemania. El balón voló, rebotó un par de veces antes de caer al suelo y, cuando parecía que moría en el césped, llegó el remate de Alexia Villanueva, jugadora del Santos de la Comarca, para pegarle con fuerza y precisión. La pelota surcó los aires hasta llegar al fondo de las redes. Grité y me caí del sofá con la fuerza de la emoción. Cerrar el juego fue heroico para las paisanas. Alemania jamás se rindió y combatieron con honor hasta el último minuto, no se espera menos de un rival de ese nivel. La portera, las defensas, las delanteras defendieron el arco nacional como se defiende al amor de tu vida en medio de una batalla campal. Cada barrida, cada despeje, cada resguardo del balón en los banderines de la esquina rival eran pasajes de una novela bélica de Tolstoi que parecía no tener fin.

Cuando llegó el silbatazo final, llegó también la alegría al rostro de las mexicanas y una tristeza insondable en la expresión de las alemanas. La vida es un juego, ganas y pierdes cada día algo. A veces ganas amistades, a veces pierdes horas de vida, estamos en el rectángulo verde de la existencia para disfrutarlo y padecerlo.

México lo había vuelto a hacer y esa vez les tocó a las mujeres derrotar a un histórico, tumbar esa vieja frase del exdelantero inglés Gary Liniker que dice: “En el futbol son once contra once, al final siempre gana Alemania”. Bah, en esos tres partidos aquella idea se fue por el retrete, como otras veces le ha pasado a los germanos con otros equipos.

Después de cada una de esas disputas donde México le ganó al equipo europeo, ellos nunca dejaron de ser una potencia mundial, con sus empresas, su infraestructura, con sus millones de euros en su reserva nacional. Qué más da, ¿a qué le tiras cuando sueñas mexicano?

Fernando Percino

Es mexicano y nació en algún momento de los años ochenta; además es licenciado en Administración Pública por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Publicó cuentos en el suplemento cultural *Catedral* del diario *Síntesis*, la novela *Velvet Cabaret* (2015), el libro de cuentos *Lucina* (2016), el libro de crónicas *Diarios de Teca* (2016) y la novela breve *Volk* (2018). Fue miembro del consejo editorial de las revistas: *Chido BUAP* y *Vanguardia: Todas las expresiones*. Fue funcionario público. Actualmente es chofer de UBER y estandupero ocasional.

Fernando Percino
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