CTS

La relación entre la antropología social y los estudios de ciencia tecnología y sociedad

La relación entre la antropología social y los estudios de ciencia tecnología y sociedad

Abril 30, 2022 / Por Alejandro Hernández Daniel

Foto de portada: Rodrigo Ramírez Autrán en la torre de monitoreo climática, proyecto AmazonFACE, Amazonas. Cortesía del entrevistado

El pasado mes de marzo tuve el honor de ser invitado por Luciano Levin —doctor en Ciencias Sociales y especialista en Sociología de la Ciencia por la Universidad de Quilmes, en Argentina— a la reunión de trabajo presencial de la Red de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo, que tuvo lugar en las instalaciones de la Universidad Iberoamericana campus Puebla, donde se discutieron y abordaron varios temas sobre Estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS).

Al encuentro asistieron importantes investigadores y especialistas consolidados del campo CTS provenientes de diferentes países, tales como Pablo Kreimer, Hebe Vessuri, Andrea Montero Mora, Ronald Domingo Cancino Salas, entre otros. Además se valoró la posibilidad de que el próximo Segundo Encuentro Internacional conjunto entre la Society for Social Studies of Science (4S) y la Asociación Latinoamericana de Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología (ESOCITE) se lleve a cabo de manera presencial en el mes de diciembre de este año.

Uno de mis objetivos fue llegar temprano, el primer día del evento, para entrevistar a cualquiera de los participantes que hiciera acto de presencia con la intención de indagar sobre su trayectoria, intereses y líneas de investigación. Aunque tardó un poco más de lo esperado, noté que casi al mismo tiempo que yo, llegó un joven, al cual me acerqué para preguntarle si estaba esperando a los demás invitados. Fue así como conocí —e incluso entablé amistad— al doctor y antropólogo social Rodrigo Ramírez Autrán, quien no hace mucho tiempo regresó de estudiar en Brasil y, para mi sorpresa, además de ser poblano, es el único antropólogo a quien conozco, en el estado, interesado por los estudios CTS.

—¿Por qué elegiste ser antropólogo?

—Desde niño tuve una concepción de la vida bastante “idealista”. Pensaba que tenía la posibilidad de cambiar y mejorar el mundo. Cuando estaba por decidir qué carrera elegir pensaba (y hasta cierto punto sigo pensando) que la Antropología podía ser un vehículo intelectual para lograr dicho objetivo. Nunca me vi estudiando o trabajando en otra área que no fuera en las Ciencias Sociales. Para ser franco, al inicio de la licenciatura yo, como muchos de mis compañeros, sabía muy poco o casi nada de lo que realmente hace o puede llegar a hacer alguien en antropología social.

—¿Cuál fue el título de tesis durante la licenciatura?

—“Todo queda en familia”. Estudio de caso de una élite en la Sierra Norte de Puebla.

—¿En dónde hiciste tu maestría? ¿Y cuál fue la tesis que defendiste en esta etapa?

—En la Universidad Iberoamericana A.C campus Santa Fe. Realicé una investigación sobre la innovación tecnológica en el sector automotriz en el centro del país, con la tesis titulada “Análisis de las capacidades innovativas en la industria metalmecánica. Una reconstrucción de seis trayectorias laborales”.

—¿Por qué la elección de la Universidade de Campinas en Brasil? ¿Qué temas trabajaste en este país sudamericano?

—El programa de Política Científica e Tecnológica en la Universidade Estadual de Campinas tiene un fuerte componente en los Estudios en Ciencia, Tecnología y Sociedad, línea de investigación en la que he venido trabajo por lo menos desde la última década. Por ello, me pareció un espacio ideal para continuar con mis estudios de posgrado. Además de eso, en el mismo año que tuve la fortuna de ingresar al posgrado (2017) fue catalogada por el World University Rankings/Times Higher Education (THE) como la mejor universidad de América Latina.

Realicé una investigación sobre los desafíos interdisciplinares entre científicos naturales y sociales enfocados al análisis del cambio climático en el bosque amazónico brasileño. Realicé una investigación cualitativa fundamentalmente con un corte antropológico priorizando la recolección de datos empíricos en campo, en este caso en centros de investigación y en un laboratorio de cambio climático en el Amazonas.

—Como antropólogo, ¿qué son para ti los estudios CTS? ¿Cómo te interesaste en ellos?

Es una perspectiva teórico-metodológica relativamente reciente, heredera de la Sociología de la Ciencia. Es un campo multi e interdisciplinar con unos 35 años de historia que se ha dedicado a entender la evolución e impacto de la tecnociencia en la sociedad contemporánea. Además, se ha mostrado en la comunidad científica actual como un espacio de reflexión altamente vanguardista, ya que muchos de sus temas de interés son controversias sociotécnicas que influyen directamente en la vida de las personas de una forma transversal: como por ejemplo el antropoceno, las enfermedades globales, la relación humano-máquina, el transhumanismo, etc.

Comencé a tener cierta familiaridad con el tema en el año de 2011, cuando formaba parte del cuerpo de investigación de la Oficina de Tecno-Antropología en el centro público de investigaciones INFOTEC, perteneciente al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. En ese momento, el marco teórico referencial que nos brindaban los estudios CTS se mostraba como un campo bastante rico e interesante para comprender el uso, acceso y apropiamiento de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) en la sociedad mexicana.

—Después de tu estancia en Brasil, ¿cuál es tu opinión desde un punto de vista comparativo sobre el trabajo en CTS allá y aquí, en México?

—El campo CTS en México es casi inexistente. Una disciplina que se relaciona estrechamente con los estudios CTS es la denominada Economía de Innovación. El análisis de la evolución de la tecnociencia desde dicha perspectiva tiene ya una larga tradición, posgrados y grupos de investigación. Sin embargo, personalmente considero que el grupo de científicos sociales que trabajamos los temas de CTS en México es sumamente escaso. Por lo pronto no me he dado a la tarea de intentar entender a profundidad dicho fenómeno, sin embargo, de forma somera y preliminar creo que esto se debe a lo renuentes que son muchas veces los investigadores para salir de su zona de confort y conocer/experimentar otro tipo de teorías fuera de las ya conocidas por ellos.

—Antes de venir a este encuentro de trabajo, yo ya había tenido conocimiento de investigadores como Roberto Dagnino, Hebe Vessuri y Luciano Levin. ¿Cómo es que tú llegaste a conocerlos?

—El Dr. Renato Dagnino fue mi profesor en posgrado de Política Científica y Tecnológica en la Unicamp, en la disciplina de CTS.

La Dra. Hebe Vessuri es una investigadora pilar en el campo de los CTS en Latinoamérica. Tuve el privilegio de conocerla durante una escuela doctoral de la Asociación Latinoamericana de Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología (ESOCITE) en la ciudad de Quito, Ecuador.

Al Dr. Luciano Levin lo conocí en un evento de las Redes Temáticas del CONACyT.

—¿A qué otros estudiosos de CTS conoces de manera personal en el ámbito nacional e internacional?

Lea Velho, Marko Monteiro, Luis Ignacio Reyes-Galindo, Thiago Duarte, Rosalba Casas Guerrero, Rebeca de Gortari Rabiela, Pablo Kreimer, Amilcar Davyt, Renzo Taddei, Maria Conceição da Costa.

—¿Qué puede aportar un antropólogo a los estudios CTS?

—En primer lugar, considero que contemporáneamente a nivel global los representantes más citados y con mayor trayectoria en los CTS provienen de la antropología, como Bruno Latour, Anna Tsing, Marilyn Strathern, Dona Haraway, Karen Knorr-Cetina, Sheila Jassanoff y, por supuesto, la Dra. Hebe Vessuri. En segundo lugar, personalmente creo que la antropología ha aportado elementos significativos en cuanto al entendimiento del aspecto “sociocultural” del desarrollo tecnocientífico. Igualmente, un antropólogo está capacitado con una visión holística de los fenómenos sociales, lo cual ha sido un nutriente importante en el desarrollo y consolidación de las diversas perspectivas dentro del campo de CTS.

—Desde tu punto de vista, ¿por qué no hay muchos antropólogos estudiosos de CTS en Puebla?

—En preguntas anteriores se puso de manifiesto el hecho innegable de la poca participación de los científicos sociales mexicanos en los debates CTS. Ahora bien, considero que en la realidad poblana existen condiciones histórico-políticas, tanto fuera como dentro de los espacios académicos, que han dificultado (por no decir clausurado) cualquier tipo de interés por temas vanguardistas y de una utilidad más visible para la sociedad. Prevalece, como ya mencioné, una zona de confort intelectual, junto con una fuerte reticencia a crear perspectivas multi e interdisciplinares necesarias en la conformación de conocimiento enfocado al estudio de la ciencia y la tecnología en su acepción más amplia. Finalmente, se sabe en la comunidad científica, que la tradición fuertemente indigenista en la fundación de la Antropología Social mexicana creó ciertas condiciones cognitivo-intelectuales las cuales se siguen reproduciendo hasta nuestras fechas, las cuales considero no nos han permitido avanzar como disciplina hacia otros terrenos del pensamiento, más crítico, autorreflexivo, colaborativo, participativo, y de impacto.

—¿A qué se debe tu interés en incursionar en la divulgación de CTS?

—En primer lugar, me he dedicado a la investigación y a la docencia en temas relacionados con la antropología y la tecnología desde hace más de una década. No me son ajenos los temas de divulgación científica aún y cuando no soy periodista y no he tenido una formación de esa índole. Por otro lado, desde joven desarrollé una pasión muy fuerte por la ciencia ficción en todos los ámbitos de sus expresiones artísticas, creo que eso me ha llevado naturalmente a la idea de comenzar a incursionar en temas de divulgación de la ciencia y la tecnología. 

Alejandro Hernández Daniel

Alejandro Hernández Daniel
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