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Que no te vean trabajando con tejidos de pollo

Que no te vean trabajando con tejidos de pollo

Marzo 31, 2023 / Por Alejandro Hernández Daniel

Portada: Dra. Rhoda Erdmann en su laboratorio, Berlín, 1929. Imagen digitalizada por: Codebreakers, Makers of Modern Genetics

 

A pesar de que usualmente me encuentro con documentos de primera mano como parte de mis investigaciones y curiosidad por la historia de las ciencias, es más bien raro que pueda tener acceso y ponerle un ojo encima a la correspondencia personal entre dos colegas y figuras de prominentes de la historia de la biología, como lo es el caso del suizo Emil Witschi y el alemán Richard Goldschmidt.

Desde hace un tiempo, tanto Witschi como Goldschmidt han captado mi interés y ocupado un lugar preponderante en mis colaboraciones semanales en este espacio, al tener ambos las características de: 1) haber visitado nuestro país, 2) quedar omitidos en cierto sentido en la historia de la biología hasta tiempos relativamente recientes y 3) ser especialistas en embriología. (véase CTS Primera Época: Fotografías del viaje por México de un embriólogo poco conocido, y CTS: El retorno de Emil Witschi)

Lo anterior escrito arriba es el contexto dentro del cual, presté atención minuciosa al contenido plasmado en doce cartas que Witschi envió a Goldschmidt entre 1923 y 1942, las cuales llegaron a mi poder en formato digital tras saber que se encontraban disponibles en el archivo personal que Goldschmidt dejó como legado a la Universidad de Berkeley, en California, en la que trabajó por varios años al optar por el exilio de su país natal y que actualmente están bajo resguardo de la Biblioteca Bancroft de aquella misma institución.

Después de hacer la solicitud correspondiente para obtener copias con una buena resolución de aquel intercambio epistolar y recibir el respectivo archivo, me llevé una sorpresa al hallar que nueve de las doce cartas están redactadas en alemán con una letra manuscrita prácticamente incomprensible para mí, por lo que me limité a iniciar con la traducción de las tres que estaban mecanografiadas.

La tercia de documentos, no arrojó muchos detalles más allá de saludos y deseos de cortesía, ciertas situaciones personales de Witschi y mensajes connotados de opiniones respecto a colegas del gremio o algún que otro comentario corto de un artículo o trabajo. Sin embargo, dentro de aquellos apellidos mencionados en los breves párrafos (porque los nombres para nada aparecen), capturó mi atención uno en particular, debido a que comenzaba con la palabra “señorita” seguida de “Dr.”, lo que de inmediato me hizo pensar que en esos años, no era tan frecuente como hoy en día, el hacer referencia a una colega científica con ese grado académico:

Fräulein Dr. Erdmann hat wohl in der letzten Ausgabe des Zellarchivs die Besprechung ihres Praktikums vermiest. Sie fragt mich heute an ob ich das Rezensionsexemplar erhalten habe –Falls Sie noch wünschen, dass ich die Besprechung mache, so können Sie mir das Büchlein schicken-“.

Acto seguido, me fue irresistible seguir la pista de esta científica y querer saber de quién se trataba, encontrando que en cuestión hacía alusión a la doctora Anna Maria Rhoda Erdmann,con quien al parecer, tanto Witschi como Goldschmidt, mantenían contacto, ya que en el mismo archivo de Goldschmidt en Berkeley se enlistan siete cartas que Erdmann le envió a Goldschmidt entre 1908 a 1922.

Erdmann fue una bióloga alemana destacada e interesada inicialmente en la reproducción de protozooarios y de manera posterior en investigación celular. Fue pionera en lo que hoy se conoce como biología celular y una de las pocas mujeres que se dedicó en este campo a principios del siglo XX. Se le considera como una de las primeras mujeres estudiantes de doctorado en Alemania, ya que a las mujeres solo se les permitió realizar investigaciones de este grado hasta 1900 (lo cual confirmó mi sospecha de que no se trataba de una mujer con una trayectoria científica cualquiera).

Realizó cursos de zoología y botánica en Berlín, Marburgo, Múnich (Alemania) y Zúrich (Suiza). Trabajó con modelos animales vivos en la Estación Zoológica de Nápoles (Italia) y aprobó el examen de calificación universitaria en 1907 que le concedió el Realgymnasium en Kassel (Hessen). Recibió su doctorado en biología por la Universidad de Munich en 1908, trabajando en el laboratorio de Richard Hertwig (un exalumno destacado de Ernst Haeckel) quien a la postre, además de ser mentor de Erdmann también lo fue tanto de Witschi como de Goldschmidt en Múnich.

El título de la disertación de Erdmann: Experimentelle Untersuchung der Massenverhältnisse von Plasma, Kern und Chromosomen in dem sich entwickelnden Seeigelei, que se traduce en algo así como “Investigación experimental de las proporciones de masa de plasma, núcleo y cromosomas en el huevo de erizo de mar en desarrollo”, estableció su carrera como bióloga dedicada a la ahora extinta disciplina de la protozoología.

Posteriormente obtuvo una beca de la Fundación Rockefeller para realizar investigaciones citológicas en el Laboratorio Osborn de Zoología de la Universidad de Yale, donde trabajó en métodos para propagar células in vitro bajo la supervisión del destacado biólogo del desarrollo Ross Granville Harrison. Después de que la beca de Erdmann expiró, recibió una oferta por parte de Harrison para regresar a Yale como profesora, siendo esto algo extraordinario para aquellos tiempos, dado que se tuvo que cambiar el estatuto de la universidad para admitir a una mujer como profesora.

De 1915 a 1918 fue miembro de la facultad de Yale y la primera mujer miembro de la facultad de posgrado de la misma universidad. En 1915 fue nombrada investigadora asociada en el Instituto Rockefeller de Investigación Médica en Princeton, donde pasaba los veranos estudiando técnicas de cultivo de tejidos, donde pudo cultivar con éxito células de médula ósea de pollo como parte de sus intentos de atenuar virus aviares. ¡He aquí el primer motivo del encabezado de esta colaboración!

La segunda parte de esta historia comienza cuando, a pesar de que todo parecía indicar una carrera científica prometedora y fulgurante para la doctora Erdmann, se produjo un giro dramático al estallar la Primera Guerra Mundial, por lo que su estancia en los Estados Unidos se vio interrumpida por el creciente sentimiento anti-alemán del vecino país. Al ser ciudadana alemana que trabajaba con muestras biológicas, la gente alrededor suyo comenzó a sembrar, fomentar y esparcir la injuria de que Erdmann cultivaba bacterias dañinas, lo que provocó que en 1918 fuera acusada de envenenar el suministro de agua potable e introducir el cólera en aves de corral.

En ese mismo año perdió su trabajo en Yale y estuvo detenida en prisión por medio año (desde mayo hasta septiembre). Pasado ese tiempo, Harrison y varias amigas lograron interceder por ella para liberarla, por desgracia eso no evitó que fuera deportada a Alemania en 1919.

De regreso al viejo continente, Erdmann tuvo dificultades para encontrar un nuevo empleo, hasta que aceptó un puesto de investigación en el Instituto para la Investigación del Cáncer en el Hospital Charité de la Universidad Friedrich-Wilhelm de Berlín. Fue allí donde, tras varios esfuerzos y perseverancia, logró poner en marcha el primer departamento de citología experimental en Alemania, y donde permaneció durante casi 10 años antes de recibir una cátedra oficial en 1929.

En su país es recordada por introducir métodos de cultivo de tejidos que había aprendido en los Estados Unidos y entre sus muchas contribuciones estuvo la demostración de que el cáncer podía propagarse mediante filtrados libres de células que contenían virus. Fue la primera mujer alemana en dirigir un instituto universitario, además de fundar la publicación especializada Archiv für experimentelle Zellforschung en 1925, desempeñándose como como editora hasta su muerte.

Desafortunadamente, su trabajo se vio interrumpido una vez más con el ascenso del nacional socialismo en 1933, cuando fue despojada de su cátedra y estuvo otra vez presa, acusada de ser judía por un abanderado de la eugenesia y un ortopedista. Aunque tal acusación después se desechó, fue víctima de una nueva denuncia, esta vez por sospecharse que brindaba apoyo a estudiantes judíos. Por medio de presiones internacionales fue liberada en 1934 e incluso volvió a trabajar y dirigir investigación experimental al año siguiente, pero tal faena duró muy poco, pues murió en Berlín a causa de un paro cardiaco en 1935.

Retribución y reconocimiento a la memoria póstuma de esta mujer de la ciencia, fue cuando en 2016, fue inaugurado en un centro de investigación en Ciencias de la Vida “Casa Rhoda Erdmann” en uno de los campus de la Universidad Humboldt en Berlín.

Alejandro Hernández Daniel

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