Ensayo

Un concepto distinto de creatividad: Winnicott y la búsqueda de la persona

Un concepto distinto de creatividad: Winnicott y la búsqueda de la persona

Octubre 29, 2021 / Por Juan Pablo Valdez Aguilar

Donald Woods Winnicott, originario de Reino Unido, fue uno de los psicoanalistas más reconocidos del siglo pasado. Hasta hoy en día, sus conceptos resultan enriquecedores y fascinantes para pensar el psiquismo. A través de esta breve exposición, trataré de explicar la importancia del concepto winnicottiano de la creatividad en relación con el sentimiento de ser una persona.

Dice Winnicott que “En el trabajo clínico es frecuente la experiencia de encontrarse con individuos que necesitan ayuda y buscan su persona, y que tratan de encontrarse en los productos de sus experiencias creadoras. Para ayudar a tales pacientes debemos conocer la creatividad misma” (1971). Estas palabras del psicoanalista inglés nos hablan sobre cierto tipo de sujetos que carecen de la sensación de ser ellos mismos. En nuestra vida cotidiana, seguro alguna vez hemos escuchado a alguna persona decir: “me siento vacía”, “todo me parece irreal” “nunca están satisfechos conmigo”, “nadie me puede querer”. Estas frases se asocian, en algunos casos, con una verdadera dificultad del individuo para hallarse o para sentir que forma parte de la realidad. No es de asombrarse que, en situaciones extremas, el suicidio sea una manifestación de la falta de ser.

Es importante no caer en discusiones abstractas sobre el ser. La ausencia del sentimiento de ser una persona es un fenómeno que ha sido observado por innumerables analistas y psicólogos. Dentro de la psicología, el término “normópata” hace referencia al individuo que muestra una carencia de ser, aunque pueda parecer bastante funcional y carente de conflictos internos o emocionales. Este es un ejemplo. En otros, igualmente extremos, los conflictos rebasan por mucho el funcionamiento del individuo y lo vuelven incapaz de soportar su existencia o de estar en contacto con aquella parte real de sí misma que, incluso, podría resultarle peligrosa. Por eso creo que no se debería tomar a la ligera el tema de ser persona, pues supera por mucho la dimensión que tenemos acerca de lo que es ser uno mismo.

Para desarrollar el concepto de creatividad, que resulta crucial para el sentimiento de ser, quisiera señalar que no tiene tanto que ver con la realización de productos creativos (obras de arte, escritos, construcciones arquitectónicas, entre otros). Aunque puedan llegar a ser un apéndice del espíritu creativo, no son en sí indicadores de que el individuo se sienta persona:

“Si el artista (en cualquiera de las ramas del arte) busca su persona, es muy probable que ya exista algún fracaso de él en el terreno del vivir creador en general. La creación terminada nunca cura la falta subyacente de sentimiento de persona”.

Quizás esto explicaría por qué para tantos artistas que supuestamente habían sublimado sus impulsos y emociones, no resultarían suficientes los objetos de su creación. Pues no se trata simplemente de hacer desembocar las pasiones humanas en las creaciones, sino de facilitar experiencias que reviertan la falta de persona. Por eso, “La persona a quien pretendemos ayudar necesita una nueva experiencia en un marco especializado. Dicha experiencia corresponde a un estado no intencional, a tildar, por decirlo así, los elementos de la personalidad no integrada”. Esto quiere decir, que la experiencia terapéutica es una posibilidad idónea donde, como resultado de un buen trabajo del terapeuta, el individuo puede encontrar momentos donde aspectos desintegrados de su persona se hacen evidentes y el terapeuta puede ayudar a reintegrarlos.

En este sentido, la creatividad se define como la posibilidad de que una persona sea creadora de su realidad a cada instante, pues en ella imprimiría su propio ser, su propia existencia. Sin embargo, no basta con inducir al individuo a “comportarse” de manera auténtica. Todos conocemos la frase “sé tú mismo”, no obstante, el problema es que no resulta tan fácil como suena que una persona se deshaga de sus defensas para manifestar la parte original que había resultado perjudicada en etapas tempranas. En el consultorio, las expresiones escindidas del sujeto pueden tomar la forma de agresividad, desorganización, confusión, desesperanza… Aspectos que resultarían extraños para quien no sepa entender esas comunicaciones de la parte desintegrada de la personalidad. Con la función de reflejo que hace el analista, es posible que la persona se integre, pues este le devuelve, a través de la palabra y la presencia, lo que había quedado separado.

Hay un caso que Winnicott menciona en su libro más importante, Realidad y Juego (1971), donde un hombre sentía como si una mujer fuera la que estuviera expresándose y no él. En su historia cuenta que su madre deseaba que él en realidad fuera una niña cuando había nacido. Lo que pasó, en consecuencia, fue que la parte femenina quedó escindida, tanto así que tuvo su propio desarrollo y quiso dominar a la parte masculina.

Para terminar, quisiera citar otro fragmento del mismo autor: “Espero que el lector acepte una referencia general a la creatividad, que no permita que la palabra se pierda en la creación exitosa o aclamada, sino que la mantenga unida al significado correspondiente a una coloración de toda la actitud hacia la realidad exterior… Lo que hace que el individuo sienta que la vida vale la pena de vivirse es, más que ninguna otra cosa, la apercepción creadora”. En conclusión, la creatividad como la concibe Winnicott va más allá del mero producto, consiste en un entrelazamiento entre el sujeto y la realidad, donde el primero siente ser parte de lo segundo y lo segundo forma parte de lo primero.

 

Juan Pablo Valdez Aguilar

Psicólogo por parte de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Estudios de maestría en Psicoterapia Psicoanalítica en Centro Eleia Actividades Psicológicas. Actualmente docente de Bachillerato Técnico de Radiología.

Nació en la Ciudad de México, pero pertenece más a la ciudad de Pachuca, la bella airosa, donde reside actualmente. Es aficionado a los videojuegos, la literatura y escritura. Ha escrito algunos cuentos como “Arenisco” o “Minutos de retraso”.

Considera que el psicoanálisis es una herramienta que permite interrogar la condición de cada ser humano y replantearla. Para él, no se trata tanto de un proceso curativo de síntomas, sino de un camino de autoconocimiento.

 

Juan Pablo Valdez Aguilar
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