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Salvando los cantos. El papel de las fonotecas biológicas

Salvando los cantos. El papel de las fonotecas biológicas

Octubre 19, 2021 / Por Hugo Iván Juárez Jiménez

Portada: El Oo de Kauai (Moho braccatus), es una especie extinta de ave paseriforme de la familia Mohoidae, era endémica de la isla de Kauai en el archipiélago de Hawái.

 

Desde la aparición de las primeras formas de vida, una de las características más importantes —que ha sido uno de los pilares para su inigualable éxito y evolución— es la de la comunicación. En todos los niveles de organización biológica existen diversas vías por las cuales se lleva a cabo el intercambio de información entre los seres vivos. Dichas señales pueden ser químicas, hormonales, visuales o sonoras, y generan una reacción en un organismo receptor. Una de las vías de comunicación más estudiadas en animales ha sido la que se lleva a través de los sonidos, pues nosotros, los seres humanos, hemos sido capaces de percibir gran parte de las vibraciones sonoras que diversas especies de animales producen, desde el cantar de las aves por la mañana hasta el estridular de las cigarras en las noches selváticas. Sin embargo, hoy sabemos que este tipo de comunicación va más allá de lo que nuestro oído es capaz de escuchar, pues un variado número de especies también producen vibraciones con frecuencias por debajo o más allá de aquellas a la que nuestro oído es capaz de reaccionar.

Aunque esta clase de comunicación fue reconocida desde tiempos ancestrales, en los cuales incluso llegamos establecer comunicación con los animales, no fue hasta 1925 que el biólogo esloveno Ivan Regen comenzó a estudiar sistemáticamente los sonidos de los insectos, dando origen a la disciplina que hoy se conoce como bioacústica. Este nuevo enfoque para el estudio de la comunicación sonora busca desentrañar los secretos que viajan en forma de ondas sonoras y que permiten a los animales comunicarse. Lo hace además desde las perspectivas fisiológicas, etológicas (de comportamiento) y de las neurociencias.

Durante la segunda mitad del siglo XX y hasta hoy en día, continúa un avance exponencial de los medios tecnológicos y electrónicos donde se han desarrollado computadoras con capacidades de almacenamiento considerable, así como dispositivos cada vez más livianos y pequeños (portátiles) que permiten registrar archivos de fotografía, vídeo y sonoros de gran calidad. Con estas nuevas herramientas a la mano, no pasó mucho tiempo para que esta clase de registros se volvieran comunes entre la comunidad científica y que a la postre terminarían siendo anexados a las colecciones científicas, en donde mediante un almacenamiento sistemático contribuyen en estudios de conservación, taxonomía, ecología y etología, entre otros.

Para el caso de los registros acústicos, fue en 1950 cuando la Universidad de Cornell dio paso a la primera biblioteca de sonidos o fonoteca. Un recinto especializado en donde se resguardan los archivos sonoros e implementando los nuevos enfoques con los que estos archivos podían contribuir a la investigación. Además de ser una fuente de consulta para que los científicos puedan realizar búsquedas especializadas e investigación, hoy en día las fonotecas han ido más allá, traspasando los muros que rodean a la comunidad del mundo académico, pues algunas de ellas, como la Fonoteca Zoológica de la Colección Científica del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, han puesto a disposición de todos los usuarios de internet más de 55,000 registros sonoros de más de 12,000 especies distintas de animales que pueden ser consultadas en su página web.

Para el caso de México, gracias al esfuerzo de investigadores y estudiantes de Facultad de Ciencias de la UNAM, en 2020 se creó la Biblioteca Digital de Sonidos de Anfibios de México, que forma parte del Museo de Zoología “Alfonso L. Herrera”, perteneciente a la misma entidad académica. Aunque hoy en día se tienen registros de no más de 30 especies distintas en la página, se planea que el acervo se incremente en los próximos años y que se pueda desarrollar una App para smartphones que permita tener a la mano los datos visuales y auditivos de las especies.

Sin duda alguna, las fonotecas y las grabaciones acústicas biológicas son herramientas que podrán aportar nuevos elementos para satisfacer las demandas de las investigaciones actuales y futuras. Por ejemplo, en algunas fonotecas existen grabaciones de cantos de aves que hoy están extintas y que no será posible poder escuchar en la naturaleza de nuevo. Tal es el caso del registro sonoro del macho de Oo de Kauai (Moho braccatus), una pequeña ave endémica de las islas de Hawai que se extinguió en 1987 debido a la destrucción de su hábitat por causas antropogénicas. Éste último canto corresponde a un llamado de apareamiento que jamás sería respondido pues se trataba del único ejemplar de la especie vivo para entonces. Este tipo de preocupaciones fueron las que llevaron a un grupo interdisciplinario de artistas, científicos e ingenieros, a participar en el proyecto Fragments of Extinction, un acervo de grabaciones de las selvas tropicales con mayor riqueza biológica con el fin de preservar los sonidos que les llenan de vida antes de que éstos puedan desaparecer producto de las actividades humanas.

 

Para saber más:

  • Fonoteca Zoológica. Colección Científica del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Consultado el 20 de septiembre de 2021 en: http://www.fonozoo.com/index.php

 

 

 

  • Zamudio-Torres T., Fuentes-de la Rosa D. & Ordoñez-Flores S. 2020. La Colección de sonidos de anuros del Museo de Zoología" Alfonso L. Herrera" de la Facultad de Ciencias. Revista Latinoamericana de Herpetología. 3(1), 132-140.

Hugo Iván Juárez Jiménez

Pasante de licenciatura en Biología por la Facultad de Ciencias de la UNAM. Anfitrión Divulgador de la Ciencia en Universum y en el Mariposario del Zoológico de Chapultepec. Atrapado entre un círculo vicioso entre el enseñar y el aprender, un bucle sin fin. Aficionado a las novelas de ciencia ficción y aún más a las historietas de DC cómics. Me gusta viajar y coleccionar criaturas virtuales en Pokémon GO.

Hugo Iván Juárez Jiménez
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