Gorilas en Trova

Deseos inusuales de Navidad (2020)

Deseos inusuales de Navidad (2020)

Diciembre 11, 2020 / Por Maritza Flores Hernández

El mundo se rige por cosas mucho más universales que Covid-19 y sus múltiples mutaciones; por ejemplo la Navidad, que siempre llega en diciembre junto con sus posadas. Sin embargo, probablemente en esta ocasión no habrá intercambio de regalos y ni siquiera recibirá el tradicional aguinaldo, repleto de dulces de colación. En cambio, a la percepción de “estar vivos” (Usted también), se sumarán deseos inusuales. ¿Usted, qué pedirá para esta Navidad?

Tal vez, entre sus peticiones se encuentre el de un cuento navideño, extraordinario. Pero que no sea el de “Canto de Navidad”, de Charles Dickens. Pues, aunque bonito, ya lo ha leído muchas veces, con y sin ilustraciones.

Además de que ha disfrutado de sus versiones fílmicas: Scrooge or Marley’s Ghost (1901), que se puede ver, casi completa, en internet.

La tradicional Scrooge (1970), del realizador Ronald Neame, interpretada por Albert Finney y Alec Guiness.
O la más moderna, A Christmas Carol (2009), muy bien lograda, con la técnica de la animación, que cuenta con las actuaciones de Jim Carrey, Gary Oldman y Colin Firth, bajo la dirección de Robert Zemeckis.

En realidad, uno nunca sabe qué es lo ordinario o lo extraordinario. ¿Cómo distinguirlo? Por cierto, ¿podría Usted reconocer un milagro, nada más de un vistazo?

Selma Lagerlöf, la primera mujer en ganar el Premio Nobel de Literatura (1909), famosa por haber escrito la novela El maravilloso viaje de Nils Holgersson, que también ha sido llevada a las salas de cine en magníficas producciones, nos obsequió “La noche santa”.

En este relato, una abuela platica la leyenda de un hombre extraño que, en una noche fría y oscura, rogaba por un poco de fuego. Nadie le ayudaba. Hubo de traspasar barreras de animales y otros obstáculos para encontrar apenas rescoldos, los que estaban custodiados por un hombre muy malo.

El malvado advirtió signos fuera de lo común, al punto que expresara:

…”¿Qué noche será esta en que los perros no muerden, las ovejas no se asustan, las lanzas no matean y el fuego no quema?”, se decía a si mismo. Y llamando al forastero, le preguntó: “¿Qué noche es esta? ¿A qué se debe que todas las cosas se muestren tan clementes?”…

Ya se sabe que Usted, amable lector, tiene mucha intuición; empero, para tener la certeza de por qué el cosmos derramó su indulgencia y quién fue el beneficiado, será necesario que lea el sorprendente final.

En noches claras, de traviesos luceros, alguien guiado por la estrella de Belén busca crear esa trama “extraordinaria” que usted anhela poseer.

Para satisfacer esas ansias, nadie como Vladímir Nabókov, el extravagante ruso autor de la novela Lolita, adaptada al cine en dos ocasiones.

Este aristócrata nacionalizado estadounidense, experto en las complejas necesidades humanas y sus reacciones en los momentos más raros, redactó “Cuento de Navidad”.

Trata de cómo Novodvortsev se decepciona al recibir de un crítico de literatura, el consejo para que escriba un cuento de navidad fuera de lo común.

Metido en ese afán, su mente divaga por varios aspectos, hasta que:

…se acordó del cuarto de estar de la casa de unos comerciantes, de un gran volumen de artículos y poemas con páginas de cantos dorados (una edición benéfica para los pobres) que de alguna forma estaba relacionado con aquella casa, recordó también el árbol de Navidad del cuarto de estar, la mujer que él amaba en aquel tiempo, y las luces del árbol reflejándose como un temblor de cristal en sus ojos abiertos al coger una mandarina de una de las ramas más altas. Habían transcurrido veinte años o quizá más...

Inmediatamente, el personaje se aleja de esas memorias, busca otros caminos. Su imaginación lo lleva a París; luego, a negarse la viabilidad de ver a un General llorando de rodillas, mas logra presentir la existencia de un pino, cuyo color se conocerá, sólo si Usted es capaz de seguir el texto hasta su conclusión.
No se crea, en la vida no todo es misterio.

Clement C. Moore, en su poema “Una visita de San Nicolás”, reseña la historia de un chiquillo que, en la noche de Navidad, escucha ruidos de campanas:

…Escruté la inmensidad del cielo estrellado…

…Abrí mis ojos, y aparecieron a lo lejos
Un trineo y ocho renos no más grandes que una mano,
Dirigidos por un pequeño y alegre personaje:
Era San Nicolás…

El infante no ha tenido una visión; él mismo aclara lo que pasó después:

… San Nicolás salía de la chimenea.

Su abrigo de piel, sus botas y su gorro

Estaban un poco sucios por la ceniza y el hollín.

Sobre su hombro, un saco lleno de juguetes

Le daba la apariencia de un extraño vendedor.

Tenía los cachetes rosados, unos hoyuelos encantadores,

Una nariz como una cereza y unos ojos brillantes.

Una boca pequeña que sonreía todo el tiempo,

Y una barba larga de un blanco muy puro.

De su pipa iluminada y atrancada entre sus dientes, …

…Tenía el rostro alegre, y su vientre redondo

Saltaba cuando reía, como un pequeño balón.

Era tan regordete, tan cachetón, este travieso duende, …

…Luego sin decir una palabra, …

Se apresuró a llenar las medias, hasta el fondo,

Y se despidió poniéndose el dedo en la punta de la nariz,

Antes de desaparecer en la chimenea.

Oí el silbido de su tripulación,

Juntos se fueron como una pluma en el viento.

Antes de desaparecer, San Nicolás gritó:

“Feliz Navidad y feliz Noche Buena para todos”…

Este autor estadounidense, profesor en literatura griega y oriental, logra presentar una fábula sobre un hecho insólito: San Nicolás —mejor conocido como Santa Claus— fue sorprendido colocando los presentes en la noche de Navidad.
Hay acontecimientos que nos parecían habituales: abrazar a los amigos y vecinos; recibir en casa a familiares lejanos; en procesión, alumbrados por velas polícromas, cantar la letanía para pedir y dar posada; acostar la figura del Niño Dios en el nacimiento.

No faltaba quien se disgustaba porque los aguinaldos carecían de sus golosinas favoritas y la piñata, de suficientes juguetes; o de plano, el regalo que le había tocado, estaba muy feo.

Tras la cena, los pequeños jugaban y los adultos conversaban de temas que, muchas veces, aparentaban ser intrascendentes. Y, sin excepción, todos evadían la pregunta: ¿Santa Claus, existe?

Es factible que, en esta oportunidad, se opte por pretender algo atípico: un cuento que hable de la Navidad y de los árboles multicolores; de una leyenda que cambie el rumbo del universo; o de una vieja canción, vista muchas veces en el cine y la televisión.

Claro, podría ser que simplemente, nos conformemos con gozar del destello luminoso en la mirada de un niño, ante la posibilidad de atrapar a Santa Claus entrando por la ventana.

Maritza Flores Hernández

Cuentista, ensayista y también abogada. Egresada de Casa Lamm, donde hizo la Maestría en Literatura y Creación Literaria. Considera el arte, la ciencia y la cultura como un todo. Publica dos columnas literarias cada semana, en distintos diarios. Su obra ha formado parte de la antología de cuentos “Cuarentena 2020”.

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