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Los meandros de Murakami

Los meandros de Murakami

Abril 20, 2021 / Por Maritza Flores Hernández

Hay personajes que, al llegar a nosotros, despiertan toda una cadena de imágenes. ¿A Usted, a quién le recuerda “M”?

“M”, la chica del protagonista del cuento “Hombres sin mujeres”, de Haruki Murakami, de algún modo invoca a Holly Golightly, la heroína de Breakfast at Tiffany’s.

El narrador sostiene que a “M” le gusta la música de elevador y que él acaricie su espalda desnuda, y agrega:

 

…Henry Mancini me guiña un ojo cuando yo acaricio la espalda de M…

 

Mancini es un famoso músico de jazz, director de orquesta y compositor, ganador del premio Oscar de 1961 por la mejor banda sonora original de la película Breakfast at Tiffany’s, cuyo tema central, “Moon River”, de la autoría de Johnny Mercer, es entonada por la mismísima Holly Golightly, interpretada por la icónica Audrey Hepburn.

¿Quién no recuerda a Holly? Esbelta, refinada, de ojos grandes y labios voluptuosos, con esa mirada que dice: “si puedes, atrápame; pero no te acerques demasiado porque soy frágil”. Deliciosamente elegante y extremadamente cara.

Holly, junto con su gato, vive en un departamento en la ciudad de Nueva York. Es propietaria de una guitarra, así como de muchas zapatillas, ropa y joyas. Tiene un vecino, Paul Varjak, (a quien da vida el guapísimo George Peppard).

Paul pasará a formar parte de las bromas de Holly, será su más confiable y fiel servidor, su cómplice, su amante, su pasaporte de seguridad. Él la seguirá, sin cuestionamientos, a todas partes.

No obstante, hay una Holly que sueña, que tiene una melancólica esperanza, por eso sale a la vida a través de la ventana que da a la escalera de incendios, tañe su guitarra y canta “Moon River”:

 

Moon river, wider than a mile

I'm crossing you in style some day

Oh, dream maker, you heart breaker

Wherever you're goin', I'm goin' your way

 

Two drifters, off to see the world

There's such a lot of world to see

We're after the same rainbow's end, waitin' 'round the bend

My huckleberry friend, moon river, and me

 

Oh, dream maker, you heart breaker

Wherever you're goin', I'm goin' your way

Two drifters, off to see…

 

Que en una traducción libre dice algo así:

 

Río de Luna, más ancho que una milla

Algún día te cruzaré con estilo

Oh, tú, creador de sueños, rompecorazones

Vayas adonde vayas, yo voy por tu camino

 

Dos vagabundos, para ver el mundo

Hay tanto mundo por ver

Buscamos el mismo final del arcoíris, esperándonos a la vuelta del meandro

Mi verdadero amigo, río de Luna, y yo

 

Oh, tú, creador de sueños; tú, rompecorazones

Vayas adonde vayas, iré por tu camino…

 

Para Holly Golightly la felicidad es un tesoro que se encuentra al final del arcoiris, que podría emerger en cualquier momento, a la vuelta de alguna de las curvas pronunciadas (meandros) que forman los ríos; sin embargo, se trata de curvas infinitas, inalcanzables. Después de todo, sólo es un sueño que Holly está dispuesta a vivir.

En la película Breakfast at Tiffany’s (Desayuno en Tiffany’s, Desayuno con diamantes, Diamantes para el desayuno), del realizador Blake Edwards y adaptación de la famosa novela Breakfast at Tiffany’s (Desayuno en Tiffany’s), publicada en 1958, del irreverente Truman Capote, hay una escena develadora del carácter de la estrella de la trama: Holly y Paul viajan en un taxi, rumbo al aeropuerto. La lluvia es intensa. La protagonista pide al chofer detenerse y abandona a su gato en una calle de un barrio populoso.

Paul juzga el acto aborrecible. Decepcionado, desciende del taxi y va en busca del felino. Tras una breve reflexión, Holly recorre a pie las calles, entra a un callejón y localiza al gato.

La lluvia empapa a los tres personajes.

Ese desaguisado los llena de inquietud, rompiendo con los amplios ratos de diversión y de juegos que se ven a lo largo de la película.

Al mismo tiempo, trae a la mente el cuento “El gato bajo la lluvia”, de Ernest Hemingway, publicado en 1925, de la colección Hombres sin mujeres:

Ocurre en Italia que una joven mujer, desde la ventana de un hotel, percibe a una gatita guareciéndose de la lluvia torrencial, bajo un banco en el parque.

Corre el riesgo, va por ella, mas no la encuentra. Al regresar a la habitación, el marido presta poca atención al fallido rescate, prefiriendo el libro que lee. Se desarrollan otros eventos que explican cómo es que la esposa logra hacerse de un gato (hay que leerlo), dejándolo a él, perplejo.

Para el marido se trata de una situación inexplicable, que no acierta a resolver; de la misma manera que para el narrador de “Hombres sin mujeres”, de Murakami, la nueva situación de “M” lo adentra en una incertidumbre sobre su relación con ella, incluso de cómo se conocieron y de por qué precisamente a él, durante la madrugada, le comunican la insólita conducta de “M”.

La historia de “M”, en “Hombres sin mujeres”, de la colección del mismo nombre, de Haruki Murakami, se desarrolla en Tokio, Japón. Está rodeada de marineros de lenguas exóticas, de un unicornio, de mucha música de elevador, de clases de biología en secundaria: metáforas que el narrador crea para explicar por qué “M” es importante en su vida y cómo ha transformado su recorrido entre Omotesandō y Aoyama-itchōme.

Para este narrador, la felicidad puede estar “…a la vuelta de los meandros…”, ya que aunque “…la soledad la traen de Francia, y el dolor de la herida, de Oriente…”, perviven las experiencias maravillosas, por las que vale la pena aventurarse, aun cuando sólo se trate de una ilusión.

De lo que no se duda, pues a pesar de que “M” no se parece a Holly y tampoco a la joven esposa del cuento de Hemingway, es capaz de evocar memorias de otras partes del mundo, de eregir reflexiones y de embellecer la existencia de hombres y mujeres, mostrando el porqué su historia es universal.

 

 

Maritza Flores Hernández

Cuentista, ensayista y también abogada. Egresada de Casa Lamm, donde hizo la Maestría en Literatura y Creación Literaria. Considera el arte, la ciencia y la cultura como un todo. Publica dos columnas literarias cada semana, en distintos diarios. Su obra ha formado parte de la antología de cuentos “Cuarentena 2020”.

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