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Albert Camus: un extraño para sí mismo

Albert Camus: un extraño para sí mismo

Diciembre 07, 2022 / Por Antonio Bello Quiroz

Nunca se colmará el foso entre la certeza que de mi experiencia tengo y el contenido que intento dar a esa seguridad.

Seré, por siempre, extraño para mí mismo

Albert Camus.

 

El hombre es la única criatura que se niega a ser lo que es.

Albert Camus

 

Para Laurenk y Evan, mi amoroso exilio

 

Una de las muchas gratificaciones que el psicoanálisis nos proporciona es un despertar de la curiosidad, lo mismo que una disposición a la interrogación y a las sorpresas que se mantienen constantes y nos conducen al diálogo con otros saberes. Por los caminos del psicoanálisis se va y se viene de un tema a otro insistentemente. Sin duda, la literatura y la filosofía son interlocutores y nutrientes dialógicos, vasos comunicantes, permanentes para el psicoanálisis. Estas dos disciplinas, literatura y filosofía, se encuentran magníficamente representadas en la figura del escritor francés, nacido en Argelia, Albert Camus.

Albert Camus es considerado como uno de los mejores escritores del siglo XX. Su obra novelística y de ensayo se caracteriza por la forma vigorosa en que plantea el desencanto de la condición humana, fundamentalmente expresada en sus concepciones sobre la Filosofía del absurdo.

Nacido en Argelia en 1913, el futuro escritor emigró con su familia a Francia. Se trata de un exilio que operó en Camus como una desgarradura que deja un rasgo, un trazo que explica el hecho de que, en casi toda su obra literaria, Argelia quedará siempre como un nostálgico telón de fondo. Muy joven aún, debió entonces interrumpir sus estudios de filosofía, hecho que no le impidió erigirse más tarde como el filósofo de lo absurdo (por más que Jean Paul Sartre le llamó “filósofo amateur”, y el mismo rechazó siempre que se le ubicara como existencialista).

De su muy extensa obra, es en su primera novela, El extranjero, donde Camus nos muestra el absurdo encarnado en un personaje, monsieur Meursault, un extraño de sí mismo, en algo él mismo. Nos narra la historia de un gris trabajador de oficina que un día recibe la noticia de que su madre ha muerto, abandonada en un mísero asilo de Argelia. Toma la trágica noticia con una sombría indiferencia y con esa misma actitud participa del entierro. En todo momento se comporta como un extraño de su sentir, envuelto en una nada tan cálida y desolada como la escena desértica donde se encuentra, como si aquello no le estuviera ocurriendo a sí mismo, extraño de sí.

De los muchos rasgos con que Camus dibuja a su personaje, rasgos todos ligados de alguna manera con el absurdo, se destaca la torpeza, que se muestra con gestos mecánicos, sensibilidad elemental, deshacimiento de sí, etc., sin embargo, con lo seductor que resulta la estulticia, de todos ellos me interesa destacar aquí la singular indiferencia con que Camus nos muestra a su Meursault, y nos interesa justamente por ser un rasgo de su particular locura y, por extensión, de la locura del hombre moderno.

Camus nos presenta el drama de su personaje (¿acaso él mismo?) pero al tiempo nos dibuja el drama propio de lo humano en la modernidad, donde las esperanzas parece que terminaron por morir. Nos muestra el desarraigo de sí del hombre contemporáneo, alienado a una relación simbiótica imposible de romper. Meursault es la viva imagen de El hombre sin atributos, como diría Robert Musil. Nos muestra aquí a un sujeto despojado de sus ideales, alejado del ideal del yo, para quedar alienado en el yo-ideal freudiano.

La novela nos deja ver a alguien que se pasea como un muerto por los temas esenciales de su vida: la madre muerta, el matrimonio con Marie, el encuentro con la religión, un asesinato… y la imposibilidad de justicia. Ante estos hechos no se pronuncia, se autoexculpa asumiendo que lo hace “como todo el mundo”. Frente a estos acontecimientos encuentra el escudo de “lo honesto” para no tomar posición; con el matrimonio, por ejemplo, dice simplemente que no ama a su compañera pero, si a ella le hace feliz, aceptaría casarse. Podemos apreciar la ausencia de una posición subjetiva con algo que lo afecta directamente.

Su signo es la gris ambivalencia, la de él y la del hombre moderno: lo mueven un amor más bien opaco y un odio más bien profundo, oscuro e insidioso. En el trabajo da muestras claras de no querer poner en juego su deseo, rechaza sin más, sin pensarlo un momento, una propuesta de mejora: está frío ante la vida. Una actitud melancólica acompaña a Meursault: sabe que no hay razón para creer en dios, para sostener los edificios morales civiles, como lo muestra con un Juez de Instrucción, y religiosos, como lo hace ver al Capellán en la cárcel. Agazapado en la soberbia de la indiferencia, la hace el caparazón de su particular locura.

Hay en la novela un acto que lo saca de este no-lugar en donde Meursault se ha refugiado en términos subjetivos, en la escena Meursault le dispara cinco balazos a un árabe y con ese acto, vaya paradoja, rompe la homeostasis en donde cómodamente se había dejado estar, para distraerse de la soledad ante la muerte.

Camus hace del absurdo y la tragedia de la vida, en cuanto que su fin es la muerte, el centro de su obra; nos lleva bajo los hilos de la literatura por esos terrenos tan conocidos por el psicoanálisis como el dolor de existir, anclado en lo real y en el síntoma, que en nuestro autor se revela en la persistente extrañeza de sí mismo.

Camus en El mito de Sísifo, plantea: “Ese malestar ante la inhumanidad del hombre, esa incalculable caída ante la imagen de lo que somos, esa ‘náusea’, como le llama un autor de nuestros días. E igualmente el extraño que, en ciertos segundos, nos sale al encuentro en un espejo, el hermano familiar y sin embargo inquietante que encontramos en nuestras fotografías, es también el absurdo”.

Si algo podemos tomar como característica del hombre moderno y su locura, es su huida, su fuga de la realidad, ya sea mediante la creación de realidades alternas (mediante las drogas o la virtualidad), o bien, como ocurre con Meursault, mediante la indiferencia.

Esta actitud ante la muerte, de aplanamiento afectivo, nos hace pensar en un quiebre psicótico, aunque también podemos encontrar como una reacción común la negación de la realidad ante la muerte. La diferencia, entonces, entre psicosis y neurosis es que, en la primera, como enseña Freud, no sólo se niega la realidad, sino que además se construye una realidad alterna que nos libra de lo no admitido, aunque sea mediante un estado delirante.

Sabemos, por Camus mismo, como lo hace en El primer hombre, que con su propia madre vivió una suerte de distanciamiento emocional debido a que era sorda, melancólica, una figura casi inanimada, con ciertos rasgos de retraso mental. La novela es así, en buena medida, lo que le permite elaborar esta relación distante. Camus escribe en El primer hombre: “escribir es crear un mundo o limitar el propio, que es lo mismo”. ¿Y qué si no?, ¿el absurdo, la nada?, o ¿quizá lo más allá?

Después del suceso inicial de El extranjero, la muerte de la madre, el personaje va a relacionarse con los demás personajes de la novela en una relación simbiótica que de alguna manera busca recrear lo que el propio autor vivió, una relación, por un lado, con una madre casi ausente, cargada con una fría presencia debido a su sordera y su mutismo y, por otra parte, con un padre que le abandonó, imposibilitando así ser incluido en el juego de los intercambios propios de la cultura.

Camus nos muestra en El extranjero a un hombre imposibilitado de salir de sí ante la angustia que le produce lo absurdo del porvenir. Nos muestra algunos rasgos de la locura del hombre moderno, ese irredento extraño de sí mismo.

Antonio Bello Quiroz

Psicoanalista. Miembro fundador de la Escuela de la Letra Psicoanalítica. Miembro fundador de la Fundación Social del Psicoanálisis. Ha sido Director fundador de la Maestría en Psicoanálisis y Cultura de la Escuela Libre de Psicología. Ha sido Director de la Revista *Erinias*. Es autor de los libros *Ficciones sobre la muerte*; *Pasionario: ensayos sobre el crimen* y *Resonancias del deseo*. Es docente invitado de diversas universidades del país y atiende clínica en práctica privada en Puebla.

Antonio Bello Quiroz
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