Káos

Amor y narcisismo

Amor y narcisismo

Julio 29, 2022 / Por Antonio Bello Quiroz

 

Es más fácil comprender el cosmos que comprender el ego;

el yo está mucho más lejos que cualquier estrella

  1. K. Chesterton

 

Era hijo del río Cefiso y de la ninfa Liriope. Lo amaba y acosaba la ninfa Eco. En su nacimiento fue consultado el sabio Tiresias (aquel sabio ciego-vidente que opera como juez en las disputas de amor) sobre si ese niño llegaría a la vejez. El vidente respondió que: “sólo si no llegase a verse a sí mismo”. Lo deseaban mujeres y hombres por igual, pero nadie podía con su soberbia, que era tan grande como su belleza. Un día el joven bello corría persiguiendo cervatillos y lo vio la ninfa Eco, en el acto se enamoró de él. Eco es la ninfa de la voz, aquella que, dice Ovidio, “no ha aprendido ni a callar cuando se le habla, ni a hablar ella la primera”. Ella, la que duplica las voces en los finales de frase y devuelve lo que ha escuchado, amando al hermoso joven, es despreciada, como lo hace con todos y todas quienes le demandaban amor. Cansado de sus andanzas, el bello joven se detiene a descansar en un paraje hermoso con una magnífica fuente a la que se acerca con la intención de saciar su sed, al mirarse en las límpidas aguas, dice Ovidio en La metamorfosis: “se extasía ante sí mismo y permanece inmóvil…se admira él de todo lo que le hace admirable. Se desea así mismo sin saberlo, gusta él mismo a quien gusta, al solicitar es solicitado, y a la vez que enciende arde. ¡Cuántas veces dio vanos besos a la engañosa fuente!” Arde en amor a sí mismo y su ardor lo lleva a la muerte amándose a sí mismo. Suicidio por enamoramiento, ¿Su nombre? Narciso.

El manual de clasificación psiquiátrica conocido como DSM-5 define al trastorno narcisista de la personalidad como “un patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), una necesidad de admiración y una falta de empatía, que inicia al principio de la edad adulta y que se dan en diversos contextos”. La nosología del trastorno de la personalidad narcisista señala algunos criterios: a) Tiene un grandioso sentido de auto importancia, exagera logros y capacidades, espera ser reconocido como superior sin tener logros que vayan en proporción; b) se muestra preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor imaginarios; c) Cree que es especial y único y que sólo puede ser comprendido y relacionarse con personas o instituciones de alto estatus; d) exige una admiración excesiva, resulta muy pretencioso, espera un trato especial; e) carece de empatía y presenta comportamientos soberbios o actitudes arrogantes.

La clasificación del manual DSM-5 también distingue entre Narcisismo grandioso o de piel gruesa y narcisismo vulnerable o de piel fina. En los primeros, los sentimientos de grandiosidad pueden estar tanto en la imaginación como en el comportamiento. Es decir, hay personas extremadamente tímidas, pero con enormes fantasías de grandiosidad o delirios de reivindicación, se muestran insensibles, incapaces de reconocer los sentimientos profundos. Los segundos se trata de personas con una gran vulnerabilidad, frágiles, hipersensibles y mucha dificultad para hacer frente a los fracasos. En ambos casos, se sienten orgullosos de su soberbia y de la humillación que provocan, no reconocen padecimiento ni se inhiben al mostrar sus rasgos patológicos. Hay incluso alarde de ellos. También proyectan seguridad y eso, junto con el cuidado y pulcritud de su imagen, los convierte en seductores irrestrictos.

Sigmund Freud, inventor del psicoanálisis, escribió en 1914 un texto fundamental para el corpus teórico de la disciplina: Introducción del narcisismo, aunque ya había hecho referencia al concepto con anterioridad, por ejemplo, al hablar de Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci. Freud reconoce que el término “narcisismo” se había usado desde 1898 por Havelock Ellis. En los primeros planteamientos ubicaba al narcisismo como una perversión donde, en lugar de tomar un objeto de amor exterior, el sujeto elegía como objeto de amor a su propio cuerpo. Así lo escribe el Dr. vienés: “conducta por la cual un individuo da a su cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de un objeto sexual; vale decir, lo mira con complacencia sexual, lo acaricia, lo mima, hasta que gracias a estos manejos alcanza la satisfacción propia”. Si Freud no fuese más allá de estos planteamientos se quedaría en el ámbito donde se mueve la psicología. Sin embargo, a partir de 1914 hará del narcisismo una investidura pulsional necesaria para la constitución de la subjetividad y la elección de objetos de amor. No es ya una condición patológica sino un dato estructural del sujeto.

Habría dos momentos constitutivos del narcisismo que se expresan en dos dimensiones de elección de objeto de amor: el narcisismo primario, donde el infans se muestra en un estado de absoluta indefensión o desamparo (hilflosigkeit) que solo se salva por la presencia de un otro que le prodiga cuidados y satisface sus necesidades. Es a partir de esta relación de proximidad entre el niño y quien hace función materna, le protege y satisface sus necesidades, que se constituirá la primera dimensión de elección de objeto amoroso. Freud dirá que el infans, entonces, elige sus objetos sexuales tomándolos de sus vivencias de satisfacción, ancladas a partir de la madre nutricia o el padre protector, a esa dimensión le llama anaclítica o por apuntalamiento.

El narcisismo secundario es posterior y ocurre a partir del repliegue de la libido sobre el yo a partir de la desinvestidura de objetos exteriores, el yo se vuelve referencia aún en los objetos tomados del exterior. Es decir, en el narcisismo secundario, en el otro se encuentra y se ama a sí mismo. Aquí se constituye la segunda dimensión de elección de objeto de amor que toma como modelo al propio yo. Desde esta dimensión, el objeto queda ubicado en el lugar del ideal del yo, es decir, se amaría al objeto no por sus cualidades sino por la satisfacción narcisista que suscita. Es esa misma idealización del objeto lo que en otro momento puede desencadenar la agresividad. Aquí se establece la segunda vertiente de la elección de objeto de amor, la dimensión narcisista.

El psicoanalista francés Jacques Lacan, en diversas ocasiones, relaciona el amor y el narcisismo, le llama “amarse a través del otro”. En el seminario VIII, Sobre la transferencia, hará una lectura de El banquete o sobre la erótica, de Platón, hace un recorrido por el amor y ahí hablará del objeto agalmático como aquello valioso que se supone a quien se ama. De esta manera, lo que se buscaría en la experiencia amorosa sería aquello que hay de más yo-mismo en el exterior. Aquí nuevamente se pone en juego algo de la dimensión narcisista en el amor. Sin embargo, el amor iría más allá en tanto que lo que lo mueve es un objeto que falta en quien ama y del que también carece el amado, es decir, no hay este yo-mismo en el amor, en el amor se trata del encuentro de dos inconscientes. Algo de esta condición del amor se ve reflejada en la archi mencionada fórmula lacaniana en la que “amar es dar lo que no se tiene, a quien no es”. El narcisista, montado en la sobrebia, no puede amar; amar exige ir más allá del narcisismo.

Antonio Bello Quiroz

Psicoanalista. Miembro fundador de la Escuela de la Letra Psicoanalítica. Miembro fundador de la Fundación Social del Psicoanálisis. Ha sido Director fundador de la Maestría en Psicoanálisis y Cultura de la Escuela Libre de Psicología. Ha sido Director de la Revista *Erinias*. Es autor de los libros *Ficciones sobre la muerte*; *Pasionario: ensayos sobre el crimen* y *Resonancias del deseo*. Es docente invitado de diversas universidades del país y atiende clínica en práctica privada en Puebla.

Antonio Bello Quiroz
En pocas palabras

Mayo 17, 2024 / Por Márcia Batista Ramos

Adiós a un poeta que cuenta historias

Mayo 14, 2024 / Por Márcia Batista Ramos

Diarrea emocional

Mayo 14, 2024 / Por Damián Cruz González

En pocas palabras

Mayo 10, 2024 / Por Márcia Batista Ramos

Konrad o la madre que abrió la lata

Mayo 10, 2024 / Por Maritza Flores Hernández

Con las valijas a cuestas

Mayo 07, 2024 / Por Márcia Batista Ramos

En pocas palabras

Mayo 03, 2024 / Por Márcia Batista Ramos