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Las fobias

Las fobias

Mayo 23, 2023 / Por Antonio Bello Quiroz

El miedo a la oscuridad acompañó al genial Dostoievski durante toda su vida. El temor a la oscuridad y el silencio al que nos convoca la soledad acompañan la vida de muchas personas desde su más temprana infancia. Con frecuencia el miedo a la oscuridad, al silencio y a la soledad constituyen una verdadera triada siniestra. Recordemos que lo siniestro en Freud ocurre cuando aquello que debe quedar oculto sale a la luz. La época promueve una especie de fobia a la soledad y a la oscuridad. Se huye del silencio con un exceso de ruido. Se huye de la soledad como de la peste. Se huye de la oscuridad, en el ambiente y en el alma, porque, como dice Bataille, la oscuridad no miente.

¿Qué son las fobias? Fobos (del griego Φóβoς, “miedo”, terror) en la mitología es la más grande de las dos lunas de Marte; la otra se llama Deimos. Fobos era uno de los hijos de Ares, dios de la guerra, quien pese a ser inmortal sentía un dolor atroz. Fobos es el miedo mórbido e irracional, es el pavor que en latín se dice Timor. El fóbico es el que teme a algo de carácter desconocido.

La fobia ya había sido abordada por la psicopatología antes de que Sigmund Freud nos revelara sus secretos. La fobia no es el miedo común, no es el antiguo pavor, se trata de un subproducto de la modernidad (¿acaso no es el hombre moderno un animal miedoso, debido a su sentimiento de finitud y pequeñez, ahora sin un mito universal que lo ampare?). En la fobia el sujeto experimenta un fuerte temor, pero no a cualquier cosa, sino exclusivamente a “su objeto” de temor, con el que establece una relación de excitación y huida: el fóbico ante la angustia hace síntoma.

La fobia cuestiona de manera profunda al sujeto, le atañe en toda su relación con el mundo, y le implica esencialmente en el cuerpo. Ante el objeto de su fobia el cuerpo reacciona de manera dramática, se eriza la piel, se inquieta, tiembla e incluso convulsiona. El sujeto, ante el objeto de su fobia, se encuentra frente a un espectáculo insoportable, queda paralizado, atrapado en la mirada del horror. Se forma así una triada importante a nivel inconsciente: Mirada-Cuerpo-Fobia. Éste es el camino en el que nos introduce Freud, el de una escritura inconsciente de la fobia.

Freud nos revela los secretos de la fobia. Primero, con el caso del pequeño Hans, nos dice que la fobia es una respuesta ante la angustia. Más tarde dirá que, en sentido contrario de lo que se cree, la fobia no es la reacción ante el objeto sino ante lo que significa el objeto, no es frente al objeto sino como significante. En ambas afirmaciones, nos queda claro, algo del deseo se encuentra involucrado.

La cosecha de fobias entró a la ciencia (psicopatología) gracias a los trabajos del psicólogo William James en 1870 y a sus intenciones de erradicar el miedo al agua (o hidrofobia), que se conocía desde 1314. Curiosamente, el catálogo de las fobias en la modernidad se abre con la aparición de la luz eléctrica en 1879: se trata de la “fobia a la luz” (o fotofobia). A partir de este momento, la lista de fobias es larga y son muchos los personajes de la psiquiatría que le acompañan. La engrosan la agorafobia o miedo a los espacios abiertos (Wesphal). La claustrofobia de Ball. La temible “dismorfofobia” o temor a la deformidad del cuerpo, de Kraepelin. Parece que la predicción de James sobre la erradicación de los miedos a partir del avance de la ciencia se desmiente ya que, por el contrario, se multiplican y diversifican. Miedo a los animales, a salir, a volar, a los espacios cerrados o abiertos, a los lugares con gente, a la soledad, a la oscuridad, a la luz. Miedo a viajar, a los granos, a los ascensores y un largo etcétera. Detrás de cada una de las fobias se encuentra la angustia y sus múltiples máscaras. De hecho, en alemán angustia y fobia se dicen con la misma palabra: Angst.

Desde muy temprano, en sus teorizaciones Freud establece una liga entre el miedo y la angustia. En un texto de 1926, llamado Inhibición, síntoma y angustia escribe: “Angst tiene una relación indiscutible con la espera: es miedo (Angst) de algo. Un carácter de indeterminación y de ausencia de objeto le es inherente, incluso el uso correcto cambia su nombre cuando encontró un objeto y la reemplaza por Furcht (miedo).” Aunque más tarde, y esto es importante de señalar, el psicoanalista francés Jacques Lacan nos mostrará que la angustia no es sin objeto.

Max Graf, musicólogo y profesor del conservatorio de Viena, es el paciente que le habla a Freud de su hijo Herbert de cinco años, conocido en los anales del psicoanálisis como el Pequeño Hans, y a quien Freud dedica sus trabajos en torno a la fobia. El niño vive una fobia a los caballos que estalla en 1908 y se resuelve en abril del mismo año con una intervención de Freud. Es un paso fundamental en el tratamiento de las fobias, por que irá más allá de los mecanismos de la fobia (que en su tratamiento psicológico se reduce al acercamiento sistemático al objeto causa de la fobia: desensibilización sistemática le llaman ), para atender a los significantes que le sostienen, es decir, el psicoanálisis permite explorar la vertiente inconsciente o subjetiva de la fobia. El genio de Freud se juega al darle un lugar a la “tontería”, como el pequeño e inteligente niño llamaba a su fobia al caballo. Freud confía en “la moneda del neurótico”, sabe que las neurosis nunca dicen nada tonto y, dándole lugar a esa “tontería”, el pequeño Hans se vuelve el historiador de su propia tontería, en el mismo sentido en que el neurótico se volverá, en análisis, en historiador de su propia historia.

Con esta intervención freudiana se abre el camino para dar con la causa inconsciente de la fobia. No es el objetivo eliminar la fobia sino hacer consciente aquello que está atrás y la causa.

Antonio Bello Quiroz

Psicoanalista. Miembro fundador de la Escuela de la Letra Psicoanalítica. Miembro fundador de la Fundación Social del Psicoanálisis. Ha sido Director fundador de la Maestría en Psicoanálisis y Cultura de la Escuela Libre de Psicología. Ha sido Director de la Revista *Erinias*. Es autor de los libros *Ficciones sobre la muerte*; *Pasionario: ensayos sobre el crimen* y *Resonancias del deseo*. Es docente invitado de diversas universidades del país y atiende clínica en práctica privada en Puebla.

Antonio Bello Quiroz
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