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Lewis Carroll como precursor de Freud

Lewis Carroll como precursor de Freud

Enero 24, 2023 / Por Antonio Bello Quiroz

Quisiera decir lo que me parece como la correlación más eficaz para situar a Lewis Carroll: es la épica de la era científica

Jacques Lacan (Homenaje a Lewis Carroll

 

El 27 de enero de 1832 nace en Daresbury, Reino Unido, Charles Lutwidge Dogson, un diácono anglicano, lógico, matemático, y fotógrafo con una mirada profunda. Quizá el nombre no nos diga nada, sin embargo, alcanzó fama mundial a partir de su seudónimo: Lewis Carroll y sus obras Alicia en el país de las maravillas, Alicia a través del espejo y Lo que Alicia encontró ahí.

La historia de Alicia en el país de las maravillas es, por mucho, inquietante y fascinante. Charles Lutwidge Dogson es un personaje que mantiene una relación sumamente cercana con la niña Alicia Liddell y sus dos hermanas. Las visitaba con frecuencia llevando consigo un maletín lleno de juguetes y ellas quedaban fascinadas con las historias que les contaba. Entre las hermanitas Liddell había una que era su preferida: Alicia. El psicoanalista francés Jacques Lacan, en 1931, brinda un homenaje al escritor y dirá que Lewis Carroll se hace un servidor de la pequeña Alicia, ella es el objeto que él dibuja. Es por ella que el reverendo y matemático se hace escritor de literatura infantil, quizás el precursor del género. Es la forma en que Lewis Carroll sublima una pasión amorosa, hace de este goce proscrito una creación por la vía de la literatura.

Se cuenta que el reverendo Lewis paseaba con frecuencia con Alicia y sus dos hermanitas, y en una de estas excursiones las hermanas Liddell pidieron a Carroll que les contara una aventura. Nuestro escritor inventó la historia colocando a Alicia como la protagonista. Él inventó la historia y ella, Alicia, le pidió que la escribiera. Alicia en el país de las maravillas es, entonces, la respuesta a una demanda y, como bien sabemos, toda demanda es una demanda de amor. No sólo narra oralmente el cuento que ha inventado, sino que, a insistencia de la niña Alicia, lo escribe y publica con sus propios medios. El libro se publicó en 1865 y tuvo de inmediato un enorme éxito. Lacan destacará que obra de Carroll, no sin consecuencias, es contemporánea, por tanto, de El origen de las especies de Charles Darwin.

Mucho se ha discutido sobre la afición que Carroll tenía para con los niños, generalmente eran niños y niñas los modelos de su arte fotográfico. Sin duda alguna, en nuestros días nadie dudaría en tratarlo como un pederasta, sin embargo, considero un error extrapolar las valoraciones. En su época no había prácticamente nada que impidiera, ni legal ni moralmente, la convivencia incluso amorosa, entre adultos y niños.

En las obras literarias de Carroll se cristalizan las pasiones del reverendo Dogson; la lógica, las matemáticas, la fotografía y lo infantil. Lacan destaca la satisfacción —alegría— con la cual Lewis Carroll hace juegos con el lenguaje, cadenas asociativas e incluso neologismos. El mismo autor se ubica como el personaje del Dodo, un ave tartamuda que organiza “una carrera loca y una larga historia”; al tartamudear, se nombra en ese nombre que ha dejado: do-do, repetición de la primera sílaba del nombre del reverendo Dogson. De Alicia podemos destacar el lugar que Lewis Carroll le da a su pulsión destacando la curiosidad de la niña que no se agota, al igual que sus deseos de aventura. También destaca la pulsión ligada al cuerpo que la llevan a comer y beber sustancias que alteran su percepción corporal.

En el último trayecto de la enseñanza de Lacan, el lenguaje adquiere una nueva dimensión. Se destaca ahora el elemento real anterior a cualquier ordenamiento formal, elemento conocido como la lalengua. Ese primer encuentro con el lenguaje donde priva el ritmo: ahí habitan los sonidos del lenguaje que se imponen a su sentido. En la trama de Alicia en el país de las maravillas la Duquesa le dice, por ejemplo: “cuida del sentido y el sonido cuidará de sí mismo”. Muestra que el sonido, el ritmo podría decirse, funciona por sí mismo, es el goce del lenguaje sin que el sujeto intervenga imponiendo un sentido. Ocurre también en el diálogo con el sombrerero loco, donde encontramos el ritmo ahora referido al tiempo: “—¡Ah, eso lo explica todo! —dijo el Sombrerero—. El tiempo no tolera que le den palmadas”.

El ritmo, tanto en la experiencia clínica como en Alicia, impone el sinsentido, el nonsense, eso que escapando a la lógica introduce un sentido inédito, incluso un contrasentido, que en sentido estricto no es sino otro sentido, por ejemplo: caminar en sentido opuesto para aproximarse. La función a la que se apunta en el sinsentido es desarticular sentidos como lo hace Carroll de manera extraordinaria. En el seminario 23, dedicado a Joyce, Lacan nos muestra que el hablante, el hablante-ser como le llama, goza del lenguaje con su cuerpo. Alicia juega con su cuerpo, en ella, sus dimensiones, sus extensiones, el misterio del ser se ciñe a la extrañeza del cuerpo. Es ella misma, pero al mismo tiempo se desconoce.

Jacques Lacan inventa un neologismo para mencionar esta condición y habla de lo éxtimo, es decir, la vivencia de sentir algo íntimo a la vez que completamente externo. Ya Freud nos hablaba de lo ominoso para referirse a la emergencia de lo extraño en lo más propio. En el capítulo V de Alicia en el país de las maravillas, a partir del consejo de una Oruga, se produce la pregunta por el ser: ¿quién eres tú? Y Alicia responde: “Pues… pues creo que en este momento no lo sé, señora… sí sé quién era cuando me levanté esta mañana; pero he debido de cambiar varias veces desde entonces” y, un poco más adelante continúa Alicia: “me temo que no se lo puedo explicar con más claridad; porque, para empezar, yo misma no consigo entenderlo; y el cambiar de tamaño tantas veces en un día es muy desconcertante

Lewis Carroll elevó la dignidad de la infancia a una experiencia que no quedaba reducida a la ilusoria inocencia infantil. Y esto, hay que decirlo, antes de Freud. Lewis es precursor de Freud. Si bien la historia de Alicia se despliega como una gran ficción, un sueño, algo que pertenece al mundo de la fantasía, territorio de fantasía que hace litoral con la realidad. El efecto que consigue Carroll anuda la realidad y la ficción. El penúltimo párrafo del cuento evoca la ensoñación de la hermana de Alicia tras escuchar todas esas aventuras:

“Así que siguió sentada con los ojos cerrados, y medio convencida de que estaba en el País de las Maravillas; aunque sabía que no tenía más que abrirlos otra vez para que todo volviese a ser insulsa realidad: la yerba susurraría por el viento tan sólo, y el agua chapotearía con el balanceo de las cañas… el tintineo de las tazas se convertiría en el tañido de los cencerros de las ovejas, y los gritos estridentes de la Reina en las voces del pastorcillo… Y el estornudo del bebé, el alarido del Grifo y demás ruidos extraños, se transformarían (lo sabía) en el clamor confuso del ajetreado corral de la granja, mientras que el mugido del ganado, a lo lejos, sustituiría a los hondos sollozos de la Falsa Tortuga”.

Lewis Carroll es un autor que entrelaza la creación literaria con la lógica por estar implicado con ambas. El soñador y el lógico, Lacan señala esta división como necesaria para la realización de la obra, en donde no habla de sexo, tema prohibido para la subjetividad victoriana, pero no deja de hablar de eso en el erotismo. El sexo no sólo está presente en la narración, sino que transborda en la equivocidad de los juegos de lenguaje que sirven de vehículo, al mismo tiempo, a la ideología victoriana y a su subversión.

Pocas décadas después de que Carroll publicara su Alicia, el psicoanálisis vino a hablar del sexo y a conceptuarlo justamente como aquello que huye al encuadramiento establecido por toda lógica. Partió de la noción de desvío y amplió la sexualidad a lo excéntrico del cuerpo. Al tratar abiertamente el sexo como aberración, se contribuyó mucho a abrir vías a un discurso sobre el sexo y lo erótico, tanto en el campo de la ciencia como en la producción de nuevas condiciones subjetivas de creación en las artes. Estas cuestiones no dejan de ser también las cuestiones vivas, tanto en la obra como en la vida, del reverendo Charles L. Dodgson, amante de los juegos verbales y de las paradojas, de las fotos y de las niñas.

Lacan mencionaba que, si tuviera que aconsejar un libro de introducción para los psicoanalistas de niños, antes que cualquiera de los libros de Piaget, aconsejaría la obra de Lewis Carroll, en particular Alicia en el País de las Maravillas, dado que en ese libro se capta el fundamento de la experiencia de los niños con los juegos de lenguaje y, principalmente el valor, y la incidencia de falta de sentido que eso implica.

Antonio Bello Quiroz

Psicoanalista. Miembro fundador de la Escuela de la Letra Psicoanalítica. Miembro fundador de la Fundación Social del Psicoanálisis. Ha sido Director fundador de la Maestría en Psicoanálisis y Cultura de la Escuela Libre de Psicología. Ha sido Director de la Revista *Erinias*. Es autor de los libros *Ficciones sobre la muerte*; *Pasionario: ensayos sobre el crimen* y *Resonancias del deseo*. Es docente invitado de diversas universidades del país y atiende clínica en práctica privada en Puebla.

Antonio Bello Quiroz
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