Káos

Los mitos del amor, el amor sin mitos

Los mitos del amor, el amor sin mitos

Abril 24, 2022 / Por Antonio Bello Quiroz

Temen al amor porque crea un mundo que no pueden controlar

George Orwell, 1984

Las formas en que el amor se ha vivido son distintas en cada época. Las formas convulsas y confusas que vivimos no pueden sino arrojarnos a un mar de incertidumbre en el amor y en las formas en las que nos relacionamos entre los sexos.

El amor, por ser un hecho del lenguaje, es ambiguo per se. Por amor se han realizado las más excelsas obras, se han construidos magníficos discursos, sí, pero también no pocas sangrientas guerras. Por amor se han levantado extraordinarias construcciones, hermosas estatuas, sí, pero también por amor se han creado las mayores catástrofes, exterminios y genocidios. El amor tiene la virtud de hacernos tocar el cielo y descender al infierno. Esta dualidad, que le es inherente, se narra desde el mito sobre el origen de Eros que Diótima narra a Sócrates en El banquete de Platón, donde lo hace hijo de Poros y Penia: “(...) Cuando nació Afrodita (diosa de la belleza), los dioses celebraron un banquete y, entre otros, estaba también Poros (dios de la abundancia), el hijo de Metis (diosa de la prudencia). Después que terminaron de comer, vino a mendigar Penía (diosa de la pobreza), como era de esperar en una ocasión festiva, y se quedó cerca de la puerta. Mientras, Poros, embriagado de vino, entró en el jardín de Zeus y, entorpecido por la embriaguez, se durmió. Entonces Penía, maquinando, impulsada por su carencia de recursos, pretendió hacerse con un hijo de Poros, se acostó a su lado y concibió a Eros.”

Desde estas míticas coordenadas podemos ver que el amor es intermediario, un demiurgo: nos eleva al mejor de los cielos y nos lleva al más terrible infierno, nos “comunica la luz con la sombra, el mundo sensible con las ideas”, escribe Octavio Paz en La llama doble.

Diversos han sido los mitos que organizan las prácticas del amor, la historia de las mentalidades nos lo muestra. En nuestra época, el amor se practica de manera distinta a como se mostraba en la antigüedad.

Para saber del amor en la antigüedad de Occidente tenemos tres fuentes primarias, tres libros: a) la Biblia, en especial El Cantar de los Cantares; b) El Banquete o sobre la erótica, de Platón; y c) El arte de amar, de Ovidio Nasón, escrito en el siglo I después de Cristo. Sin embargo, a decir de Stendhal, las concepciones del amor en Occidente provienen del mundo árabe medieval. Según este escritor francés, que hizo del amor su leitmotiv, “el modelo y la patria del verdadero amor hay que buscarlo bajo la tienda gris del árabe beduino”. El collar de la paloma, texto escrito por Ibn Hazm, un árabe cordobés, se menciona como el principal tratado de amor en el mundo medieval. Se trata de un estudio elegantemente escrito acerca del amor y las costumbres en las prácticas y usos amorosos hispanos-árabes del siglo XI.

Estos libros generan modalidades o prácticas amorosas, lo mismo que sus artes amatorias. Conocemos algunas de ellas hasta antes de la modernidad. Por ejemplo, el amor platónico, marcado por lo imposible, es el amor que ocurre sólo en lo ideal. También tenemos noticias del amor homosexual como paradigma en Grecia, donde se juega el vínculo erótico e intelectual entre un hombre mayor y un muchacho; o bien, el amor cortés, con sus convenciones, gestas heroicas y secretos inviolables. Conocemos un mito cuyos ecos llegan hasta nuestros días: el amor romántico, que encuentra su fundamento en lo novelesco que promueve la ilusión de que existe, en algún lugar, aquella o aquel que nos completaría idealmente, pero hay que sufrir las desdichas para poder, por fin, alcanzarlo.

El amor, mejor aún, las formas del vínculo amoroso, con la modernidad, sufrieron un vuelco que ha dado lugar a una explosión de modulaciones.

Algunos estudios se han realizado sobre el amor en nuestra época. Por ejemplo, desde la sociología, en particular con la obra de Zygmunt Bauman, se acuña el concepto de amor líquido para referirse a la fragilidad de los vínculos amorosos que se viven en la llamada posmodernidad. Se trata de amores caracterizados por la fugacidad, la superficialidad, la utilidad, etcétera. Según esta lectura sociológica, estos vínculos endebles se oponen a las sociedades sólidas y cálidas, que serían las que se vivían en los principios de la modernidad, con la familia estable y extensa como modelo.

En nuestro tiempo, y esta es la tesis que la psicoanalista francesa Colette Soler expresa en su libro La maldición del sexo, ya no tenemos mitos sobre el amor.

Ante la ausencia de mitos (paradigmas universales) sobre el amor en la postmodernidad, podemos observar la emergencia de tipos de vínculos amorosos inéditos, artes de amar hasta ahora desconocidas. Son tantas y tan variables que tienen que inventarse neologismos para poder nominarlas. Multiplicidad de estilos y formas de amor que, sin embargo, no alcanzan para ocultar la hiancia que muestra la no relación sexual que Jacques Lacan supo hacer ver.

Son muchos los rostros del vínculo amoroso contemporáneo: es el caso del llamado poliamor, que implica la posibilidad de tener más de una relación íntima, incluso amorosa, con carácter de duradera, de manera simultánea con varias personas (incluso del mismo sexo), con el pleno consentimiento y conocimiento de todos los involucrados. Hay diferencia si el vínculo entre varias parejas es sólo de carácter sexual y ocasional, lo que se practicaría en el swinging.

El catálogo es largo, pero quisiera aquí destacar el muy generoso amor confluente. Se maneja como el amor con una visión “realista” mediante el establecimiento de un consenso donde se daría una relación amorosa, e incluso sexual, sostenida por los proyectos de realización personal de los involucrados. Los objetivos de esta forma de sobrellevar el trato son muy claros: el intercambio afectivo y la satisfacción sexual. Los vínculos que se mantendrían mientras exista interés de las partes. La presencia-imagen del sugar dady es frecuente en estos vínculos amorosos

Resulta claro que el vínculo amoroso no escapa a los mandatos de la época. En nuestra cotidianidad se insta a que el vínculo con los objetos se reduzca a su utilidad, en el mismo sentido, también con el partenaire operaría el precepto: “úsese y tírese” como se trataría con cualquier objeto. El amor en nuestros días está sometido al imperativo superyoico de goce de los objetos de placer que se suceden en una sustitución metonímica, sin límites y sin renuncias, donde el otro, el partenaire, deviene en instrumento temporal de goce. Hay que señalar de paso que estos nuevos vínculos amorosos implican un creciente borramiento y desconocimiento consciente de las diferencias en cuanto a las posiciones sexuadas binarias.

Ante tal panorama, vale preguntar: ¿qué es lo que caracteriza al amor (al vínculo amoroso) en nuestros días?

Colette Soler señala, en La maldición del sexo, que en nuestros días, pese a toda la variedad de artes amatorias: “algo no anda entre los hombres y las mujeres. Aunque se podría argumentar que esto ocurre desde siempre, no es desde siempre que nos quejamos sobre esto”. Quizá esta sea la diferencia radical entre los modos de amar de otros tiempos y la nuestra: ahora hay lugar para la queja, los “mitos” están, si se quiere, pero desdibujados de tal manera que se abre espacio para la queja, para la queja individual, más aún, la queja subjetiva, la que se hace a nombre propio.

Esta es justamente la novedad: no que los vínculos amorosos no anden, eso desde siempre, sólo que hoy de eso se hace síntoma, incomoda, hay queja. Y no hay más mitos que cubran esta falla. Vivimos una época de amor sin mitos, es menester que en cada vínculo se invente un mito, ese es el reto dado que no hay amor sin mitos.

Antonio Bello Quiroz

Psicoanalista. Miembro fundador de la Escuela de la Letra Psicoanalítica. Miembro fundador de la Fundación Social del Psicoanálisis. Ha sido Director fundador de la Maestría en Psicoanálisis y Cultura de la Escuela Libre de Psicología. Ha sido Director de la Revista *Erinias*. Es autor de los libros *Ficciones sobre la muerte*; *Pasionario: ensayos sobre el crimen* y *Resonancias del deseo*. Es docente invitado de diversas universidades del país y atiende clínica en práctica privada en Puebla.

Antonio Bello Quiroz
En pocas palabras

Mayo 17, 2024 / Por Márcia Batista Ramos

Adiós a un poeta que cuenta historias

Mayo 14, 2024 / Por Márcia Batista Ramos

Diarrea emocional

Mayo 14, 2024 / Por Damián Cruz González

En pocas palabras

Mayo 10, 2024 / Por Márcia Batista Ramos

Konrad o la madre que abrió la lata

Mayo 10, 2024 / Por Maritza Flores Hernández

Con las valijas a cuestas

Mayo 07, 2024 / Por Márcia Batista Ramos

En pocas palabras

Mayo 03, 2024 / Por Márcia Batista Ramos