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Raúl N. Ondarza, la muerte de un gran científico

Raúl N. Ondarza, la muerte de un gran científico

Febrero 11, 2022 / Por Ismael Ledesma Mateos

Estoy consternado: ha muerto este 6 de febrero, durante la noche, el Dr. Raúl N. Ondarza Vidaurreta —en la misma fecha que murió mi abuelo Vicente A. Mateos—. Para mí, Ondarza es un personaje fundamental para la ciencia mexicana, con contribuciones que pocos valoran en un ámbito de envidias y odios, una vorágine que es la ciencia. Él se dedicó a la bioquímica siendo biólogo, cuando los primeros bioquímicos eran médicos, y para que más les doliera, fue el primer mexicano que publicó en Methods in enzymology, la publicación más importante del mundo en enzimología. La razón fue que encontró una nueva enzima, la glutatión disulfuro reductasa, y su sustrato: el doble disulfuro glutatión, algo muy trascendente para el estudio de la función hepática.

Yo leí desde muy joven (a los 16 años) su libro Introducción a la biología moderna, editado por el Fondo de Cultura Económica en 1964 y que conseguí en la edición de 1970, un texto que conjuntaba trabajos de grandes científicos mexicanos como Guillermo Carvajal, de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas de IPN (ENCB), Luis Cañedo, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, Jorge Gonzales Ramírez, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, Carlos Gitler, del departamento de Bioquímica del CINVESTAV, Mario García Hernández, del departamento de Bioquímica del CINVESTAV, Sergio Estrada Orihuela, de la Facultad de Medicina de la UNAM, un capítulo del propio doctor Raúl N. Ondarza, de la Facultad de Medicina de la UNAM, Saul Villa Treviño, del departamento de Biología Celular del CINVESTAV, Guillermo Massieu Helguera, en esa época en el Instituto de Biología de la UNAM y luego en el CINVESTAV. Se trata de un libro extraordinario que da cuenta del conocimiento biológico en México.

Tengo el gusto de tener autografiado el libro por el Dr. Ondarza en el 2016, y también otro, que publicó en 1968 y que tengo en la edición 1976, que se titula Biología Moderna, editado por Siglo XXI, otro libro imprescindible para el conocimiento biológico del cual es autor único y del que quiero destacar mi capítulo favorito: “El Origen de la vida”, en la cuarta parte titulada “Aspectos de la biología general”, donde también aborda los “Mecanismos de la evolución biológica”, los “Fenómenos de la conducta animal” y el “Fenómeno del envejecimiento”. Se trata de un libro fundamental, trascendental, que no existe por ningún autor de otros países en otro idioma.

Publicó muchos otros libros, como el editado en 1997, que se llama Semblanzas. Los fundadores de la Sociedad Mexicana de Bioquímica 1957-1997. Un trabajo extraordinario que reúne relatos biográficos y entrevistas, una de las cuales realicé yo acerca de mi maestro, el doctor y general Edmundo Calva. Sin duda, Ondarza fue un personaje interesado en el conocimiento de la biología, la bioquímica y la biología molecular. Se trata de uno de los biólogos que realizaron las mayores contribuciones a la ciencia en México. Aquí tengo en mis manos otro de sus libros: Biología molecular. Antes y después de la doble hélice (Siglo XXI, 1994), otro texto indispensable.

Ondarza fue el primer biólogo que se interesó en la bioquímica y que fundó la materia de biología molecular para la carrera de biólogo en la Facultad de Ciencias de la UNAM, primero como una optativa, en 1963, y luego como semiobligatoria en el nuevo plan de estudios de 1966, donde paradójicamente los alumnos tenían que escoger entre biología general II, que era teoría de la evolución —fundada por Alfredo Barrera, egresado de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN y alumno de los exiliados españoles— o bien Biología Molecular, fundada por Raúl N. Ondarza. De forma tal que hubo generaciones de biólogos que no cursaron evolución o no cursaron biología molecular. Sin embargo, aquí nos encontramos con un gran avance curricular en la formación de estos científicos, que ya no serían “cuenta patas”, “cuenta escamas” o colectores de plantitas, como era la estructura de la enseñanza anterior a este plan de 1966.

Ondarza no era un médico, pero cuestiones laborales e institucionales hicieron que tuviera su plaza y laboratorio en la Facultad de Medicina de la UNAM. No se jubiló y continuó hasta su muerte en la enseñanza, habiendo fundado la materia de “epigenética”. Fue Doctor Honoris Causa por la Universidad de Paris XIII. Tuve la fortuna de entrevistarlo hace algunos años, la cual publicaré próximamente. Él fue maestro de Sergio González Moreno, quien me formó en la ENEP Iztacala de la UNAM. Ondarza lo envió al curso internacional de proteínas en Buenos Aires, Argentina, donde fue alumno de Paladini, el discípulo del Premio Nobel Luis Leloir. Gracias a que Ondarza mandó allá a Sergio, sé todo acerca de las proteínas y cómo trabajar con ellas, cosa que dejé al hacerme historiador y sociólogo, pero que recuerdo bien. Por ello, indirectamente me siento discípulo de Ondarza y parte de una tradición muy trascendente en la ciencia mexicana.

En el CONACyT, fundado por Luis Echeverría, el Doctor Ondarza fue director adjunto de desarrollo científico y tecnológico y ahí tuvo la oportunidad de fundar varios de los centros de investigación conocidos como SEP-CONACyT, algo muy relevante pensando en la descentralización de la ciencia y la tecnología en el país. Como director de la Escuela de Biología de la UAP, pude invitarlo en dos ocasiones, y hace algunos años pude llevarlo nuevamente a la escuela, hoy Facultad de Biología de la UAP —yo nunca diré BUAP—. Interesado en el origen de la vida, lo que podemos ver en sus libros, desde su cargo en CONACyT consiguió enviar a mi amigo Antonio Lazcano Araujo a realizar una estancia en la Unión Soviética con Alexander Ivanovich Oparin, y organizó en México una reunión internacional sobre origen de la vida en la que participó el famoso Carl Sagan.

Solo para concluir diré que estoy de luto por un científico que admiré desde mi juventud, que tuve el gusto de conocer personalmente y gozar de su amistad.

Para variar, estos temas no son del interés de Ubú Rey, quien debió valorar la ciencia y la educación y así evitar ser derrocado, pero eso los autócratas no lo entienden, pues su único interés son las phinanzas, como los neoliberales que nos gobernaron desde hace varias décadas.

 

 

¡Vamos a interrumpir aquí!

 

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Ismael Ledesma Mateos

Biólogo (UNAM), Maestro en Ciencias en Bioquímica (CINVESTAV), Doctor en Ciencias (UNAM), Premio a la mejor tesis doctoral en ciencias sociales en el área de historia por la Academia Mexicana de Ciencias (1999), Postdoctorado en el Centro de Sociología de la Innovación de la Escuela Nacional Superior de Minas de París, Francia. Director fundador de la Escuela de Biología de la UAP, Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología A.C (SMHCT) (2008-2014), profesor-investigador de la FES Iztacala de la UNAM.

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