Ubú
Marzo 24, 2023 / Por Ismael Ledesma Mateos
Yo viví mi adolescencia con la imagen de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), un espacio combativo y de lucha. Eran los años setenta y la universidad se encontraba convulsionada en conflicto con la derecha poblana. Se resentían las secuelas del movimiento de Reforma Universitaria iniciado en la década de los sesenta, cuando la organización de los universitarios, encabezados por el Rector Manuel Lara y Parra, derrocó al gobernador Antonio Nava Castillo.
El inicio del movimiento de reforma universitaria se dio en1961. Eclosionó un día tras una manifestación de rechazo a la fallida invasión estadounidense de Bahía de Cochinos y prosiguió con la toma del Edifico Carolino el 1 de mayo del mismo año por parte de los estudiantes de izquierda. La introducción de aquella larga lucha concluyó, nueve días después, con la designación del primer rector democrático de la Universidad Autónoma de Puebla: Julio Glockner Lozada.
Aunque la universidad consiguió su autonomía en 1956, el gobierno del estado tenía en su Ley Orgánica la figura del “Consejo de Honor”, nombrado por el gobernador de la entidad, donde incluso había participación del clero católico. Dicho Consejo tenía facultades para nombrar a autoridades universitarias y fue uno de los mayores motivos de protesta por parte de los grupos liberales y de izquierda conocidos como “Los carolinos”. El proceso que se dio en esos años fue largo y complejo, y culminó en la elaboración de una nueva ley orgánica donde “El Consejo de Honor” desapareció y la máxima autoridad de la institución sería el “Consejo Universitario”, con la representación de profesores, estudiantes y trabajadores administrativos.
En un inicio, es un modelo más avanzado, sin embargo, en los hechos, presenta múltiples problemas. A partir de ese periodo en los sesenta, continuaron los problemas en la universidad, sobre todo por la constante hostilidad del grupo ultraderechista denominado Frente Universitario Anticomunista (FUA), que asoló a la UAP durante años, hasta 1972, cuando el Partido Comunista Mexicano (PCM) fue capaz de tomar el control de la institución con el nombramiento como rector del Químico Sergio Flores Suarez y posteriormente del Ingeniero Luis Rivera Terrazas, eminente astrónomo.
Ahí el movimiento estudiantil comenzó a incubar la idea de avanzar hacia procedimientos democráticos más avanzados y al final del segundo periodo del Ing. Rivera Terrazas, se comenzó a pensar en el “Voto universal, directo y secreto”, como un procedimiento directo de acción de la comunidad universitaria. Yo siempre estuve convencido de ello, tal como de echar abajo absurdos como el requisito de edad, lo cual logramos para que Terrazas pudiera reelegirse. En esa sesión del Consejo tuve el gusto de intervenir a nombre de los estudiantes.
Para 1981 ya no era estudiante de la UAP: en 1978 ingresé a la UNAM, pero nunca perdí el contacto con mi universidad inicial, además de que por mi militancia en el PCM seguía participando en la vida política de Puebla. De tal forma apoyé decididamente el voto universal, directo y secreto, así como la candidatura de Alfonso Vélez Pliego, lo que valió que 77 militantes fuéramos expulsados o suspendidos del PCM poco tiempo antes de su desaparición.
Gracias a ese procedimiento de elección tuvimos, durante dos periodos, a uno de los tres más importantes y trascendentes rectores de la UAP (Lara y Parra, Rivera Terrazas y Vélez Pliego); y como se trató de un proceso abierto, también se dieron claroscuros posteriormente. Pero, en conclusión, es algo mucho mejor a que el Consejo Universitario haga la designación, y mucho menos una “Junta de Gobierno” como la que existe en la UNAM.
Me atrevería a decir que la última elección realmente abierta para rector de la UAP fue en la que participé, en 1993, la cual me fue robada por un asqueroso fraude electoral. Pero a pesar de ello, ese procedimiento es mejor a lo que ocurre actualmente, donde los consejeros son coaccionados, amenazados o “maiceados” para apoyar a los candidatos de las autoridades hegemónicas. Yo creo que, sin el voto universal, directo y secreto, la democracia se acabó en la UAP.
Se podrá hablar de experiencias fallidas, como la “Universidad Pueblo” o la “Universidad Fábrica”, en Guerrero, Sinaloa u otros estados, pero a pesar de ello, el autoritarismo de una oligarquía es inaceptable. En la historia se corren riesgos, hay errores y fracasos, pero vale la pena correrlos.
El Padre Ubú corrió maledicentemente un riesgo y fracasó, son los riesgos de la historia, pero sus intenciones no eran nobles, no estaban guiadas por valores superiores, pero actuando con inteligencia y prudencia, de manera fría y calculadora se pueden lograr grandes cosas, y no perder un reino como el de Ubú.
¡Vamos a interrumpir aquí!
Biólogo (UNAM), Maestro en Ciencias en Bioquímica (CINVESTAV), Doctor en Ciencias (UNAM), Premio a la mejor tesis doctoral en ciencias sociales en el área de historia por la Academia Mexicana de Ciencias (1999), Postdoctorado en el Centro de Sociología de la Innovación de la Escuela Nacional Superior de Minas de París, Francia. Director fundador de la Escuela de Biología de la UAP, Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología A.C (SMHCT) (2008-2014), profesor-investigador de la FES Iztacala de la UNAM.
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