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La llegada de una química-farmacobióloga a un programa de vigilancia epidemiológica

La llegada de una química-farmacobióloga a un programa de vigilancia epidemiológica

Marzo 04, 2022 / Por Alejandro Hernández Daniel

Portada: Fabiola Solar Rosas en su oficina de las instalaciones del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria, dentro del Distrito de Desarrollo Rural 5 de Cholula, Puebla.

 

En mi última colaboración escribí sobre una visita a un laboratorio de agrodiagnósticos en el interior del complejo perteneciente al Comité Estatal de Sanidad Vegetal del Estado de Puebla, (CESAVEP), ubicado en el municipio de San Pedro Cholula (Véase: CTS, Una breve visita a un laboratorio de agrodiagnósticos). En aquella ocasión aproveché no solo para conocer ese espacio, sino para echar un vistazo en otros edificios y departamentos, buscando entablar contacto con las o los responsables a cargo. No tardé mucho en encontrar y ser recibido por Fabiola Solar Rosas, quien es química-farmacobióloga a cargo del Programa de Vigilancia Epidemiológica en Puntos de Contacto, del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA), que es completamente independiente de las instalaciones del CESAVEP por más cercanas que se encuentren una de la otra. Fabiola accedió a disponer de un poco de su tiempo para compartir, desde el inicio de nuestro encuentro, cómo fue su camino para estar al frente de dicho programa y, por supuesto, y de manera posterior, sobre qué tipo de labor realiza actualmente.

Considero, como algo muy interesante, indagar sobre la parte biográfica de un científico, así que no perdí el tiempo en preguntarle a Fabiola¿cómo es que una química-farmacobióloga llegó a un lugar de trabajo como este?, ¿y por qué razón decidió estudiar lo que estudió?

—Cuando iba en la secundaria, conocí a una química que tenía un laboratorio. Me acerqué a ella para preguntarle sobre lo que hacía, qué analizaba, en qué consistía su trabajo y aquello me gustó, sobre todo la parte de observar en el microscopio, pues era algo no tan común y cuando llegó el momento de elegir una carrera yo ya sabía qué era lo que quería estudiar. Así que opté por ingresar a la licenciatura de Química-farmacobiología en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Durante mi carrera me llamaron la atención asignaturas como inmunología y bacteriología, considerando que podían ofrecer un diagnóstico más acertado en la detección de enfermedades mediante varias pruebas y procesos.

Al terminar la licenciatura, en 2005, no encontré trabajo de manera inmediata en mi área de interés, hasta que entré en un laboratorio de análisis clínicos en Cholula, donde estuve dos meses. Por desgracia, la paga era muy poca, alrededor de dos mil pesos mensuales. Tal vez se debiese a que consideraban mi trabajo como prácticas profesionales, pero en realidad yo ya estaba titulada, incluso pienso que para ese entonces laborar en un supermercado era mucho más redituable desde un punto de vista económico. Tiempo después encontré otro trabajo, esta vez, como responsable sanitaria de una farmacia dentro de un centro comercial. Después de dos años, me cambié a un centro comercial distinto, desempeñándome en lo mismo por las mañanas, pero percibiendo un poco más, y trabajando por las tardes en otro laboratorio de análisis clínicos en la toma y recepción de muestras, durante otros dos años más antes de llegar aquí”.

—¿Cómo te enteraste de la plaza o vacante en este complejo?

—Un amigo mío me comentó que iban a abrir un laboratorio nuevo por parte del gobierno federal y que se ubicaría en Cholula, por lo que decidí enviar mis documentos, y un año después me hablaron para preguntarme sobre mi aceptación, la cual se concretó en 2010. Llegamos tres personas, la Médico Veterinaria Zootecnista María Irma Mora Aguilar, quien fungió como mi jefa, una persona técnica en limpieza y yo. Cuando iniciamos actividades en el laboratorio de bioseguridad Nivel II, empezamos con aislamiento viral en embriones de pollo, pruebas serológicas y también hacíamos inhibición de hemoaglutinación, que es una técnica que se emplea para determinar anticuerpos específicos en un suero y también para caracterizar virus. Después de dos años quedé como responsable del laboratorio y actualmente me hago cargo del Programa de Vigilancia Epidemiológica en Puntos de Contacto de la CPA.

—A propósito de estas siglas ¿Qué es la CPA?

—La CPA es la Comisión México-Estados Unidos para la Prevención de la Fiebre Aftosa y otras enfermedades exóticas de los animales. La CPA depende del SENASICA, que a su vez depende de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), que anteriormente se conocía como Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, (SAGARPA). Nosotros trabajamos en la difusión hacia el público para que sepan de enfermedades exóticas en distintas especies animales.

—¿Qué tipo de enfermedades han detectado y trabajado de manera más frecuente?

—En aves hemos detectado enfermedades como influenza o la enfermedad de Newcastle. En esta última, por ejemplo, las aves presentan postración, escurrimiento nasal (esto tanto en influenza como en enfermedad de Newcastle), no comen, presentan coloración morada en la cresta, diarrea, disminución en la producción de huevos y muerte. Aunque se tiene que confirmar por medio de pruebas específicas para cerciorarnos de que no se trate de otra enfermedad. En el caso de los cerdos, trabajamos difundiendo información para la prevención, alerta y evitar la entrada de la peste porcina africana, aunque México es un país libre de esta enfermedad, se ha detectado en República Dominicana el año pasado, y se manifiesta por amoratamiento en las orejas y parte del lomo, fiebre, falta de apetito, postración y afecta especialmente a los lechones.

Es importante que la información que pasa por nuestras manos llegue a la mayor gente posible. Nos comunicamos principalmente con correos y números telefónicos de rastros, granjas, o criadores de animales en traspatios para que puedan detectar estos síntomas y nos puedan avisar para que se lo notifiquemos a nuestros médicos veterinarios de campo, realicen un muestreo con las correspondientes normas oficiales y se haga un diagnóstico oportuno, sin costo alguno, y evitar la propagación de estos patógenos tanto en animales como su potencial transmisión en seres humanos.

Para poder hacer un diagnóstico, necesitamos las muestras biológicas que se toman en campo para detectar lo que nosotros estamos buscando. Una vez que las tenemos, requerimos controles para poder validar ese resultado. Por ejemplo, el caso de la técnica de Reacción en Cadena de Polimerasa (PCR), que nos ayuda a determinar la presencia o ausencia de un segmento específico de ARN o ADN. Lo que nosotros hacemos es amplificar un segmento específico de un virus que queremos encontrar, para eso utilizamos primers, que son nucleótidos de ARN que dan inicio a la secuencia de replicación, los cuales nos ayudan a detectar ese segmento específico y determinar si está presente o ausente esa parte específica de virus en cuestión. Si el virus se encuentra, por medio de un equipo especializado detectamos una amplificación en tiempo real y observamos una fluorescencia. Todo esto trabajando bajo la norma 17025, que son requisitos generales para hacer labor en un laboratorio de este tipo.

Finalmente, cuando se detectan muestras positivas de patógenos, se retienen y se envían a un laboratorio de seguridad nivel III que se localiza en la Ciudad de México, donde se hace un registro de estas, y las muestras negativas pasan por un proceso de esterilización en autoclave, que las inactiva por medio de una presión de 19 Libras por Pulgada Cuadrada o PSI y calor, finalmente, una empresa se hace cargo de los desechos restantes.

—¿En qué partes del estado predominan la cría y/o granjas avícolas y porcinas?

—En Tehuacán está muy acentuada la parte avícola. Hay granjas grandes e incluso se encuentran laboratorios particulares; y en cuanto a cerdos, existen mataderos en la parte norte del estado, pero en general es bastante homogénea su distribución.

—¿Cuál es el desafío más considerable en tu labor al frente del programa de vigilancia epidemiológica?

—El mayor reto que tenemos en nuestro trabajo es la desconfianza de la gente, sobre todo con los que tienen o poseen animales en traspatios, porque muchas veces no quieren notificar sobre las enfermedades, pues aunque pueden pasar por un proceso de cuarentena, en algunas ocasiones se determina que deben sacrificarse y esto afecta su percepción hacia nosotros, pues en lugar de pensar que sus animales serán curados, terminan por creer que todos serán sacrificados si se detecta un solo caso positivo a una enfermedad, lo que afecta de manera considerable su percepción económica, a diferencia de firmas o granjas enormes, que cuentan con seguros que cubren esas pérdidas. Ante este problema, se cuenta con el apoyo de los médicos veterinarios que intentan convencer directamente a las personas de la importancia de reportar, ya que de esta manera se evitarían problemas más graves de salud animal y humana.

Alejandro Hernández Daniel

Alejandro Hernández Daniel
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