Ensayo

Bella ciao

Bella ciao

Agosto 17, 2021 / Por María Teresa Andruetto

El 23 de abril de este año murió Maria Ilva Biolcati, conocida como Milva. Estuve otra vez escuchándola cantar Los pajaros perdidos, los poemas de Alda Merini y su conocida version de Bella Ciao, aquella canción de resistencia de los pueblos que usamos durante mucho tiempo de cortina para la versión radiofónica de esta columna. Despues, como una cosa lleva a la otra, fueron apareciéndome en youtube distintas versiones de esa canción emblemática y entonces averigué más sobre ella, y eso es lo que quiero contarles hoy.

Se ha dicho que Bella Ciao se inspira en melodías tradicionales judío-italianas, especialmente de la zona romana, donde esa comunidad relativamente pequeña fue (como en muchos otros sitios) perseguida, deportada, asesinada. Tradición musical que conlleva dolor, melancolía, pero a la vez una gran vitalidad, como si del sufrimiento pudieran (se puede, creo) extraerse fuerzas y capacidad de resistencia.

Como pasa habitualmente con las canciones populares, es difícil precisar cómo nace, dónde arranca. Hay quienes encuentran en Bella Ciao relación con la letra de una canción piamontesa de amor campesino, una canción del siglo XIX llamada Fior di tomba (Esta mañana, / me he levantado, / Me he levantado antes del sol; / He ido a la ventana, / He visto a mi amor) y con la música de una canción infantil, también piamontesa, cuyo ritmo es prácticamente el mismo. Esa canción que en algunos lugares usan las madres y los niños todavía se llama algo así como Mi abuela viejecita (Mi abuela está viejita / Me hace chao / Me hace chao, chao, chao, / Me manda que vaya a la fuente / A buscar agua para cenar. // Yo voy a la fuentecita / y ella me hace chao. Me hace chao, chao, chao / A la fuentecita yo no voy / porque el agua me puede mojar)

Ambas canciones, una por la letra, otra por el ritmo, habrían dado paso, hacia finales del siglo XIX, a dos canciones que comienzan una con Alla mattina appena alzata y otra con Lavoreremo in libertà, que cantaban las jornaleras en los arrozales del valle del Po y cuya letra ya reclamaba justicia.

Considerada hoy por todo el mundo el himno de los partisanos, Bella Ciao se apropió de “Alla mattina, appena alzatta...” (por la mañana al despertar). Alguien (uno o tal vez varios) modificó su letra y acabó convertida en un himno internacional contra la opresión. Primero se trató de una canción de la resistencia italiana, pero sólo en el centro de Italia, entre los años 1944 y 1945; y ni siquiera fue la preferida de todos los partisanos, porque el ala comunista cantaba Fischia il vento, basada en una canción rusa con una letra que aludía claramente al imaginario comunista y que, traducida, comenzaría más o menos así: El viento silba y la tormenta brama / y lo mismo tengo que partir / rotos los zapatos / a conquistar la primavera roja / y el sol del porvenir).

Al parecer fue para unificar las distintas vertientes partisanas y consensuar un himno de lucha contra el invasor lo que, después de terminada la guerra, llevó a incluirla como la canción partisana por excelencia en el nuevo cancionero italiano y en un espectáculo con el título Bella Ciao, que se abría con la versión de las jornaleras y se cerraba con la de los guerrilleros, como reflejo de la unidad de los partidos y homenaje a la república nacida de la resistencia.

Pero bastante antes de todo esto, muchos antes de la segunda guerra y de la lucha partisana, en 1919, un acordeonista gitano cristiano, nacido en Odessa y dueño de un restaurante en Nueva York, grabó una canción llamada Koilen, muy parecida a Bella Ciao y a sus anteriores. Esa canción reelabora a su vez una vieja melodía yiddish llamada Una bolsita de carbón. A la vez, el folclore yiddish recibió múltiples influencias de las tradiciones musicales rumana y búlgara, así como de la música árabe, la gitana y la provenzal. Como quiera que sea, muchas manos, corazones, oídos y bocas entraron en la cocción de este himno a la libertad que se canta hoy en manifestaciones y luchas de todo el mundo.

¿Dónde empieza una canción, un poema, una novela, una sonata, una pintura, una obra de teatro? Mientras escribía estas líneas para contarles a ustedes lo que fui aprendiendo, escuché muchas versiones además de la de Milva: la de Ives Montand o la de Mercedes Sosa, las de muchos coros de resistencia del planeta, la versión super rabiosa de los Modena City Ramblers o la de Les Anarchistes, grupo italiano que revisita canciones populares de la tradición anarquista universal. O la agitanada interpretación de Goran Bregovic, que lleva el ritmo hasta la exasperación, y otra donde una cantante joven acompaña de un hombre que toca la verdulera, en una versión de completa modestia, que me lleva a las sobremesas de domingo de mi infancia con mi papa tocando el banjo y cantando en familia. O la tremenda versión de Lucilla Galeazzi, donde ella, plantada en el escenario como una heroína griega, hace un giro, se corre completamente del ritmo pegadizo y del aliento hacia la lucha y la lleva al colmo de su dramaticidad, demora la voz, la baja al susurro, se convierte en grito, la vuelve extraña, nueva, rara, tal vez con el propósito de evitarnos el automatismo algo engolosinador que la hizo (a partir de la repetición) apropiada para todas las luchas y causas y nos la devuelve, como una papa caliente, desde el fuego vivo de donde nació…

 

 

María Teresa Andruetto

Arroyo Cabral, Córdoba, Argentina (1954). Hija de un partisano piamontés que llegó a Argentina en 1948 y de una descendiente de piamonteses. Estudió Letras en la Universidad Nacional de Córdoba en los años setenta. Después de una breve estancia en la Patagonia y de años de exilio interno, al finalizar la dictadura trabajó en un centro especializado en lectura y literatura destinada a niños y jóvenes. Formó parte de numerosos planes de lectura de su país, municipales, provinciales y nacionales, así como de equipos de capacitación a docentes en lectura y escritura creativa.

Ha hecho de la construcción de la identidad individual y social, las secuelas de la dictadura y el universo femenino los ejes de su obra.

Su obra literaria incluye, entre otros títulos, Stefano (1997), Veladuras (2004), Lengua Madre (2010), La lectura, otra revolución (2014), No a mucha gente le gusta esta tranquilidad (2017) y Poesía reunida (2019).

Recibió el V Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil en 2009 y premio Hans Christian Andersen, el "Nobel de la Literatura Infantil", en 2012, entre otros.

María Teresa Andruetto
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